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Terapeutas, escritores y académicos cuestionan la idea convencional sobre perdonar y alivian la presión para hacerlo.
Uno de los recuerdos más entrañables de la infancia de Amanda Gregory es un juego al que jugaba con sus dos hermanos. Lo llamaban "la caza de la cucaracha".
Consistía en ir corriendo a la cocina por la noche, encender las luces e intentar aplastar las cucarachas con los pies descalzos antes de que los bichos pudieran dispersarse.
Ni su madre ni su padre se molestaban en limpiar, recordó, y dejaban la casa sucia: los suelos estaban llenos de mugre y las alfombras apestaban a orina de gato. Y rara vez hablaban con sus hijos.
Un día ella se lesionó la rodilla y sus padres parecían más molestos que preocupados, contó. Con el tiempo, aprendió a vivir con el dolor. Décadas más tarde, Gregory descubrió que tenía astillas de hueso flotando en la articulación, un problema que requería cirugía.
Cuando era pequeña, nada de esto le parecía raro. Fue mucho más tarde, después de convertirse en terapeuta de trauma en Chicago, cuando Gregory se dio cuenta de hasta qué punto la había afectado la negligencia física y emocional de sus padres. En el curso de su propia terapia, empezó a preguntarse: "¿Necesito perdonar para avanzar más en mi recuperación?".
Gregory es una de los muchos terapeutas, escritores y académicos que cuestionan la idea convencional de que siempre es mejor perdonar. En el proceso, estos expertos están redefiniendo el perdón, al tiempo que borran la presión para hacerlo.
¿Qué es el perdón?
Normalmente, el perdón se ha entendido como "sustituir la mala voluntad hacia el ofensor por buena voluntad", afirmó Tyler J. VanderWeele, director del Programa de florecimiento humano del Instituto de Ciencias Sociales Cuantitativas de Harvard.
Algunos académicos, como Robert Enright, han ido un paso más allá, al afirmar que el perdón es la elección de dar bondad a quien no ha sido bueno contigo. Y aunque pueda ser inmerecido, escribió en una ocasión, el perdón puede fomentar "cualidades de compasión, generosidad e incluso amor" hacia quien te ha hecho daño.
"Imagínate decirle eso a un sobreviviente de un trauma", dijo Gregory. "Es difícil de vender".
Otros, como Frederic Luskin, investigador y director del Proyecto del perdón de la Universidad de Stanford, ven el perdón como un camino hacia la renuncia a la venganza, el odio o el agravio sin necesidad de sentimientos positivos: los neutros están bien. El objetivo final, dijo, es "estar en paz con tu vida".
Pero, ¿es cierto, como dijo una vez el premio Nobel de la Paz, el sudafricano Desmond Tutu, que "sin perdón, sin reconciliación, no hay futuro"? ¿Es necesario perdonar para evitar el rencor y el resentimiento?
¿Qué se consigue con el perdón?
Se ha escrito mucho sobre por qué el perdón es beneficioso. En muchas religiones, se considera una virtud. Algunos estudios sugieren que el perdón tiene impactos positivos para la salud mental, ayudando a mejorar la depresión y la ansiedad. Otros estudios han descubierto que el perdón puede reducir el estrés, mejorar la salud física y favorecer un sueño reparador.
"Perdonar es casi siempre útil, pero eso es diferente a que sea necesario", dijo VanderWeele.
Es un tema que Gregory aborda en su libro, que saldrá a la venta el año que viene: You Don't Need to Forgive: Trauma Recovery on Your Own Terms (No necesitas perdonar: la recuperación del trauma en tus propios términos).
En él, define el perdón como un proceso emocional y no como un punto final. A través de este proceso, las personas pueden experimentar menos emociones o pensamientos negativos hacia quien les hizo daño.
Pero se apresura a subrayar que no es lo mismo que la reconciliación. Y no se requiere tener ningún sentimiento positivo hacia quien te hizo daño.
"Se puede perdonar a alguien y no tener nada que ver con esa persona", afirmó.
Repensar lo que significa perdonar
Ya en 2002, Sharon Lamb, profesora de psicología de la Universidad de Massachusetts, campus Boston, cuestionaba la idea de que el perdón es terapéutico a largo plazo y se preguntó si en algunos casos podría ser incluso perjudicial.
"Quiero que la gente sienta y explore sus sentimientos", afirmó. "Lleva tiempo trabajar en eso".
Rosenna Bakari, una coach de empoderamiento que sufrió abusos sexuales en la infancia, dijo que para ella buscar el perdón no era la forma de curarse. En su lugar, añadió, fue más útil permitirse a sí misma sentir rabia y no perdonar después de permanecer callada sobre el abuso durante 40 años.
"Si te preguntas si perdonas o no, aléjate de la pregunta y pregúntate: '¿En qué tengo que trabajar para liberarme?'", dijo Bakari, quien tiene un doctorado en Psicología educativa.
Gregory dijo que algunos de sus clientes nunca buscan el perdón y "progresan mucho en la recuperación". Otros le dicen que han perdonado y que se sienten muy bien.
"No creo que tenga que ser un objetivo", dijo.
¿Cómo saber que ha llegado el momento de perdonar?
Susan Shapiro, autora y profesora de escritura en Nueva York, dice que después de romper con su terapeuta y mentor de toda la vida, le rondaba una pregunta: ¿Cómo puede la gente seguir adelante sin obtener la disculpa y el cierre que ansía?
Para su libro de 2021, The Forgiveness Tour (La gira del perdón), entrevistó a líderes religiosos y médicos, y preguntó a otras 12 personas cómo habían conseguido seguir adelante después de haber sido agraviadas. (Entre los ejemplos figuraba una mujer cuyo pastor la presionó para que perdonara a su padre después de que este la violó cuando ella tenía 13 años).
"Hay una especie de industria del perdón general que te dice que tienes que perdonar a todo el mundo", dijo Shapiro, en referencia a los numerosos libros de autoayuda y charlas TED que ensalzan el perdón. "Y, curiosamente, descubrí que a veces perdonar puede ser muy autodestructivo y peligroso".
En el caso de Shapiro, sin embargo, decidió reconciliarse con su antiguo mentor cuando él finalmente expresó remordimiento por el conflicto que los alejó. "Fue muy liberador", dijo.
Luskin explicó que el perdón, sea como sea que se logre, no sucede de inmediato. La gente necesita tiempo para llorar y "estar en el fango de la infelicidad y el sufrimiento", añadió.
Después de luchar con la cuestión durante años, Gregory aún no ha perdonado a su padre. Considera a su madre un producto de su propia educación difícil y, aunque no están unidas, las dos siguen asistiendo juntas a terapia familiar.
A veces, dijo, hay que hacer un gran trabajo emocional antes de plantearse el perdón. "El tema del perdón es que es complicado", dijo Gregory.
Christina Caron es reportera del Times y cubre salud mental. Más de Christina Caron
(Ben Wiseman/The New York Times)