Uno de los hombres más ancianos del mundo falleció en agosto a la edad de 111 años. El hombre, John Farringdon, nació aproximadamente un año después del hundimiento del Titanic.
Farringdon fue una de las pocas personas que vivieron suficiente para ver evolucionar el mundo durante más de un siglo.
Lo mismo ocurrió con un puñado de mujeres fallecidas en los últimos años.
Kane Tanaka sobrevivió dos guerras mundiales, el brote de gripe de 1918 y dos ciclos de cáncer, pero también sobrevivió a todos sus hijos.
La infancia de Mamie Lang Kirkland estuvo marcada por los linchamientos y el Ku Klux Klan. Creció y se convirtió en vendedora a domicilio de Avon, repartiendo productos de belleza y consejos de vida.
Hester Ford vivió lo suficiente para tener 120 tataranietos.
Y esta semana, María Branyas Morera, una española nacida en Estados Unidos que vivió durante la guerra civil española y el brutal régimen de Francisco Franco y que se creía que era la persona más anciana del mundo, murió a los 117 años.
Cada una de estas mujeres era una supercentenaria, es decir, una persona que ha vivido más de 110 años. A continuación, fragmentos de los obituarios del New York Times sobre ellas y otros supercentenarios fallecidos recientemente. Esperamos que sus vidas les resulten tan interesantes como a nosotros.
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Ruthie Tompson (1910-2021)
Trabajó en animaciones de Disney durante más de 40 años y murió en su residencia de ancianos de California a los 111 años.
De niña, cuando Ruthie Tompson se dirigía a la escuela, pasaba por delante del estudio de cine de Disney y se asomaba a sus oficinas. Walt Disney la vio y la recibió dentro para que observara el proceso de animación.
Años después de su primer encuentro, Disney la invitó a unirse al estudio como entintadora y pintora. Más tarde la ascendieron y se dedicó a ayudar a editar y perfeccionar los miles de dibujos que conformaban los largometrajes de animación.
Durante cuatro décadas trabajó en casi todos los largometrajes de animación de Disney, desde "Blancanieves y los siete enanos", estrenada en 1937, hasta "Los rescatadores", estrenada en 1977.
Louise Levy (1910-2023)
Era la persona viva de mayor edad conocida en el estado de Nueva York cuando murió a los 112 años.
Louise Levy vivió tanto que se convirtió en objeto de investigaciones genéticas, pero ella creía que el secreto de una larga vida no tenía nada que ver con la genética: lo atribuyó a su dieta baja en colesterol, su actitud positiva y un vaso diario de vino tinto.
Su edad y su salud, consideradas relativamente buenas hasta sus últimos días, despertaron el interés de los científicos, que la reclutaron en 1988 para un estudio genético sobre su longevidad.
El Instituto de Investigación sobre el Envejecimiento de la Facultad de Medicina Albert Einstein del Bronx reclutó a 700 personas, todas ellas judíos asquenazíes, para evaluar las posibles razones genéticas de sus vidas inusualmente largas y saludables. La investigación descubrió mutaciones genéticas en la población que los ayudaban a protegerse contra el colesterol alto, las cardiopatías, la diabetes y el alzhéimer, y que ralentizaban el impacto del envejecimiento.
Mamie Kirkland (1908-2020)
Testigo de la violencia racial en su juventud, murió a los 111 años en su casa del norte del estado de Nueva York.
Mamie Kirkland sobrevivió a parte de la historia más oscura de Misisipi. Tenía 7 años en 1915 cuando se despertó al oír a su padre decir a la familia que un grupo de hombres blancos planeaba lincharlos a él y a su amigo. Su padre y su amigo escaparon por la noche, y ella y el resto de la familia huyeron por la mañana.
Abandonaron Misisipi, pero no pudieron escapar del racismo que amenazaba sus hogares y sus vidas. En 1917, en East St. Louis, Illinois, Kirkland vio a unos hombres blancos quemar casas y dispararle a la gente en un barrio al que se habían mudado recientemente residentes negros.
Cuando la familia llegó a Alliance, Ohio, años más tarde, miembros del Ku Klux Klan fueron a su casa, dispuestos a quemar una cruz. Pero un vecino blanco armado ahuyentó a los agresores.
