Donald Sutherland, astro camaleónico del cine, muere a los 88 años

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Donald Sutherland, cuya capacidad para cautivar e inquietar, serenar y generar repulsión, quedó demostrada en papeles tan diversos como el de un cirujano tranquilo en el campo de batalla en M*A*S*H, un espía nazi despiadado en La isla de las tormentas, un padre conmovedor en Gente como uno y un fascista petulante en Novecento, falleció el jueves en Miami. Tenía 88 años.

Su hijo, el actor Kiefer Sutherland, anunció el fallecimiento en las redes sociales. CAA, la agencia de talentos que representaba a Sutherland, señaló que había muerto en un hospital después de una "larga enfermedad" que no fue especificada. Tenía una casa en Miami.

Con su rostro alargado, ojos penetrantes, orejas prominentes y sonrisa irónica, Sutherland, de más de 1,90 de altura, nunca cumplió con la imagen tradicional de galán de cine. A menudo recordaba que, mientras crecía en el este de Canadá, una vez le preguntó a su madre si era guapo, y ella le contestó: "No, pero tu cara tiene mucho carácter". Relató que una vez fue rechazado para un papel y que el productor le dijo: "Este papel requiere un tipo como el de la casa de al lado. No parece que hayas vivido al lado de nadie".

Sin embargo, a lo largo de seis décadas, desde principios de la década de 1960, apareció en alrededor de 200 películas y programas de televisión; algunos años estuvo en hasta más de media decena de películas. Klute, Seis grados de separación y un remake de 1978 de La invasión de los exhumadores fueron solo algunas de sus películas.

Y siguió trabajando hasta sus últimos años: se convirtió en un rostro familiar para el público más joven por su papel en las entregas de la franquicia Los juegos del hambre y en otros roles como cuando actuó junto a Brad Pitt en el drama espacial Ad Astra: hacia las estrellas (2019) y como el personaje principal de la película de terror inspirada en un cuento de Stephen King El teléfono del señor Harrigan (2022).

La capacidad camaleónica de Sutherland para ser entrañable en un papel, amenazador en otro y simplemente bizarro en otros llamó la atención de directores como Federico Fellini, Robert Altman, Bernardo Bertolucci y Oliver Stone.

"Para mí, trabajar con estos grandes directores fue como enamorarme", dijo Sutherland de ellos. "Yo era su amante, su amado".

Al inicio distaba mucho de ser un amante voluntarioso; reconoció haber sido excesivamente inflexible sobre cómo debía interpretarse un papel. Pero en 1981 dijo a la revista Playboy que "la interpretación cinematográfica consiste en la entrega a la voluntad del director". Estaba tan enamorado de algunos directores que le puso a sus cuatro hijos nombres de cineastas, incluido Kiefer, en homenaje a Warren Kiefer, con quien había trabajado al inicio de su carrera. También tuvo una hija, Rachel, gemela de Kiefer.

Sutherland llamó por primera vez la atención de muchos cinéfilos como uno de los soldados inadaptados y sociópatas en Doce del patíbulo (1967), ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Su personaje casi no tenía diálogo hasta que le pidieron que sustituyera a otro actor.

"Tú, el de las orejas grandes, hazlo tú", recuerda que le gritó el director, Robert Aldrich. "Ni siquiera sabía mi nombre".

Aunque Sutherland trabajó casi sin descanso hasta el final, algunos de sus papeles más memorables se produjeron entre 1970 y 1981, cuando apareció en 34 películas, a menudo interpretando a hombres que caminaban por la delgada línea que separa la cordura de la locura y, en ocasiones, la borraban. Su papel de fascista en Novecento (1976), de Bertolucci, su Lotario maquillado en El Casanova de Federico Fellini (1976) y su espía asesino de la Segunda Guerra Mundial en La isla de las tormentas (1981) son ejemplos de su capacidad para lo grotesco y lo ominoso.

Pero también podía ser irreverente, como en uno de sus primeros papeles clave: Hawkeye Pierce, un insolente cirujano de un hospital móvil, en M*A*S*H (1970), la película de Robert Altman ambientada en la guerra de Corea pero con una clara sensibilidad vietnamita. Diez años más tarde, amplió aún más su gama emocional en la película Gente como uno, el debut de Robert Redford como director, en la que interpretó a un marido atribulado y padre de los suburbios que lucha por mantener unida a su familia luego del ahogamiento de su hijo. Aunque su personaje pueda parecer débil, "en realidad es el único de la familia que tiene alguna idea de lo que está mal", escribió Vincent Canby en The New York Times.

Uno de los papeles más controvertidos del actor fue en Venecia rojo shocking (1973), de Nicolas Roeg, ambientada en Venecia y con tintes sobrenaturales. Sutherland y Julie Christie, en el papel de su esposa, protagonizaron una escena de sexo tan ardiente que quedó la duda de si, en realidad, hubo cópula. Él insistió en que no, pero ella dejó abierta la posibilidad.

Esta es una historia en desarrollo que se actualizará pronto.

Alex Traub colaboró con reportería.

Alex Traub colaboró con reportería.

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