Una caótica rueda de prensa no aclara la polémica del boxeo olímpico femenino

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En una rueda de prensa plagada de problemas técnicos, los medios de comunicación encontraron caos, ataques y ninguna respuesta clara sobre la polémica en torno a la elegibilidad de las boxeadoras Imane Khelif y Lin Yu-ting.

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La conferencia de prensa se había anunciado como un esfuerzo de las autoridades internacionales de boxeo por aclarar las razones por las que el año pasado se prohibió a dos atletas participar en una competición femenina, y una oportunidad para dar algo de claridad a lo que se ha convertido en la mayor controversia de los Juegos Olímpicos de París.

En lugar de eso, la reunión comenzó con 90 minutos de retraso y se tornó caótica casi de inmediato.

Y cuando terminó, unas dos horas más tarde, no se había aclarado casi nada sobre la controversia.

El director de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés), una organización que ya no está reconocida por el Comité Olímpico Internacional para supervisar este deporte en los Juegos Olímpicos, había prometido respuestas sobre por qué la organización había excluido a las dos boxeadoras, Imane Khelif, de Argelia, y Lin Yu-ting, de Taiwán.

En lugar de ello, el presidente de la asociación, el ruso Umar Kremlev, apareció en una pantalla de video gigante desde una sala decorada con imágenes religiosas y profirió acusaciones descabelladas, ataques personales y utilizó un lenguaje cuestionable para hablar de los casos de las dos mujeres.

Antes de esto, un funcionario del boxeo había dicho que los análisis de sangre realizados a Khelif y Lin en los campeonatos del mundo del año pasado revelaron que tenían cromosomas X e Y, el patrón típico masculino. Kremlev, sin rodeos, dijo que los análisis "demuestran que eran hombres". Pero ni él ni los demás panelistas ofrecieron pruebas que respaldaran esa afirmación. Dijo que no sabía si las atletas eran transgénero. El Comité Olímpico Internacional ha insistido en que son mujeres. Kremlev lanzó ataques contra el Comité Olímpico, contra su presidente, el alemán Thomas Bach, y contra los propios Juegos de París.

Con esto, lo más probable es que haya logrado que Khelif y Lin reciban aún más atención negativa y más agresiones en internet relacionadas con el tema de su elegibilidad, tan solo un día antes de que cada una vuelva al cuadrilátero para combatir por una medalla olímpica.

"No me importa la opinión de nadie", declaró Khelif en una entrevista con el servicio de noticias SNTV. "Yo vine aquí por una medalla y a competir por una medalla".

Los responsables olímpicos, que llevan meses peleando con los dirigentes de la IBA y pasaron días intentando apaciguar el furor que inició con la victoria obtenida por Khelif frente una rival italiana el jueves en tan solo 46 segundos, respondieron a la rueda de prensa del lunes descalificando a la organización de boxeo.

"El contenido y la organización de la conferencia de prensa de la IBA dicen todo lo que hay que saber sobre esta organización y su credibilidad", declaró el Comité Olímpico Internacional en un comunicado.

La IBA había llevado a tres funcionarios a París para reunirse con un grupo de más de 100 periodistas de todo el mundo en una sala decorada. Dominando el acto, y finalmente apareciendo en una pantalla de video gigante desde Moscú, estuvo Kremlev, quien, después de que se resolvieron los problemas técnicos, lanzó una diatriba confusa tras otra.

Debajo de al menos tres cuadros con iconos cristianos, Kremlev movía el cuello de un lado a otro como lo haría un boxeador en los minutos previos a un combate.

Declaró que la IBA había documentado mediante análisis de sangre que Lin y Khelif tenían altos niveles de testosterona, y dijo, en un lenguaje que a veces rozaba lo inapropiado, que las boxeadoras habían sido sometidas a pruebas que revelaban que tenían características masculinas.

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También insistió en sus reclamos anteriores de que la ceremonia inaugural de París había sido ofensiva para algunos grupos religiosos --reclamos que han provocado amenazas de muerte para su director artístico--, mientras los periodistas presentes intentaban una y otra vez volver a centrar la atención en las denuncias de elegibilidad olímpica contra Lin y Khelif.

Ambas boxeadoras ya eran bien conocidas en los eventos femeninos desde hacía varios años --Lin es una excampeona del mundo-- antes de convertirse en el centro de un intenso escrutinio en París. Sin embargo, incluso antes de que Khelif venciera a una rival italiana, Angela Carini, en su primer combate la semana pasada, las redes sociales bullían con especulaciones sobre su descalificación y la de Lin en los campeonatos del mundo femeninos del año pasado en India.

El Comité Olímpico Internacional, responsable del boxeo en los Juegos Olímpicos tras haber despojado a la IBA del derecho a supervisar este deporte en el evento, ha declarado que sus directrices para el boxeo permiten el acceso a la categoría femenina en función de lo que digan los pasaportes de las atletas. También ha señalado repetidamente que Khelif y Lin lucharon durante años en competiciones femeninas sin objeciones.

Sin embargo, Kremlev dijo el lunes que no tenía ninguna duda de que las dos mujeres no podían participar en competiciones femeninas, después de que se sometieran a pruebas primero en 2022 y de nuevo en 2023.

