Los temores a una recesión en EE. UU. pueden ser exagerados, pero no infundados

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La economía ha desafiado repetidamente las predicciones de una recesión desde que comenzó la recuperación pandémica. Ahora las señales de fortaleza se enfrentan a lecturas más inestables.

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La economía de EE. UU. lleva tres años desafiando las expectativas. Salió de la pandemia con más rapidez y fuerza de lo que muchos expertos habían previsto. Demostró su resistencia frente a la inflación y las tasas de interés más altas que la Reserva Federal utilizó para combatirla. La perspectiva que muchos analistas consideraban inminente --una recesión-- parecía cada vez más una falsa alarma.

Hasta ahora.

El viernes, un informe sobre el empleo inesperadamente débil --que mostraba una ralentización de la contratación en julio y un sorprendente aumento del desempleo-- desencadenó una venta masiva en el mercado bursátil ante la preocupación de los inversores de que, después de todo, pudiera estar en marcha una recesión económica. El lunes esa caída se había convertido en un descalabro, con descensos de los mercados financieros en todo el mundo.

[El gráfico a continuación muestra que el número de puestos de trabajo creados en julio fue el segundo menor aumento mensual en años. El eje horizontal refleja los meses desde enero de 2022 hasta julio de 2024, el eje vertical expresa el aumento en puestos de trabajo en incrementos de 200.000. En julio de 2024 se crearon 114.000 empleos].

[El gráfico superior muestra que la tasa de desempleo aumento en julio a su nivel más alto desde octubre de 2021]

Algunos economistas afirmaron que los inversores estaban reaccionando de forma exagerada ante un informe débil pero no desastroso, ya que muchos indicadores muestran que la economía se encuentra en una posición fundamentalmente firme.

Pero también dijeron que hay motivos para preocuparse. Históricamente, aumentos del desempleo como el de julio --la tasa de desempleo subió al 4,3 por ciento, la más alta desde 2021-- han sido un indicador fiable de recesión. E incluso sin ese precedente, ha habido pruebas de que el mercado laboral se está debilitando.

"Incluso antes del informe de empleo, se estaban viendo algunos signos reales de ablandamiento en el mercado laboral", dijo Jay Bryson, economista principal de Wells Fargo.

Bryson sigue esperando un "aterrizaje suave", en el que la inflación se calme sin que se produzca una recesión económica generalizada. Pero las posibilidades de un desenlace más doloroso han aumentado. Otros analistas dijeron lo mismo: los economistas de Goldman Sachs dijeron el fin de semana que veían un 25 por ciento de posibilidades de una recesión durante el próximo año, frente al 15 por ciento que pronosticaron previo a la última ronda de datos económicos.

Más importantes que las propias predicciones --que, después de todo, han demostrado ser poco fiables en repetidas ocasiones-- son los factores subyacentes. La economía estadounidense ya no cuenta con las reservas de fortaleza que la ayudaron a superar las recientes turbulencias. Las familias ya no disponen del colchón de dinero en efectivo acumulado durante la pandemia, ni de la demanda reprimida para gastarlo. Las empresas ya no tienen puestos de trabajo que cubrir ni estanterías que reponer.

Nada de esto significa que una recesión --una contracción real de la economía-- sea inevitable. Pero sí hace que este momento económico sea más precario que cualquier otro de los últimos años.

Por qué las predicciones pesimistas se han equivocado (hasta ahora)

Hay una diferencia crucial entre las anteriores e inexactas previsiones de recesión y el último conjunto de advertencias: las predicciones anteriores se basaban en gran medida en patrones históricos y modelos teóricos. Las nuevas se basan en pruebas reales de desaceleración.

Cuando los economistas empezaron a predecir una recesión en 2022, la inflación era alta y la Reserva Federal estaba subiendo los tipos de interés agresivamente en un intento por controlarla. En el pasado, esas condiciones solían conducir a una recesión: los legisladores intentan frenar la demanda lo suficiente para reducir la inflación, pero acaban excediéndose y provocando despidos generalizados.

Esta vez no ha sido así. Los consumidores y las empresas salieron de la pandemia con abundantes ahorros y relativamente poca deuda, lo que les hizo menos sensibles al aumento de los costos de los préstamos. Al mismo tiempo, la disminución de las alteraciones relacionadas con la pandemia permitió que las presiones inflacionistas se disiparan sin exigir una gran caída de la demanda de bienes y servicios.

