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Cuando Tim Bushe decidió podar unos setos una tarde reciente, atrajo más atención de lo habitual para una tarea rutinaria de jardinería.

Los transeúntes se detuvieron para hacer fotos y preguntas. Los vecinos pasaron por encima de montones de hojas cortadas para darle las gracias. Un conductor tocó el claxon y levantó el pulgar.

Bushe está acostumbrado a recibir atención. Así pasa cada vez que corta el pelo a sus dos gigantescos y peludos elefantes. Son solo uno de los setos de una colección en las calles residenciales que Bushe ha transformado de plantas crecidas a caprichosas creaciones.

Su colección de setos incluye dos gatos, una ardilla, un hipopótamo y un pez. También hay, a modo de experimento, una mujer desnuda recostada. Espera que un conejo gigante se una a ellos este verano.

Desde hace años, sus setos encantan a los vecinos y desconciertan a quienes tropiezan con ellos. Incluso reciben reseñas como puntos de referencia locales en los mapas de Google, desde las más sencillas ("Bien cuidado") hasta las más efusivas ("Ahora mi vida está completa después de ver este hermoso seto").

Bushe, de 70 años, arquitecto y licenciado en arte, ha construido muchas cosas a lo largo de su larga carrera, desde escuelas y tiendas hasta casas y oficinas. Pero quizá sean sus traviesos setos repartidos por el norte de Londres los que más intrigan.

"Me doy cuenta de la alegría que dan", dijo Bushe, quien dona sus ganancias por cortar setos a causas medioambientales. "Levantan el paisaje urbano de una forma muy positiva".

'¿Por qué no hacer algo divertido?'

Los setos tienen una historia muy antigua en Gran Bretaña, ya que se utilizaban para delimitar terrenos en la Edad de Bronce y se popularizaron durante la revolución agrícola del siglo XVIII. Y la idea de dar forma a esos setos también tiene raíces profundas: el jardín topiario más antiguo del mundo, fundado en 1694, se encuentra en Levens Hall, una casa señorial a unas cinco horas en coche al norte de Londres.

"Los setos proporcionan un refugio muy necesario para edificios, personas, granjas y ganado", dijo Guy Barter, jefe de horticultora de la Real Sociedad de Horticultura, y añadió que crecen muy bien en el clima británico.

En tiempos más recientes, según Barter, un seto de jardín bien recortado ha llegado a simbolizar cierto tipo de aspiración: un propietario serio que se tomaba seriamente sus deberes vecinales. Un seto en mal estado, sin embargo, se ha considerado lo bastante atroz como para provocar disputas legales.

Pero los setos más salvajes también están ganando adeptos, según Barter. "Los setos son muy extravagantes y una forma fácilmente observable de presumir quién eres", afirmó.

"Es un poco como tener una valla blanca y que algo se enroscara en medio", dijo Tim Alden, un amigo de Bushe que se inspiró para recortar su propio seto, en el este de Londres, y convertirlo en un topiario de un perro.

Había algo en la sorprendente extravagancia de un seto con forma de perro que parecía inspirar notas de alegría en su buzón. "¿Por qué no hacer algo divertido de vez en cuando", dijo, "sin otra razón que la de hacernos sonreír?".

Bushe es exigente con sus encargos y solo acepta proyectos cerca de su casa, en el norte de Londres. "Me gusta la idea de que haya una colección de ellos cerca de donde estoy", dijo. (Y sí, es consciente de que su nombre le va más que bien a su oficio, 'bush' es 'arbusto' en español. "Quizá fue mi destino", dijo).

Todo empezó hace unos 15 años, con un seto que había crecido demasiado en su propio jardín, contó Bushe. Su difunta esposa, Philippa, le preguntó si podía esculpir un gato para ella. "Pensé que un gato sería complicado", dijo.

En lugar de eso, se le ocurrió otra forma mientras recortaba el seto: un tren. Después probó esculpir la cabeza de un monstruo parecido a un lagarto. Los vecinos empezaron a pedirle que les diera formas a sus setos, como a un enorme conjunto de elefantes.

"A partir de ahí se formó una especie de bola de nieve", explicó. Su esposa acabó consiguiendo su gato en los setos al otro lado de la calle.

Pero el viaje de la flora a la fauna de fantasía requiere paciencia, persistencia y el lujo del tiempo. Bushe empieza con unos cortes iniciales para dar forma al seto. Después, debe crecer. Pueden pasar tres años o más antes de que los setos podados adquieran su forma definitiva.

"Puedo acabar con una oreja, por ejemplo, y tengo que esperar años a que crezca la otra", dijo.

Dar vida a sus diseños es un proceso más parecido a la escultura que a la jardinería. "Puedo visualizarlo todo en mi cabeza", explicó. "Solo es cuestión de encontrarlo".

Protegiendo a sus mascotas

A diferencia del mármol, el seto de aligustre común pronto pierde su forma: se necesitan varios recortes al año para conservar su silueta. "La gente se enfada mucho cuando se ponen peludos", dijo Bushe.

Pero, añadió, son más difíciles de mantener a medida que envejece. La naturaleza será el árbitro final de la longevidad de estos topiarios. Dos elefantes anteriores murieron a causa del hongo de la miel, y el seto del perro se está quedando calvo por culpa de unos gorgojos hambrientos. "Vivo aterrorizado de que los ataquen", dijo Bushe.

Una tarde reciente, Bushe reclutó a su perro, Spike, y a su amigo Tim Alden para transformar lo que había empezado a parecerse más a mamuts lanudos que a elefantes. Recortadoras eléctricas en mano, esculpieron, dejando montones de hojas cubriendo el suelo. Piernas, orejas y trompas afiladas a la vista.

Simon Massey fue uno de los vecinos que se acercaron a expresar su agradecimiento. "Es una obra de arte maravillosa", dijo, y añadió que había visto a todo tipo de gente venir al barrio a visitar y fotografiar a las criaturas.

Abdirashid Obsiye, un profesor de ciencias, había pasado muchas veces por delante del seto con forma de perro de Alden antes de darse cuenta de que había sido catalogado como atracción turística en internet. Añadió una crítica irónica, calificándola como "una obra inspirada".

Obsiye dijo que apreciaba el esfuerzo que había supuesto esculpirlo. Pero también vio el lado divertido de lo mundano convertido en atractivo. "Algunos se preguntan por qué un seto es una atracción turística", dijo Obsiye. "¿Por qué no? ¿Quién puso las reglas?".

Isabella Kwai es reportera de noticias en directo en la oficina de Londres. Se incorporó al Times en 2017 como parte de la corresponsalía de Australia. Más de Isabella Kwai

Las creaciones topiarias de Bushe incluyen, en el sentido de las agujas del reloj, desde arriba a la izquierda: elefantes, una cabeza de monstruo, un tren de carga y un par de gatos. (Andrew Testa/The New York Times)

En su colección también hay una ardilla, un hipopótamo y un pez. Pueden pasar tres años o más antes de que los setos podados adquieran su forma definitiva.(Andrew Testa/The New York Times)

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