Trump, Donald JKennedy, Robert F JrHarris, Kamala DArizonaPresidential Election of 2024
El expresidente Donald Trump habló de políticas en Las Vegas y lució casi animado. En Arizona, se deleitó con el apoyo de un antiguo rival de campaña, Robert F. Kennedy Jr.
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Fue un momento que el mundo político se había estado preguntando durante semanas.
Si la vicepresidenta Kamala Harris tenía una buena convención, ¿podría descolocar aún más al expresidente Donald Trump?
¿Toda esa prensa positiva para Harris --los grandes índices de audiencia, el apoyo de las celebridades y las bromas de Obama-- podría llevar a Trump a lo profundo de sus patrones más autodestructivos?
El viernes por la tarde, en un restaurante ítalo-mexicano de Las Vegas, parecía que teníamos la respuesta: no, al menos por ahora.
Trump se presentó en el restaurante para promocionar su propuesta de "no gravar las propinas" entre los trabajadores del sector de servicios. En general se mantuvo centrado, no habló de sí mismo, sino de la difícil situación de los camareros y barmans. Les dijo que había sido Harris quien había roto un empate votando a favor de que el Servicio de Impuestos Internos contratara a 87.000 personas, las mismas que les arrebatarían las propinas que tanto les había costado ganar. (La verdad es un poco más matizada).
No se enzarzó en ninguna perorata racista sobre Harris, ni llamó cerdo gordo a nadie, ni se peleó con algún popular gobernador de su propio partido, ni contó historias sombrías sobre jóvenes violadas, estranguladas y asesinadas por inmigrantes.
Trump parecía casi animado (al menos más animado que la noche anterior, cuando llamó a Fox News con sus comentarios iniciales y llenos de digresiones sobre el importante discurso de Harris). Habló sobre cómo el dueño del restaurante había empezado como friegaplatos y había ido ascendiendo, y bromeó con él sobre cómo ahora debía de tener mucho dinero. El dueño comparó a Trump con Ronald Reagan. "Gracias, Javier", dijo Trump, quien lucía emocionado.
Señaló a algunos espectadores parlanchines y dijo: "Me gusta ese grupo de ahí. Son un poco juguetones, pero me gustan mucho". Una mujer le gritó que había tenido razón en todo. "Me encanta esa mujer", dijo.
Trump se estaba apoyando en lo que quizá sea su truco más potente políticamente hablando, todo el asunto tipo El Aprendiz: que es un tipo rico que puede hacerte un poco más rico a ti también. Esto es lo que puede influir en los votantes de estados de tendencia electoral incierta. Fue un recordatorio de que, cuando no se está autodestruyendo, sigue teniendo una capacidad excepcional como político minorista (algo que los principales demócratas, rigurosos, dijeron a los periodistas en Chicago esta semana).
A primera hora de la tarde, Trump se encontraba en Glendale, Arizona, para dar un mitin. La versión petulante, burlesca y grosera de Trump había vuelto. Se mofó del discurso de Harris en la convención. Sin embargo, no parecía especialmente agitado. Además, había conseguido hacer un nuevo amigo.
Robert F. Kennedy Jr., quien había suspendido su propia campaña presidencial unas horas antes, apareció en el escenario mientras la pirotecnia salpicaba el cielo y sonaba la canción "My Hero" de Foo Fighters.
"No estamos de acuerdo en todo", dijo Kennedy, antes de explicar al público cómo Trump se había ganado su confianza. Describió otra versión del expresidente, una que parecía menos familiar. Dijo que Trump se preocupaba por "eliminar los productos químicos de nuestra comida" (McDonald's es un factor importante en la pirámide nutricional del propio Trump) y que sería un defensor de la libertad de expresión que acabaría con la "censura" (Trump ha propuesto encarcelar a periodistas).
El expresidente dio a entender que, dado el atentado contra su vida, podía compadecerse de la familia Kennedy. "Bobby me llamó para expresarme sus mejores deseos" tras el tiroteo en Butler, Pensilvania, dijo Trump. Prometió nombrar una comisión sobre intentos de asesinato (como el que sufrió él) y hacer públicos todos los registros secretos que queden sobre el asesinato de Kennedy.
Hacían una extraña pareja, y quizás lució como un extraño espectáculo secundario, uno que podría terminar ayudando poco a Trump al final. Pero cada pequeño detalle cuenta.
El propio discurso de Kennedy anunciando la suspensión de su campaña el viernes estuvo cargado de críticas mordaces a las corporaciones de medios y a las agencias de inteligencia; para sus partidarios, eso es parte del atractivo de Kennedy. Es un mensaje que encaja perfectamente con los estribillos constantes de Trump. Los antiguos partidarios de Kennedy pueden encontrar fácil la transición al redil del movimiento MAGA (por la sigla en inglés de Make America Great Again).
Cuando Kennedy terminó, Trump parecía bastante satisfecho por su nueva unión.
"Vaya, estuvo bueno, ¿eh?", dijo. "Un tipo fantástico".