"Todas esas reglas normales que suelen aplicarse tanto en la experiencia histórica como en los modelos teóricos fueron muy diferentes esta vez", dijo Tara Sinclair, profesora de la Universidad George Washington que recientemente dejó su cargo en el Departamento del Tesoro.

Como resultado, aunque muchos economistas advirtieron de que se avecinaba una recesión, los datos nunca respaldaron esa previsión. La contratación, el crecimiento salarial y el gasto de los consumidores disminuyeron, pero ninguno se desplomó. El desempleo se mantuvo cerca de mínimos que no se habían visto en décadas. El producto bruto interno, la medida más amplia de la producción económica, siguió creciendo a un ritmo saludable, y a veces robusto.

Por qué ha resurgido el temor a la recesión

Ahora, sin embargo, empiezan a aparecer grietas. Cada vez más personas se retrasan en el pago de sus tarjetas de crédito y de sus automóviles. Las solicitudes de subsidio de desempleo han empezado a aumentar. El gasto general de los consumidores se ha mantenido fuerte, pero hay indicios de que los consumidores con ingresos más bajos se están quedando atrás.

Los datos de empleo de julio fueron la señal de advertencia más clara hasta la fecha. El crecimiento del empleo se ralentizó mucho más de lo previsto y se concentró en un puñado de sectores. El aumento de la tasa de desempleo, el tercero en cuatro meses, bastó para sugerir que podría haber comenzado ya una recesión, según un conocido indicador conocido como la regla de Sahm.

[El gráfico a continuación muestra la variación de la tasa de desempleo en EE. UU. con respecto al punto más bajo de los 12 meses anteriores. Los datos están desestacionalizados y todos los cálculos se basan en la media móvil de tres meses]

Claudia Sahm, la economista que trabajó en la Reserva Federal y desarrolló la regla, dijo que las modificaciones durante y desde la pandemia podrían haber alterado su indicador homónimo como lo hicieron con tantas otras señales de advertencia de recesión antes fiables. Pero afirmó que la lógica subyacente --que incluso los pequeños aumentos del desempleo son motivo de preocupación-- sigue siendo válida.

"Teniendo en cuenta todo lo que sabemos, o creemos saber, Estados Unidos no está en recesión", dijo Sahm. "¿Pero el riesgo de entrar en recesión en, digamos, los próximos tres a seis meses? Eso sí que ha subido".

Razones para el optimismo

Aun así, según la mayoría de los indicadores, la economía de EE. UU. se está ralentizando, no estancando.

El gasto de los consumidores, los ingresos personales y el crecimiento del empleo --todas medidas utilizadas por la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas para determinar cuándo comienzan y terminan las recesiones-- se han mantenido sólidamente positivos. El producto bruto interno, ajustado a la inflación, creció más deprisa en el segundo trimestre que en el primero, y se espera que vuelva a hacerlo en el tercero. Otros datos recientes han mostrado un crecimiento inesperadamente fuerte de la productividad y un repunte del sector servicios.

Mejor aun, la inflación se ha enfriado significativamente, lo que da a la Reserva Federal más margen para reducir los tipos de interés si la economía se debilita aun más, sin preocuparse tanto de que hacerlo permita que los precios vuelvan a subir rápidamente.

Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, indicó en una rueda de prensa la semana pasada --antes del informe de empleo y del desplome de los mercados-- que el banco central podría recortar las tasas ya en su próxima reunión de septiembre, algo que los inversores ven ahora casi como una certeza. Algunos inversores esperan que la Reserva Federal intervenga incluso antes, aunque los observadores atentos de la institución consideran improbable una medida de emergencia de este tipo.

El reto para los legisladores es que, tras dos años tratando de ralentizar la economía, pretenden hacer algo aún más delicado: nivelarla. Y lo están intentando con datos imperfectos y a veces contradictorios, utilizando herramientas poco adecuadas para ajustes tan finamente calibrados.

"Es muy difícil distinguir la diferencia entre llegar a la pista de aterrizaje y abrirse paso hacia ella", dijo Sinclair.

Talmon Joseph Smith colaboró con reportería.

Ben Casselman escribe sobre economía, con especial atención en las historias que incluyen datos. Ha cubierto la economía durante casi 20 años, y su trabajo reciente se ha centrado en cómo las tendencias en el trabajo, la política, la tecnología y la demografía han dado forma a la forma en que vivimos y trabajamos. Más de Ben Casselman

Talmon Joseph Smith colaboró con reportería.

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