Automuestreo que puede reemplazar al Papanicolau: la nueva prueba de cáncer cervical sin espéculo

En Estados Unidos se incorporará próximamente esta innovadora técnica que permitirá que más mujeres se realicen exámenes de detección en clínicas médicas sin necesidad de usar ese instrumento y reduciendo así la incomodidad.

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Un kit de automuestreo para hacer una prueba de cáncer cervical. (Elizabeth Renstrom/The New York Times)
Un kit de automuestreo para hacer una prueba de cáncer cervical. (Elizabeth Renstrom/The New York Times)

Para algunas mujeres, hacerse una citología cervicovaginal, o prueba de Papanicolaou, es una pesadilla.‌ Desde que era una veinteañera, Kevinn Poree ha sufrido dolor vaginal crónico, un dolor que la hizo gritar y retorcerse de dolor la primera vez que un ginecólogo intentó insertarle un espéculo.‌

”Perdí por completo el control”, comentó Poree, de 38 años. Después de que retiraron el espéculo, empezó a “llorar en posición fetal”.‌ Desde entonces, al igual que muchas mujeres, espera con terror la prueba de detección de cáncer de cuello uterino, que implica separar las piernas de la paciente con estribos e introducir en la vagina un dispositivo de metal frío para que el médico haga un ligero raspado a fin de obtener una muestra de células del cérvix.

‌Aun si no se tiene el problema de que la paciente sienta un dolor agudo, las investigaciones muestran que a muchas mujeres la citología cervicovaginal les causa incomodidad debido a toda una serie compleja de razones físicas y emocionales.‌

”Hay gente a la que le causa mucha angustia” por temor o vergüenza, o bien por un historial de trauma sexual, explicó Karen Knudsen, directora ejecutiva de la organización American Cancer Society.‌ Ahora, unas cuantas empresas de atención sanitaria se preparan para presentar un nuevo modelo de prueba y prevención del cáncer cervical que no requiere el uso del espéculo: el automuestreo, que consiste en que la mujer tome la muestra de su vagina en el consultorio médico utilizando solo un hisopo angosto de apariencia muy similar al que se usa para una prueba de COVID.

Después de recolectar la muestra, un laboratorio la analiza en busca de las cepas del virus del papiloma humano, o VPH, con mayores probabilidades de causar cáncer de cuello uterino.‌ Un cambio clave en las pruebas de VPH hizo posible esta técnica: ahora los laboratorios pueden hacer pruebas con muestras tomadas de las paredes vaginales en vez del propio cérvix.‌ Con la incorporación del automuestreo, Estados Unidos seguirá el ejemplo de países como Australia, Dinamarca, los Países Bajos y Suecia, que introdujeron gradualmente el automuestreo para la prueba del cáncer de cuello uterino desde hace algunos años con un gran éxito en su adopción.‌

Dos décadas de investigación sugieren que este método es igual de efectivo que las pruebas tradicionales de Papanicolaou para prevenir el cáncer de cuello uterino en las mujeres de 25 años en adelante.‌ En mayo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) autorizó el uso de las herramientas de automuestreo de las farmacéuticas Roche y BD (Becton, Dickinson and Co.) en las instalaciones de atención sanitaria.

Las pacientes pueden hacerse la prueba en privado y dejar la muestra con un proveedor de servicios de salud, de manera parecida a cuando entregan una muestra de orina.‌ Pero los representantes de las empresas indicaron que la meta a más largo plazo es contar con pruebas de cáncer de cuello uterino caseras, de tal manera que el proveedor de servicios de salud ordene una prueba, la mujer tome la muestra en casa y luego la envíe a un laboratorio para que realice un análisis de VPH.

Si el resultado de la prueba es positivo, el médico le indicará los pasos a seguir.‌ Si bien la prueba en casa ya está disponible en otros países, este método todavía se encuentra en proceso de revisión de la FDA en Estados Unidos. Podría ser aprobada para principios del año entrante.‌ Para las mujeres que quieran tomar su propia muestra antes de esa fecha, es probable que en septiembre comiencen a enviarse kits de BD a instalaciones médicas, y el de Roche se distribuirá más tarde este otoño, según sus voceros. Ambas pruebas requieren que se inserte en la vagina un hisopo de alrededor de 8 centímetros de largo.‌

Los expertos esperan que las pruebas, que estarán cubiertas por seguros públicos y privados y serán gratuitas en muchas clínicas financiadas por el gobierno federal para mujeres sin seguro, ayuden a alcanzar al 30 por ciento de las mujeres elegibles en Estados Unidos que no se someten con regularidad a exámenes, incluidas aquellas que evitan las pruebas de Papanicolaou debido a la incomodidad que les causa.

