VenezuelaElectionsGonzalez, Edmundo (1949- )Machado, Maria CorinaMaduro, Nicolas
La oposición disputa el resultado, que le otorgaría a Maduro seis años más como presidente; Estados Unidos expresó "serias preocupaciones".
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El líder autoritario de Venezuela, Nicolás Maduro, fue declarado ganador de unas tumultuosas elecciones presidenciales por la autoridad electoral del país en la madrugada del lunes, a pesar del enorme impulso de un movimiento opositor que se había convencido de que este era el año en que desbancaría al partido de inspiración socialista de Maduro.
La votación estuvo plagada de irregularidades, y los ciudadanos protestaban airadamente contra las acciones del gobierno en los centros de votación incluso mientras se anunciaban los resultados.
Con el 80 por ciento de los centros de votación escrutados, la autoridad electoral declaró que Maduro había recibido el 51,2 por ciento de los votos, mientras que su competidor más cercano, Edmundo González, había recibido el 44,2 por ciento.
El gobierno de Maduro ya ha inventado resultados electorales en otras ocasiones, y este recuento fue inmediatamente cuestionado por la oposición y por varios funcionarios de la región.
"Ganamos y todo el mundo lo sabe", declaró a primera hora del lunes en Caracas la líder opositora más popular del país, María Corina Machado. Calificó de "imposible" el resultado declarado, dada la información que su equipo había recogido sobre la participación.
El Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, en declaraciones a la prensa en Tokio, dijo que el gobierno de su país tenía "serias preocupaciones de que el resultado anunciado no refleje la voluntad ni los votos del pueblo venezolano".
En un discurso televisado, Maduro calificó su victoria de "triunfo de la paz y estabilidad" y "de la idea de la igualdad". Negó las acusaciones de fraude electoral.
Incluso antes de que se diera a conocer el resultado había preocupaciones de que una declaración de triunfo por parte de Maduro sumiera al país, rico en petróleo y en crisis, en un periodo de profunda incertidumbre, y de que se produzcan manifestaciones callejeras.
En el pasado, las fuerzas de seguridad afines a Maduro han reprimido las protestas violentamente.
Durante los 25 años que ha tenido el partido de Maduro en el poder, ha presidido un extraordinario desplome económico, como en ningún otro territorio sin guerra, y se ha convertido en la fuente de una de las mayores crisis migratorias del mundo.
Millones de venezolanos habían apoyado al candidato de la oposición, Edmundo González, un antiguo diplomático poco conocido que se convirtió en contendiente luego de que Machado fue inhabilitada por el gobierno de Maduro para participar en la votación.
Machado, ex diputada conservadora, había impulsado a grandes franjas del país con la promesa de restaurar la democracia y traer a casa a millones de venezolanos que habían huido de su país.
Pero al final, las ya probadas tácticas de coacción, supresión del voto y confusión del gobierno de Maduro, combinadas con la limitada capacidad de la oposición para monitorear la votación, parecen haber inclinado la balanza a su favor.
En Venezuela hay dos tipos de recuento de votos: un conteo digital que recibe el organismo electoral del país --que dirige un aliado de Madur, y un recuento en papel que imprime cada máquina de votación en los centros de votación.
El recuento en papel suele ser la forma en que los ciudadanos pueden verificar que el conteo digital es correcto.
Pero este año, en algunos centros de votación clave, los funcionarios electorales se negaron a entregar los recuentos en papel a los observadores electorales. Así ocurrió en uno de los centros de votación más grandes de la capital, Caracas, la escuela Rafael Napoleón Baute de Petare, donde votan unas 15.000 personas.
En Maracaibo, la segunda ciudad más grande de Venezuela, los dirigentes locales dijeron que no habían podido obtener los recuentos en papel de todos los centros de votación de su región. Un grupo de personas protestó afuera del Colegio Gonzaga, pidiendo al organismo electoral que entregara los recibos de voto.
Con los escasos recuentos en papel, el país no tiene manera de verificar el resultado anunciado por el partido gobernante.
Durante meses, los venezolanos se habían estado preparando para votar, y un espíritu de deber cívico y un fuerte deseo de cambio impregnaron la nación durante las elecciones del domingo. Muchas encuestas mostraban a González con una ventaja significativa sobre Maduro.
En algunos lugares, los votantes empezaron a hacer fila desde las 10 p. m. del sábado, ocho horas antes de la apertura prevista de los centros, y durmieron en las calles previo a la votación. Una fotografía, tomada en el estado occidental de Táchira, mostraba a los ciudadanos agolpados en un estrecho callejón antes del amanecer, ansiosos por depositar su voto, y rápidamente se convirtió en una imagen emblemática del momento.
"Llueva, relampaguee, caiga un terremoto, arena, lo que venga del cielo, así se abra la tierra, vamos estar aquí pegados", dijo Henry Mayora, de 74 años, quien llegó a su centro de votación en Caracas, la capital, a las 2:30 a. m. y se convirtió en el primero en la fila.
Mayora, que camina con un bastón y dijo apoyar a la oposición, fue el primero en la fila para votar.
La elección está siendo observada de cerca en Washington, que ha pasado años tratando de empujar a Maduro para que abandone el cargo, imponiendo sanciones brutales en 2019 que han estrangulado la ya de por sí estancada economía del país.
