Whales and WhalingEndangered and Extinct SpeciesNew Zealand
Solo se han identificado seis ejemplares de esta ballena. Este cadáver podría ser el primero que los científicos sean capaces de diseccionar.
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Los habitantes de Nueva Zelanda, un punto de varamientos frecuentes de ballenas y delfines, están acostumbrados a encontrar grandes criaturas marinas en sus costas. Pero la que apareció en una playa del sur del país a principios de este mes --de unos 4,8 metros de largo, con un color distintivo y los dientes desprendidos-- no era una ballena cualquiera.
Los científicos creen que se trata del cadáver de la ballena más rara del mundo, tan escurridiza que nunca se ha documentado con vida.
Solo existen otros seis ejemplares de esta criatura, conocida como ballena de dientes de pala, mesoplodón de Bahamonde o zifio de Travers: muestras de esqueletos y cadáveres encontrados con décadas de diferencia a lo largo de 150 años. Hasta 2010, los científicos ni siquiera sabían qué aspecto tenía la ballena. Aún no se sabe casi nada de la especie, como cuántas ballenas existen, qué comen y cómo se comportan.
Este cadáver, que llamó la atención de las autoridades locales el 4 de julio tras llegar a la orilla cerca de la desembocadura del río Taieri en Otago, en la isla Sur del país, representa una oportunidad sin precedentes. Se descubrió rápidamente y se guardó en un congelador, en tal estado que los científicos podrían diseccionar un espécimen por primera vez.
"Todo lo que veamos será nuevo para la ciencia", declaró el martes en una entrevista Anton van Helden, asesor sobre especies marinas del Departamento de Conservación de Nueva Zelanda y experto en ballenas de dientes de pala.
La agencia de conservación anunció el descubrimiento el lunes, señalando que se habían enviado muestras de la ballena para realizar pruebas de ADN y confirmar su identidad. Pero van Helden, quien ha estudiado la especie durante 35 años, dijo que estaba "100 por ciento seguro" de que se trataba de una ballena de dientes de pala sobre la base de su coloración distintiva, la colocación de sus dientes y la forma de su mandíbula.
La especie es una especie de zifio, en sí mismo una misteriosa categoría de mamífero. Los zifios pasan gran parte de su tiempo buceando en aguas profundas, y se calcula que algunas especies solo pasan un cinco por ciento de su tiempo saliendo a la superficie para tomar aire, explicó van Helden, lo que dificulta su estudio por parte de los científicos.
En 2002, van Helden dirigió un equipo de científicos que confirmó que la ballena de dientes de pala era una especie única, utilizando tres conjuntos de restos óseos recogidos en Nueva Zelanda y Chile entre los años 1870 y 1990, algunos de los cuales habían sido clasificados erróneamente o pasados por alto.
La especie se identificó por primera vez en 1874, a partir de una mandíbula y dos dientes colmilludos recogidos en la isla Pitt, en el archipiélago neozelandés de Chatham. Pero como no se encontraron más ejemplares de la especie, los científicos la clasificaron erróneamente como otra especie de zifio, llamada zifio de Layard.
En 1950 se recogió un segundo ejemplar en la bahía neozelandesa de White Bay, pero se guardó en el museo de una universidad durante décadas sin ser identificado, hasta que van Herden lo encontró por casualidad. Otro cráneo fue descubierto en la isla Robinson Crusoe, frente a Chile, por científicos que, sin conocer las dos muestras neozelandesas, determinaron en 1995 que su cráneo pertenecía a una nueva especie.
Van Herden y su equipo utilizaron pruebas de ADN para determinar que las tres muestras pertenecían a la misma especie, y "resucitaron" a la ballena de dientes de pala en 2002, dijo. En 2010, una madre y su cría llegaron a las costas de Nueva Zelanda --los primeros ejemplares intactos conocidos por los científicos--, pero fueron identificados erróneamente y enterrados antes de que pudieran ser examinados. Aun así, permitieron a los científicos empezar a describir el aspecto de la ballena por primera vez. Otro varamiento en Nueva Zelanda en 2017 ayudó a solidificar esa descripción.
Antes de poder diseccionar el cadáver congelado de la ballena, los científicos tendrán que mantener conversaciones con el pueblo indígena maorí local, quien las considera sagradas. Estas conversaciones probablemente llevarán mucho tiempo debido a la rareza del animal, según un comunicado del Departamento de Conservación. A principios de este año, los líderes indígenas de Nueva Zelanda, Tahití y las Islas Cook firmaron un tratado que reconocía a las ballenas como personas jurídicas.
Si los científicos son capaces de diseccionar el cadáver, eso podría arrojar más luz sobre su biología y en qué se diferencian de otros zifios, dijo van Herden. El contenido de su estómago podría proporcionar información sobre su dieta y en qué partes del océano viven.
"Hay un mundo de posibilidades en cuanto a lo que podemos descubrir", dijo van Herden.
Yan Zhuang es reportera del Times en Seúl y cubre noticias de última hora. Más de Yan Zhuang