Recolectar partes del cadáver de un animal marino protegido, si todavía tienen adherido "tejido suave", constituye una contravención de una ley federal aplicada desde hace tiempo.
Esta disposición se convierte en intriga política si quien se llevó esas partes fue Robert F. Kennedy Jr. y si la cabeza cercenada del mamífero marino que quizás estaba protegido derramó "jugo de ballena" por el lado de la camioneta familiar hace tres décadas.
El lunes, la división política de la organización ambiental progresista Center for Biological Diversity instó a las autoridades federales a investigar un episodio relatado en una revista por la hija de Kennedy en un artículo publicado en 2012 en el que indicó que Kennedy cortó con una motosierra la cabeza de una ballena muerta en una playa de Hyannis Port, Massachusetts, la ató con una cuerda elástica al techo de su vehículo y la transportó cinco horas hasta la casa de su familia en Mount Kisco, Nueva York.
"Era lo más fétido del planeta", le dijo Kick Kennedy, que entonces tenía 24 años, a la revista Town & Country en el artículo, que describía a Robert Kennedy como alguien a quien le gusta estudiar cráneos y esqueletos de animales.Esa historia reapareció hace poco en diversos medios, por ejemplo, el domingo en The Wrap, una publicación de entretenimiento, y en un artículo del New York Post el lunes.En una carta dirigida a la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés), dependencia encargada de vigilar la protección marina, Brett Hartl, director político nacional del Center for Biological Diversity Action Fund, escribió: "Existen muy buenas razones por las que es ilícito que una persona recolecte o conserve partes de cualquier especie en peligro de extinción"."Más importante todavía es el hecho de que cuando las personas se llevan un cadáver silvestre e interfieren con el trabajo de los científicos, se pierden oportunidades vitales de investigación. En particular, es el caso de los mamíferos marinos, que incluyen algunas de las especies silvestres más difíciles de estudiar del mundo".Hartl subrayó que algunas especies de ballenas son tan poco comunes que la única forma en que los científicos pueden estudiarlas es gracias a los cadáveres que el mar lleva hasta la costa.Señaló que Kennedy tal vez no solo contravino la Ley de Protección de Mamíferos Marinos (1972) y la Ley de Especies en Peligro de Extinción (1973), dos influyentes leyes de conservación marina, sino también la Ley Lacey de 1900, una ley de conservación aprobada por el presidente William McKinley que prohíbe la transportación de fauna recolectada ilegalmente, muerta o viva, entre estados.Kennedy no respondió a una solicitud de comentarios. Los representantes de NOAA tampoco respondieron a una solicitud de comentarios.Además de la muerte de la ballena, la de un osezno, la de un gusano y al menos la de un emú se han asociado estrechamente con Kennedy, el candidato presidencial independiente (y abogado ambiental) que unió fuerzas la semana pasada con el equipo de campaña del expresidente Donald Trump.El Center for Biological Diversity Action Fund expresó su respaldo a la candidatura presidencial de la vicepresidenta Kamala Harris.Kennedy, de 70 años, ha coleccionado, entrenado y manejado animales salvajes toda la vida. En su casa en Los Ángeles, donde ha estado domesticando un par de cuervos silvestres, también tiene una tortuga disecada (que era su mascota) y un tigre de Sumatra (un regalo para su padre), especie poco común. Entre otras mascotas, ha tenido por lo menos dos emús, uno de los cuales fue asesinado por un puma y otro, por un perro de la familia.Este mes, Kennedy reconoció que había dejado un osezno muerto en Central Park en 2014 porque creyó que sería "entretenido" (lo admitió antes de la publicación de un artículo del New Yorker que relataba el episodio). Kennedy le dijo a Roseanne Barr que encontró al oso muerto y había planeado desollarlo y guardar la carne en su refrigerador, pero en vez de eso lo colocó en una pose con una bicicleta en Central Park.Aunque algunas de sus actividades con animales solo han sido curiosas, unas cuantas quizás hayan rebasado la línea de la legalidad. Por ejemplo, la Ley del Tratado de Aves Migratorias de América del Norte prohíbe la "captura" de por lo menos dos especies de cuervos. La ley de Nueva York prohíbe la "posesión ilícita" y la "disposición ilegal" de un oso.En una entrevista el martes, Hartl indicó que, si el incidente de la ballena es real, representaría una contravención "mucho peor" que la del osezno (y si Kennedy todavía conserva alguna parte del esqueleto de la ballena, podrían acusarlo de un delito federal aunque hayan pasado 30 años, aseguró Hartl)."Cuando aceptas integrarte a la barra" como abogado, "haces un juramento y te comprometes a respetar la ley", comentó Hartl, e hizo énfasis en que, al igual que Kennedy, también es abogado ambiental. "No se trata de una regla tonta. Es la ley, son leyes que se aprobaron casi por unanimidad" hace décadas, señaló. "No es algo tonto de ahora, del 'Estado profundo corrupto' que ahora dice que le importa".
Robert F. Kennedy Jr. en su patio de Los Ángeles el 10 de junio de 2024. (Photo by Ruth Fremson/ The New York Times)