La Convención Nacional Demócrata en 5 puntos clave

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Un mes y un día después de que el Partido Demócrata hiciera el cambio, Kamala Harris ha logrado que los fieles del partido estén entusiasmados.

El discurso que la vicepresidenta pronunció el jueves coronó una convención vibrante de cuatro días en Chicago que mostró las renovadas posibilidades del partido frente a Donald Trump, tras la decisión del presidente Joe Biden de retirarse de la contienda.

Ante una sala de convenciones repleta de simpatizantes vestidos de blanco sufragista, Harris se convirtió en la segunda mujer en aceptar formalmente la nominación del Partido Demócrata en su intento por convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos.

Sin embargo, no habló de eso. Harris decidió utilizar una retórica del patriotismo y el excepcionalismo estadounidense y habló de la historia de su crianza, a cargo de una madre soltera, para presentarse como una líder que entiende las tensiones y aspiraciones de la clase media.

A continuación ofrecemos cinco puntos clave de su discurso y de la semana de la convención:

Harris buscó un término medio, y a la clase media

Cuando Harris subió al escenario el jueves, el salón de convenciones ya estaba impregnado de fastuosidad patriótica. Las banderas ondeaban. Se vitoreaba a los veteranos. Se repartieron carteles de Estados Unidos.

"Somos los herederos de la mayor democracia de la historia del mundo", dijo al acercarse al final histriónico de su discurso. Trató de mencionar algunos de los elementos más transitados en las campañas ganadoras estadounidenses.

Varias veces se refirió a propuestas populares. Proteger la Seguridad Social. Reducir los costos de la salud. Recortar impuestos. Y, como muestra de lo mucho que ha cambiado la política sobre el aborto desde la anulación del caso Roe contra Wade, hizo una diatriba sobre los derechos reproductivos.

También contó anécdotas de su vida que, aunque eran nuevas para el público, podrían resultar familiares para millones de estadounidenses. Sobre un divorcio y varias mudanzas. Habló sobre cómo es vivir en las zonas menos privilegiadas en vez de en los vecindarios más prósperos. De la dependencia de su madre de un "círculo de confianza" de amigos para criarla a ella y a su hermana.

Esbozó una crítica mordaz de Trump que Biden lanzó por primera vez, pero no llegó a ejecutar con éxito.

"Durante toda mi carrera, solo he tenido un cliente: el pueblo", dijo sobre su carrera de servicio público. De este modo estableció un claro contraste con Trump, quien muy pronto llamó a Fox News para dar su reseña del discurso cuando terminó. "El único cliente que ha tenido", dijo de Trump. "Él mismo".

Biden ensalzó a Trump. Harris trató de reducirlo

Cuando se asumía que Biden sería el candidato demócrata, había pocas pruebas de que pudiera movilizar a los votantes solo en torno a la idea de votar por él. Así que su campaña se enfocó en Trump, tratando de convertirlo en una figura grande con advertencias ominosas sobre la amenaza que representaba.

La convención de Harris se propuso hacerlo menos grande.

El expresidente Barack Obama se burló de la obsesión de Trump por el tamaño de las multitudes con un sugerente gesto con las manos. Los demócratas le dieron espacio en horario estelar a un excongresista republicano, Adam Kinzinger, quien dijo de Trump: "Es un hombre pequeño que pretende ser grande".

Harris tuvo la última palabra: llamó a su rival "un hombre poco serio".

Sí, hubo advertencias cada noche sobre las graves implicaciones políticas del "Proyecto 2025". Pero algunos de esos segmentos se abordaron con humor, como cuando Kenan Thompson, miembro de Saturday Night Live, subió al escenario con un libro extragrande con el anteproyecto republicano de 922 páginas.

"¿Han visto alguna vez un documento que pueda, al mismo tiempo, matar a un animal pequeño y a la democracia?", preguntó.

Había una nueva ligereza en la forma en que Harris y otros demócratas trataron de enmarcar el potencial sombrío de Trump.

"En pocas palabras", dijo en una de las frases más memorables de la noche, "están enloquecidos".

La vicepresidenta en funciones dijo: soy la candidata del cambio

Casi todo en la convención buscaba presentar a Harris como un nuevo comienzo. Parecía irrelevante que ahora mismo ocupe un cargo en la Casa Blanca. O que su partido esté actualmente en el poder.

Una y otra vez, los oradores de la convención repitieron su nuevo eslogan ("Un nuevo camino a seguir") y dijeron que Harris era quien marcaría el comienzo de un nuevo futuro. Intentaron relegar a Trump a una figura del pasado.

"Optemos por la dulce promesa del mañana frente al amargo retorno al ayer", dijo Oprah Winfrey.

