Rusia abre juicio secreto a un reportero de EE. UU. acusado de espionaje

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Evan Gershkovich, de The Wall Street Journal, ha pasado 15 meses en prisión leyendo cartas y clásicos rusos. Las autoridades no han ofrecido al público ninguna prueba de que fuera un espía.

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En sus casi 15 meses en la infame prisión moscovita de Lefortovo, Evan Gershkovich ha leído a fondo clásicos de la literatura rusa como Guerra y paz y ha jugado al ajedrez por correo con su padre en Estados Unidos. Durante la hora de ejercicio que se le permite al día, intenta mantenerse en forma.

Los amigos que mantienen correspondencia con Gershkovich, periodista del Wall Street Journal, lo describen como una persona positiva, fuerte y que rara vez se desanima, a pesar de enfrentarse a la ira oficial de la Rusia del presidente Vladimir Putin.

"Puede tener altibajos como todo el mundo, pero sigue confiando en sí mismo, en su rectitud", dijo Maria Borzunova, periodista rusa y amiga de Gershkovich.

Gershkovich fue a juicio el miércoles, enfrentándose a una pena de hasta 20 años de prisión por una acusación de espionaje que él, su empleador y el Departamento de Estado de EE. UU. niegan vehementemente.

Compareció ante un tribunal de la gran ciudad industrial de Ekaterimburgo, al este de Moscú, donde fue detenido inicialmente y a donde fue trasladado recientemente tras más de un año de encarcelamiento en Moscú.

Poco antes de que comenzara el proceso, los periodistas filmaron a Gershkovich, con la cabeza recién afeitada, de pie en una jaula de cristal en el juzgado. Tras varias horas, el tribunal fijó la próxima sesión del caso para el 13 de agosto, según la agencia de noticias estatal rusa Tass.

En el centro del calvario de Gershkovich hay un vacío: la ausencia de cualquier prueba hecha pública por las autoridades rusas para apoyar su afirmación de que era un espía. Tampoco es probable que surja ninguna en su juicio, que ha sido declarado secreto; ningún observador tiene acceso y sus abogados tienen prohibido revelar públicamente todo lo que sepan.

"Creemos que se trata de un juicio falso basado en acusaciones falsas, por lo que el proceso será una farsa", declaró en una entrevista Almar Latour, editor de The Wall Street Journal. Añadió que es imposible predecir cómo afectará el juicio a los esfuerzos por conseguir la liberación de Gershkovich.

En un comunicado emitido el miércoles, la Embajada de EE. UU. en Moscú informó que sus funcionarios habían acudido al tribunal y habían tenido un breve acceso al mismo antes de que comenzara el proceso. "Hemos tenido claro desde el principio que Evan no ha hecho nada malo y que, en primer lugar, nunca debería haber sido detenido", decía el comunicado. En él se pedía su puesta en libertad inmediata.

En los juicios rusos, la condena es en gran medida una conclusión inevitable, especialmente cuando el Kremlin ha intervenido, como en este caso. El juez que instruye el caso se ha jactado ante un medio de comunicación local de que, a lo largo de décadas de carrera, solo ha absuelto a cuatro acusados.

Durante más de cinco años, Gershkovich, ciudadano de EE. UU. criado en Nueva Jersey, recorrió Rusia como reportero y llegó a amar el país, dicen sus amigos. El Ministerio de Asuntos Exteriores le renovó repetidamente sus credenciales de reportero.

Ahora podría ser carne de cañón del Kremlin para un canje de prisioneros, como lo han sido recientemente otros estadounidenses encarcelados. Al negociar un intercambio de este tipo, Rusia insiste en que primero debe llevarse a cabo un juicio, lo que aparentemente sitúa a ambas partes en igualdad de condiciones jurídicas.

"Es una ficha del Kremlin y quieren intercambiarlo", dijo Pjotr Sauer, periodista del diario The Guardian y amigo íntimo de Gershkovich.

En abril de 2022, Rusia intercambió a Trevor Reed, un estadounidense condenado por agredir a policías rusos, por un piloto ruso encarcelado por cargos de tráfico de cocaína en Estados Unidos. En el caso más sonado recientemente, en diciembre de 2022, Estados Unidos intercambió a Victor Bout, un conocido traficante de armas, por Brittney Griner, una estrella del baloncesto estadounidense encarcelada por posesión de cannabis.

Al preguntarle en una entrevista televisiva en febrero sobre el destino de Gershkovich, Putin dijo que las negociaciones estaban en marcha, pero mencionó la búsqueda de nuevas concesiones. Sugirió que podría estar dispuesto a cambiar al periodista por Vadim Krasikov, un ruso condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato en 2019 de un excombatiente separatista checheno en un parque del centro de Berlín.

En Moscú, un alto diplomático ruso acusó a Estados Unidos de politizar el juicio. En declaraciones a los periodistas el miércoles, el viceministro de Asuntos Exteriores Sergei Ryabkov dijo que Moscú había enviado "señales" a Washington sobre la posible liberación de Gershkovich y que deberían considerarse "seriamente", según Interfax, una agencia de noticias rusa.

Gershkovich, de 32 años, fue detenido en Ekaterimburgo, al este de los montes Urales, en marzo de 2023. Los fiscales, en sus vagas declaraciones sobre el caso, han dicho que "bajo instrucciones de la CIA" y "utilizando meticulosos métodos conspirativos", "estaba recopilando información secreta" sobre una fábrica que produce tanques y otras armas.