A los 15 años, Kirkland se casó y se trasladó a Buffalo, Nueva York, donde vendió productos de belleza Avon. Su hijo dice que su trabajo como vendedora evolucionó hacia el asesoramiento de vida de puerta en puerta.
Las historias de su juventud inspiraron la creación de un documental, así como el Museo del Legado y el Monumento Nacional por la Paz y la Justicia de Montgomery, Alabama.
Kane Tanaka (1903-2022)
Trabajó en una base militar de Japón para mantener a su familia. Cuando murió, a los 119 años, era la persona más anciana conocida en el mundo.
Kane Tanaka sobrevivió guerras, pandemias, tratamientos contra el cáncer y otras dolencias médicas, pero mantuvo una mente aguda y un ingenio rápido hasta el final de su vida.
Sobrevivió a muchos miembros de su familia, entre ellos su marido y sus hijos, y tuvo varios trabajos para mantener a su familia en una base militar de Japón casi hasta los 80 años. Era conocida por mantener el buen humor a pesar de las dificultades de la vida.
Le gustaban mucho las bebidas gaseosas y los chocolates, y los pedía a menudo en sus últimos momentos.
La hermana André (1904-2023)
Sobrevivió dos pandemias y una infección por COVID, y murió a los 118 años.
La hermana André, monja católica romana, dedicó décadas de su vida a cuidar de huérfanos y otras personas cuando la enviaron a trabajar en un hospital de Vichy, Francia.
En sus últimos años, cuando estaba a punto de cumplir 117 años, apareció en los titulares por sobrevivir a una infección de COVID-19.
Cuando murió en 2023, un año después que Tanaka, la hermana André era la persona más anciana conocida en el mundo.
"El trabajo me mantuvo viva", declaró a la prensa un año antes de su muerte.
Hester Ford (1904 o 1905-2021)
Creció labrando campos y recogiendo algodón en una granja de Carolina del Sur y murió a la edad de 115 o 116 años.
Hester Ford era la matriarca de un árbol genealógico con cientos de ramas. En el momento de su muerte, la sobrevivían sus 12 hijos, 68 nietos, 125 bisnietos y al menos 120 tataranietos.
Vivió independiente hasta los 108 años, cuando sus familiares se mudaron a su casa después de que se cayera en la bañera y se lesionara las costillas.
Según su familia, su rutina matutina consistía en comer medio plátano y respirar aire fresco, pero Ford no tenía ningún secreto para la longevidad. Cuando le pidieron que compartiera sus consejos para vivir una larga vida, declaró a un periódico local: "Lo único que sé es vivir bien".
Virginia McLaurin (1909-2022)
Llamó la atención por bailar con los Obama en la Casa Blanca en 2016, y murió a los 113 años según sus propios registros.
Cuando Virginia McLaurin entró en una sala para saludar al presidente Barack Obama y a la primera dama, Michelle Obama, en 2016 durante una recepción por el Mes de la Historia Negra en la Casa Blanca, soltó un sonoro "¡Hola!".
Se acercó a la pareja emocionada, bailando en su sitio con cada uno de ellos, y les dijo que estaba "muy contenta" de tener un presidente y una primera dama negros en la Casa Blanca.
"Pensé que nunca viviría para entrar en la Casa Blanca", dijo en un video que capturó su visita.
McLaurin nació en Carolina del Sur durante la época de Jim Crow y creció caminando 16 kilómetros hasta la escuela con el único par de zapatos que le daban cada año. Alrededor de 1939, se trasladó a Washington como una de los millones de negros que se trasladaron del Sur a los estados del Norte, Medio Oeste y Oeste durante la Gran Migración.
Tuvo varios trabajos y vivió una vida tranquila.
A los 106 años, después de que se compartió en internet el video de su visita a la Casa Blanca, de un momento a otro tuvo una plataforma. Utilizó su nueva fama para animar a los estadounidenses a votar.
Mamie Kirkland, con 107 años, durante una reunión en el Ayuntamiento de Ellisville, Misisipi, el pueblo del que huyó su familia hace un siglo ante la amenaza de linchamiento, el 10 de septiembre de 2015. (Andrea Morales/The New York Times)
Mamie Kirkland, entonces de 107 años, en el centro de Ellisville, Misisipi, el pueblo del que su familia huyó hace un siglo ante la amenaza de linchamiento, el 10 de septiembre de 2015. (Andrea Morales/The New York Times)