En los últimos años, un cambio de gobierno se ha vuelto aún más importante para Estados Unidos, ya que un gran número de venezolanos han comenzado a emigrar hacia el norte, y el petróleo del país se vuelve cada vez más valioso en un panorama geopolítico cambiante.
Las buenas relaciones de Maduro con adversarios de EE.UU., como Rusia, Irán y China, solo han preocupado más a Washington.
En las semanas previas a las elecciones, el gobierno de Maduro hizo enormes esfuerzos para inclinar los resultados a su favor, incluyendo la detención de miembros de la campaña de Machado y González y evitando que la mayoría de las personas que viven en el extranjero pudieran emitir su voto.
El domingo por la mañana, cuando se abrieron las urnas, hubo indicios de problemas en varias partes del país.
En el Liceo Andrés Bello, un centro de votación de Caracas, la capital, un colaborador de The New York Times observó cómo unos 15 hombres con chaquetas negras sin distintivos ni identificación bloqueaban el acceso al centro. En una riña, una mujer fue golpeada.
En la ciudad de Maturín, en el este, una mujer fue alcanzada por una bala cuando unos hombres en motocicleta pasaron junto a una fila de personas que esperaban para votar, según una exlegisladora, María Gabriela Hernández, que se encontraba en el lugar de los hechos.
Por todo el país, muchos centros de votación abrieron tarde. En ocasiones, las máquinas dejaron de funcionar. A algunos testigos oficiales se les impidió el acceso. Otros centros permanecieron abiertos hasta tarde mientras miembros del partido de Maduro reunían a los votantes que aún no habían depositado su voto.
En un centro de votación de la ciudad de Carúpano, en el departamento de Sucre, al norte, ciudadanos y periodistas locales dijeron que las fuerzas de seguridad del gobierno habían intentado expulsar a un observador electoral aliado con la oposición y sustituirlo por un observador sin credenciales del organismo electoral del país.
En la ciudad cercana de Cumaná, cinco personas dijeron que se había instalado un nuevo lugar de votación no oficial en un centro comunitario. Un periodista que estaba reportando para The New York Times e intentó acceder al sitio fue bloqueado por partidarios del gobierno.
En otro centro de votación de Cumaná, unos 50 policías y guardias nacionales armados habían formado una larga fila en el exterior a media mañana, con cascos y chalecos antibalas, proyectando claramente la fuerza del Estado a cualquiera que se planteara votar contra los que están en el poder.
En la ciudad de Maracaibo, en el oeste del país, los votantes denunciaron que sus centros de votación habían sido trasladados sin su conocimiento. Sonia Gómez, de 65 años, dijo que había consultado el sitio web del consejo electoral el sábado para verificar su centro de votación. Pero cuando llegó el domingo, los trabajadores electorales le dijeron que estaba inscrita en otro lugar.
Gómez dijo que a las personas mayores las habían cambiado de lugar "porque saben que no tenemos tanta energía". Y añadió que buscaría a alguien que la llevase a votar.
En otros lugares, la votación fue más tranquila. En uno de los centros de votación más grandes de Caracas, en el barrio de Petare, Rony Velázquez, un entrenador personal, dijo que había decidido votar por el gobierno.
Dijo que simpatizaba con la oposición, pero que buscaba mejoras dentro del sistema político actual, por temor a que la oposición tardara años en lograr un cambio.
Si la decisión electoral se mantiene y Maduro permanece en el poder, llevará al chavismo, el movimiento de inspiración socialista del país, a su tercera década en Venezuela. Fundado por el expresidente Hugo Chávez, mentor de Maduro, el movimiento prometió inicialmente sacar a millones de personas de la pobreza.
Durante un tiempo, lo hizo. Pero en los últimos años, el modelo socialista ha dado paso a un capitalismo brutal, dicen los economistas, con una pequeña minoría conectada al Estado que controla gran parte de la riqueza del país.
En 1999, Chávez llegó al poder después de unas elecciones democráticas, prometiendo sacar a millones de la pobreza y comprometiéndose a reestructurar un sistema dirigido por una élite corrupta. Hoy, su movimiento gobierna un Estado ampliamente considerado corrupto, los líderes de su partido son la élite, y Machado y González habían prometido removerlos.
En entrevistas recientes a lo largo del país, algunos partidarios de Machado prometieron tomar las calles si Maduro se declaraba ganador.
Luis Bravo, que vendía agua en un reciente acto de campaña de Machado, dijo que si Maduro se proclamaba una victoria y comenzaban las protestas, él se uniría a ellas.
"Yo estoy rogando que no, que no lleguemos a eso. Porque obviamente se va morir mucha gente. Pero si toca, toca".
Isayen Herrera y Alejandro Cegarra colaboraron con la reportería desde Caracas, Venezuela, Nayrobis Rodríguez desde Sucre, Venezuela, Sheyla Urdaneta desde Maracaibo, Venezuela, Genevieve Glatsky desde Bogotá, Colombia y Edward Wong from Tokyo.
Isayen Herrera y Alejandro Cegarra colaboraron con la reportería desde Caracas, Venezuela, Nayrobis Rodríguez desde Sucre, Venezuela, Sheyla Urdaneta desde Maracaibo, Venezuela, Genevieve Glatsky desde Bogotá, Colombia y Edward Wong from Tokyo.