Gershkovich formaba parte de un grupo de jóvenes periodistas occidentales y rusos afincados en Moscú. Ellos se tomaban muy en serio su papel de explicar Rusia a los extranjeros: trabajaban constantemente para mejorar su dominio del idioma, viajaban mucho y compartían una cabaña de fin de semana tradicional en Peredelkino, una aldea a las afueras de Moscú conocida como lugar de retiro para escritores.

Gershkovich, criado por padres emigrantes soviéticos, adoptó el nombre de Vanya, y disfrutaba de los rituales rusos como el sauna y la búsqueda de setas, junto con deportes como el fútbol y el esquí, según sus amigos. Ashley Huston, portavoz del Journal, declaró que su familia no estaba disponible para hacer comentarios sobre el juicio.

Pero el clima para los periodistas en Rusia se volvió amenazador con la invasión de Ucrania por el país en febrero de 2022. El Kremlin aprobó leyes draconianas que limitaban la forma en que se podía describir la guerra y cerró numerosos medios rusos independientes. Gershkovich fue uno de los muchos periodistas que abandonaron el país, pero regresaba periódicamente para calibrar la manera en que el conflicto estaba cambiando a Rusia.

Dado que ningún corresponsal occidental había sido acusado de espionaje desde la era soviética, la perspectiva de ser encarcelado parecía preocupante pero remota. La detención de Gershkovich cruzó una línea, dijo Borzunova, dejando claro que todos los reporteros, no solo los rusos, estaban en peligro.

"Pensábamos que la acreditación oficial significaba algo", dijo, "pero no es así".

Durante su encarcelamiento, Gershkovich se ha reunido con sus abogados, y la embajadora de EE. UU., Lynne Tracy, ha recibido visitas ocasionales. El Departamento de Estado lo hadeclarado "detenido injustamente".

Sus amigos entraron en acción con una campaña de envío de cartas para mantenerlo conectado con el mundo exterior. Organizaron la hercúlea tarea de traducirlas al ruso, para facilitar su aprobación por los censores de la prisión.

El esfuerzo ha atraído más de 5000 cartas de todo el mundo, escritas por todo tipo de personas, desde abuelas hasta alumnos de primaria. Según Polina Ivanova, reportera de The Financial Times, muchas personas relatan experiencias difíciles que han vivido.

Los amigos de Gershkovich se han sentido inspirados en parte por su moral siempre alta. En las audiencias previas a los juicios, de pie en la jaula de espera de los acusados, solía saludar a sus compañeros reporteros con una sonrisa y, a veces, con las manos en forma de corazón.

Ha mantenido el sentido del humor, y en cartas a sus amigos ha sugerido que la comida de la cárcel no era peor que algunas de las comidas de su infancia. Gershkovich, quien en su día trabajó como administrativo en la redacción de The New York Times, había sido cocinero brevemente antes de dedicarse al periodismo. Sus amigos le preparan paquetes semanales para suplir la falta de fruta y verdura en las cárceles rusas, y añaden golosinas para su cumpleaños.

Él les ha devuelto el favor, asegurándose de enviarles felicitaciones por sus cumpleaños o por las fiestas. Pide a sus amigos que le pongan al día de sus vidas e incluso les anima a que le envíen cartas separadas describiendo los mismos acontecimientos sociales. "Como un periodista de verdad, quiere fuentes distintas", dijo Sauer.

Lector voraz, Gershkovich recorrió la biblioteca de la prisión en busca de algunos de los gruesos tomos fundacionales de la literatura rusa, como Guerra y paz, de Tolstói, y Vida y destino, de Vasili Grossman. También lee poesía y obras sobre la gente entre rejas.

El tiempo en prisión ha pulido su dominio del idioma. "Tenía un ruso de bebé cuando llegó, no había jerga, ahora es lírico, hermoso", dijo Sauer.

Desde el momento en que Gershkovich fue detenido, sus amigos pronosticaron un largo calvario, dada la experiencia de otros.

Paul Whelan, un estadounidense acusado de espionaje, lleva encarcelado desde 2018. Marc Fogel, ciudadano de EE. UU. que enseñaba en la Escuela Angloamericana de Moscú, fue declarado culpable de contrabando de drogas y condenado en 2022 a 14 años en una colonia penal. Alsu Kurmasheva, editora de Radio Free Europe/Radio Liberty y con doble nacionalidad ruso-estadounidense, se enfrenta a una sentencia ampliada por varios cargos.

"Nos dimos cuenta de que esto iba a ser un maratón", dijo Borzunova, "que esto no se iba a resolver rápidamente, que teníamos que prepararnos para contar esta historia durante mucho tiempo, que él era un rehén del régimen ruso, que fue detenido por su trabajo".

Neil MacFarquhar es reportero del Times desde 1995, y ha escrito sobre una amplia gama de temas, desde la guerra a la política, pasando por las artes, tanto a escala internacional como en Estados Unidos. Más de Neil MacFarquhar

Milana Mazaeva es reportera e investigadora, y colabora en la cobertura de la sociedad rusa. Más de Milana Mazaeva

Ivan Nechepurenko cubre Rusia, Ucrania, Bielorrusia, los países del Cáucaso, y Asia Central. Reside en Moscú. Más de Ivan Nechepurenko

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