"Las pruebas muestran que eran hombres", dijo Kremlev en comentarios que fueron traducidos del ruso. Luego añadió, utilizando términos vulgares, que la asociación no había realizado un examen físico de las dos boxeadoras, y que no podía estar seguro de que hubieran nacido como niñas "o si se hicieron algunos cambios".

Sin embargo, aunque la IBA habló abiertamente de los resultados de las pruebas de las boxeadoras, señaló que no podía proporcionar detalles específicos de los resultados debido a las normas de confidencialidad médica y a lo que dijeron que eran peticiones tanto de la delegación argelina como de la taiwanesa de no revelar los resultados.

El Comité Olímpico de Argelia ha denunciado anteriormente "los ataques malintencionados y poco éticos dirigidos contra nuestra distinguida atleta". La delegación de Taiwán --el país está compitiendo como China Taipéi en los Juegos Olímpicos-- declaró la semana pasada que "condena enérgicamente las agresiones malintencionadas en línea y los ataques personales". Ninguno de los dos países hizo comentarios inmediatos sobre la declaración de la IBA del lunes.

Ioannis Filippatos, presidente del comité médico y antidopaje de la IBA, ofreció una larga presentación de sus credenciales como ginecólogo con 30 años de experiencia antes de decir a la sala que quería que el mundo "sepa la verdad".

Dijo que las mujeres fueron sometidas a pruebas por primera vez en un campeonato mundial celebrado en Estambul en 2022. Esas pruebas, una forma de análisis genético realizado con muestras de sangre, llevaron a los funcionarios a sacar primero conclusiones sobre las dos atletas sin tomar medidas inmediatas, dijo.

"El resultado médico, el resultado de la sangre, parece --y lo dice el laboratorio-- que estos boxeadores son varones", dijo.

Sin embargo, pasaría otro año antes de que volvieran a someterse a pruebas y finalmente fueran descalificadas. El tiempo transcurrido entre las pruebas, y los años que las dos mujeres llevaban ya boxeando, desmintieron las afirmaciones del británico Chris Roberts, director ejecutivo de la organización de boxeo, de que la seguridad de las atletas era "primordial" en su decisión de descalificarlas de los eventos femeninos.

Gabriel Martelli, presidente de la división de entrenadores de la IBA, fue aún más lejos. "Nuestro deporte es peligroso", afirmó. "Cuando hay una ventaja injusta puede morir gente".

Sin embargo, los responsables insistieron en que a pesar de esos peligros declarados, el único momento en el que podían hacer pruebas a los atletas era en los campeonatos del mundo. Eso solo generó más dudas sobre la competencia del organismo, que lleva años enfrentado al Comité Olímpico Internacional por graves deficiencias en su gestión.

El hecho de que Kremlev sea un ruso radicado en Moscú y de que su organización esté respaldada por millones de dólares del gigante energético ruso Gazprom, en un momento en el que se ha prohibido a Rusia participar en los Juegos Olímpicos, ha llevado a funcionarios del Comité Olímpico Internacional y a otras personas a sugerir que el actual furor se ha fraguado para socavar los Juegos de París.

Los responsables de la IBA rechazaron esta acusación. Aseguraron que habían escrito al Comité Olímpico primero en 2022 y luego de nuevo en 2023 para proporcionar detalles sobre las pruebas realizadas a las atletas. La correspondencia fue ignorada, dijeron.

El Comité Olímpico Internacional declaró que las cartas, enviadas por correo electrónico, violaban el derecho de las atletas a la confidencialidad. Incluso los motivos de la prueba "no eran legítimos", señaló el lunes el portavoz jefe del Comité Olímpico, Mark Adams, porque no habían violado las normas de elegibilidad para la competición. "Estas atletas han estado compitiendo en la categoría superior durante seis años sin ningún problema", dijo. "Son elegibles para competir aquí y han competido aquí".

A medida que los problemas técnicos en la sala se acumulaban, también crecía la confusión sobre lo que no se decía. En varios intercambios acalorados, los periodistas pidieron más transparencia y algunos de los presentes en la sala gritaron a los funcionarios de la IBA presentes en el estrado que Khelif era una mujer, independientemente de lo que mostraran los resultados.

En un momento dado, ya entrada la segunda hora de la rueda de prensa, se produjo una segunda reunión improvisada en la misma sala. Mientras Kremlev daba otra larga respuesta a una pregunta, las cámaras de televisión rodearon a Roumaysa Boualam, del equipo femenino argelino de boxeo. Boualam, que fue eliminada de los Juegos Olímpicos al perder su combate inaugural la semana pasada, dijo que había venido a apoyar a Khelif, y habló con severidad sobre cómo el escrutinio público de la elegibilidad de su amiga había pasado factura.

"Cualquier persona tratada así se sentiría enfadada y frustrada", declaró Boulam, que vestía una camiseta de Argelia y exhibía la bandera del país norteafricano desde un asiento situado al fondo de la sala.

Tariq Panja es corresponsal deportivo mundial y se centra en historias donde el dinero, la geopolítica y el crimen se cruzan con el mundo del deporte. Más de Tariq Panja

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