Los republicanos tacharon ese esfuerzo como una reescritura osada del presente y predijeron que la candidata cargaría con el historial de la actual gestión Biden-Harris, en especial en materia de economía y migración. La intensidad de la disputa abierta con Trump sobre quién es más probable que termine con el statu quo es una prueba en sí misma de la importancia del enfrentamiento.

"Hay algo maravillosamente mágico en el aire", dijo Michelle Obama, la ex primera dama, quien hizo un pase de antorcha retórico entre la era Obama y la posible era Harris. Al hacerlo, casi pareció meter en el mismo saco los años de Trump y Biden. Ahora, dijo, el poder contagioso de la esperanza estaba resurgiendo, al que llamó "un sentimiento familiar que ha estado enterrado de manera muy profunda durante demasiado tiempo".

La candidatura de Harris solo tiene unas semanas, pero algunas de las interrupciones más estruendosas de su discurso se produjeron cuando el público coreó "¡No vamos a volver atrás!", una postura hacia el futuro que se ha convertido en un grito de guerra.

La propia Harris insistió en este punto, cuando describió las elecciones como "una oportunidad valiosa y fugaz para dejar atrás el rencor, el cinismo y las batallas divisivas del pasado".

Los demócratas dan a Harris mucha libertad de acción política

¿Qué haría exactamente una presidenta Harris?

Esa pregunta no estaba en la mente de muchos delegados esta semana. Antes que eso, el partido parecía mucho más interesado en garantizar que Harris pueda llegar a la Casa Blanca. Se resaltaron algunas políticas. La ampliación del derecho al aborto. Restricciones a las armas.

Pero a solo 75 días de las elecciones, los demócratas parecían más que contentos de dar a Harris espacio para posicionarse de la manera que considere necesaria para derrotar a Trump. Ha dado marcha atrás en la fracturación hidráulica, ha cambiado de opinión sobre "Medicare para todos" y se ha retractado de no considerar a los cruces fronterizos como un crimen, todo ello con escasa repercusión.

En resumen, el partido está adoptando la practicidad por encima de los detalles políticos.

Harris abordó directamente una de sus principales vulnerabilidades, la migración y se comprometió a firmar la legislación sobre seguridad fronteriza que Trump había rechazado.

Afuera de la convención, manifestantes propalestinos expresaron su indignación con el gobierno. Pero al interior del recinto, Harris se enfrentó a poca presión sobre la guerra en Gaza, o en casi cualquier otro tema. Sin embargo, habló largamente y con confianza sobre el conflicto en Medio Oriente y afirmó con firmeza que Israel tiene derecho a defenderse, al tiempo que pedía la autodeterminación del pueblo palestino.

Harris ha presentado un programa económico que incluye nuevas ayudas para los primeros propietarios de una casa, la construcción de tres millones de nuevas viviendas y medidas contra la subida de los precios de los alimentos. Sin embargo, la mayoría de los asistentes a la convención de esta semana no estaban entusiasmados con los detalles.

Era la posibilidad de hacer historia con Harris y, por supuesto, la idea de detener a Trump.

Los demócratas están en lo más alto de la ola. Ahora viene lo complicado

Los demócratas de Chicago saborearon las sensaciones positivas de la trayectoria ascendente de Harris en las encuestas. Ha conseguido una ventaja de dos puntos porcentuales en el promedio de las encuestas de The New York Times, después de ir cinco puntos atrás en un hipotético enfrentamiento a principios de julio.

Pero los líderes del partido siguen advirtiendo contra la autocomplacencia.

"No olvidemos a qué nos enfrentamos", advirtió Obama el martes.

Al fin y al cabo, solo hace un mes que el otro partido estaba en lo más alto de la ola tras su propia convención. En ese entonces eran los republicanos quienes se sentían como el partido favorito después de que Trump sobreviviera a un intento de asesinato y el partido de Biden siguiera en crisis interna.

Mientras que algunos demócratas están empezando a soñar en privado que el impulso de Harris podría durar otras 10 semanas o más, muchos se están preparando para la probabilidad de tropiezos contra el más impredecible de los oponentes.

"Lo que teníamos hasta ahora era un problema de entusiasmo, francamente", dijo Raphael Warnock, senador por Georgia, en una breve entrevista el jueves. "Así que necesitamos todo este entusiasmo. Pero el entusiasmo no debe eliminar la disciplina".

Warnock, quien también es el pastor principal de la histórica Iglesia bautista Ebenezer de Atlanta, buscó un paralelismo en las Escrituras. "Esta es la experiencia de la cima de la montaña", dijo. "Luego hay que ir al valle. Pero la cima de la montaña te prepara".

Taylor Robinson colaboró con reportería.

Shane Goldmacher es corresponsal de política estadounidense y cubre la campaña de 2024 y los principales acontecimientos, tendencias y fuerzas que configuran la política del país. Se puede contactar con él en shane.goldmacher@nytimes.com. Más de Shane Goldmacher

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