Esta falta de pruebas ocasiona cada año miles de muertes por cáncer de cuello uterino que podrían evitarse.‌ El automuestreo es posible ahora que las mujeres están desechando la creencia arraigada en la cultura de que deben soportar el dolor ginecológico y reproductivo. Además de haber logrado avances en el alivio del dolor por los DIU y los efectos secundarios de la menopausia, las empresas dedicadas a la salud de la mujer ya diseñan espéculos más cómodos para los exámenes ginecológicos.‌

Erin Kobetz, directora asociada de difusión y participación comunitaria del centro Sylvester Comprehensive Cancer Center en Florida, que ha dedicado dos décadas al estudio del automuestreo para detectar el cáncer de cuello uterino, indicó que “esperábamos desde hace mucho tiempo” estas pruebas.‌ Por qué ha perdurado la prueba de Papanicolaou ‌Aunque a muchas mujeres no les gusta, la experiencia de las pacientes en la prueba de Papanicolaou con estribos y espéculo se ha mantenido casi sin cambios desde los años cuarenta, cuando esta (designada en honor de su inventor, el doctor George Papanicolaou) se convirtió en la práctica normalizada en Estados Unidos.‌

En parte, se debe a que funciona, afirmó Knudsen, de la American Cancer Society. La aparición de la prueba de Papanicolaou redujo más del 70 por ciento la mortalidad por cáncer de cuello uterino en el siglo XX, por lo que aseguró que, en ese sentido, “sin duda, el papanicolaou es un éxito”.‌

En una citología cervicovaginal, el médico toma una muestra de células del cérvix, la transfiere a un portaobjetos y se la envía a un citólogo, quien busca células precancerosas o cancerosas. Si la prueba es positiva para la presencia de células anormales y la enfermedad todavía está en etapa temprana, por lo regular el médico puede retirar el área afectada y evitar el progreso de la enfermedad.‌ En estas épocas, en muchos casos, las muestras tomadas para la prueba de Papanicolaou también se analizan para detectar cepas del VPH que es más probable que causen cáncer de cuello uterino. Si una prueba de VPH da resultado positivo para una de estas cepas, los médicos monitorean de cerca a la paciente en busca de células precancerosas los siguientes años (si también se detectan células cervicales anormales, es posible que la paciente reciba algún tipo de tratamiento).‌

La citología cervicovaginal y la prueba de VPH son especialmente efectivas en la prevención del cáncer de cuello uterino porque la enfermedad es de avance lento en comparación con muchos otros tipos de cáncer; por lo regular, tarda varios años en superar la etapa precancerosa.‌ Todavía hay muertes por cáncer de cuello uterino que podrían prevenirse. ‌A pesar de la eficacia de la citología cervicovaginal, la tendencia a la baja en el número de muertes por cáncer de cuello uterino se estabilizó desde 2008.

En Estados Unidos, a alrededor de 11.500 mujeres se les diagnostica cáncer de cuello uterino cada año y 4000 mueren por esa causa.‌ Los funcionarios de salud pública afirman que sería posible prevenir muchas de esas muertes que se deben, en parte, a que el protocolo de prueba actual no llega a millones. “La incidencia en realidad ha mostrado una baja marcada” gracias a la prueba de Papanicolaou, aseveró Kobetz, pero esta baja “no ha sido equitativa”.‌

Por lo regular, no muchas mujeres que viven en áreas rurales sin acceso fácil a médicos se hacen pruebas, y lo mismo ocurre en el caso de las mujeres de nivel socioeconómico más bajo, negras y latinas. Las mujeres aseguradas registraron una probabilidad cuatro veces mayor de haberse hecho una prueba el año anterior que las mujeres sin seguro.

Algunos expertos le comentaron a The New York Times que esperan, aunque con ciertas reservas, que la realización de más pruebas gracias al automuestreo, en conjunto con una vacunación más decisiva, ayude a la Organización Mundial de la Salud a cumplir su meta de erradicar pronto el cáncer de cuello uterino.‌ ”Es el cáncer que podríamos hacer desaparecer en nuestro tiempo de vida”, señaló Kobetz. Explicó que, desde el inicio de su vida profesional, “pensé que trabajaría para algún día quedarme sin trabajo”.

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