Israel llegó a los Juegos Olímpicos entre vítores, abucheos y sirenas de policía

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El partido de fútbol contra Mali puso a prueba el dispositivo de seguridad que Francia prometió desplegar para proteger a la delegación israelí.

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Es poco probable que algún equipo haya llegado a unos Juegos Olímpicos de la forma en que la selección masculina de fútbol de Israel llegó al Parque de los Príncipes el miércoles por la noche.

Encabezaban la marcha furgonetas de policía, decenas de ellas repletas de escuadrones antidisturbios franceses y rodeadas por una serie de agentes en motocicletas. Los israelíes viajaron en un capullo de seguridad en el centro de la enorme caravana, metidos en un autobús urbano de servicio especial para los Juegos. Luego venían más furgonetas, más escoltas policiales, más sirenas: un impresionante despliegue de fuerzas con un único objetivo, el de proteger a los primeros participantes israelíes que entraron al terreno de juego en París.

La seguridad del equipo israelí en las Olimpiadas --en cualquier Olimpiada-- ha sido una cuestión crítica desde el asesinato de 11 atletas y entrenadores en los Juegos de Múnich en 1972. La actual guerra en Gaza y las protestas mundiales que la han acompañado han hecho de los Juegos de París quizá el acontecimiento deportivo más tenso en el que han participado atletas israelíes en el medio siglo transcurrido desde entonces.

Para los organizadores de París 2024, la mera presencia de la delegación israelí ha supuesto la mayor preocupación en materia de seguridad solo después de la multitudinaria ceremonia de inauguración que tendrá lugar el viernes en el río Sena. Además, el partido de fútbol que los israelíes disputaron el miércoles contra Mali puso a prueba casi todos los elementos del dispositivo de seguridad francés.

El equipo de Israel se ha mostrado tranquilo en cuanto a sus nervios y su seguridad antes del primer partido --"Nadie está preocupado", dijo su entrenador, Guy Luzon, el martes--, pero los indicios de que la noche del miércoles sería un asunto cargado de tensión quedaron claros desde antes de la patada de inicio. El himno israelí fue recibido con abucheos en algunos sectores del estadio, que estaba medio lleno, y algunos espectadores que llevaban camisetas blancas con letras que decían "Palestina libre" fueron rápidamente desalojados por los servicios de seguridad.

Gérald Darmanin, ministro del Interior francés, asistió al partido días después de haber prometido proporcionar a Israel lo que describió como "seguridad 24 horas al día, 7 días a la semana".

El viernes, esa demostración de fuerza supuso que agentes antiterroristas vestidos con equipo táctico, varios batallones de policías locales y nacionales y miembros de la brigada antiexplosivos estuvieran firmemente apostados varias horas antes de que el equipo de Israel llegara al estadio.

Israel ha enviado a casi 90 atletas a París, y las autoridades israelíes y el gobierno francés les han tendido un manto de seguridad inusualmente pesado.

Eso quedó claro un día antes del partido del miércoles, cuando el equipo celebró una sesión de entrenamiento en un centro deportivo comunitario de las afueras de París. La escena ofreció una visión de cerca de lo estricta que será la seguridad de Israel durante su estancia en París.

Agentes de policía con armas automáticas patrullaban el perímetro del centro incluso antes de que el equipo israelí llegara a entrenar. En el interior, más agentes armados, algunos vestidos de civil y otros de la unidad de escolta del Ministerio del Interior francés, ocupaban sus puestos en una pista de atletismo que rodeaba el campo durante una sesión de entrenamiento.

Cuando un grupo de jugadores se separó para hablar con un pequeño grupo de periodistas, algunos de los agentes de seguridad tomaron posiciones en las inmediaciones. Antes de la primera pregunta, un responsable de prensa del equipo insistió en que los temas de la guerra en Gaza y la política israelí estaban prohibidos.

Los jugadores y su entrenador se ciñeron al guión, hablando de su emoción por estar en la villa de los atletas y de sus esperanzas no solo de competir, sino también de triunfar.

"Estamos muy emocionados, pero tenemos trabajo que hacer", dijo el centrocampista Omri Gandelman.

Darmanin reconoció esta semana que la delegación israelí gozaría de más protección que cualquier otro participante en los Juegos, y confirmó que Israel había solicitado --y obtenido-- dispensa para desplegar sus propios agentes armados en suelo francés para proteger a sus equipos y funcionarios.

Los funcionarios israelíes también hicieron otras peticiones. Se aceptó la exigencia de que sus cocineros estuvieran presentes en todas las sedes en las que estuvieran presentes sus equipos y atletas, así como la petición de un lugar de entrenamiento de fútbol fuera del centro de París. Sin embargo, no se aceptó otra petición, la de impedir la entrada de los medios de comunicación a los entrenamientos.

Sin embargo, la seguridad física era solo una parte de los preparativos de Israel. Para preparar a su equipo de fútbol para una recepción potencialmente hostil, Israel también contrató a un psicólogo para trabajar con los jugadores sobre lo que podrían ver y oír.

El miércoles, los miembros de ese equipo dieron sus primeros pasos en el escenario olímpico, y los aficionados que habían viajado para verlos dijeron sentirse tranquilos tras llegar al estadio.

Gal Vaknin, de 35 años, dijo que había llegado el día del partido procedente de la ciudad costera de Ascalón, Israel, y que sus familiares franceses le habían advertido que no vistiera los colores azul y blanco de su país. Hizo lo que le dijeron, hasta que llegó a las afueras del estadio.

"Estoy muy emocionado de estar aquí, sobre todo por ser israelí en esta época y por demostrar al mundo que somos normales, que somos humanos", declaró.

El partido tuvo dificultades para mantener la atención de algunos aficionados, ya que en repetidas ocasiones se produjeron altercados y discusiones entre seguidores que apoyaban a Israel y asistentes que blandían la bandera palestina.

La bandera palestina no está prohibida en los estadios --también hay un equipo palestino en los Juegos Olímpicos--, pero algunos eslóganes sí lo están. Sin embargo, el hecho de que la atención se centrara en Gaza hizo que, en algunos momentos, diera la impresión de que en el estadio estaban presentes aficionados de tres naciones, y que el contingente de Malí quedó relegado a un segundo plano.

El partido en sí se convirtió en poco más que un espectáculo secundario. Acabó 1-1.

Tariq Panja es corresponsal deportivo mundial y se centra en historias donde el dinero, la geopolítica y el crimen se cruzan con el mundo del deporte. Más de Tariq Panja

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