Cómo aborda la nostalgia y los desafíos de la pubertad la película Intensa Mente 2

Se trata de una conceptual y melancólica visión sobre una niña que es también un testimonio de uno de los placeres del cine: la importancia de la emociones. Un repaso por algunas de ellas

Intensa-mente (Créditos: Disney+)

Ansiedad se encuentra con Alegría en la entusiasta y previsiblemente encantadora secuela de Pixar de su innovador éxito de 2015. Tristeza también sigue presente, al igual que Miedo y Desagrado.

Cuando una pequeña y redonda anciana entra en la película de animación Intensa Mente 2, es rápidamente ahuyentada por otros personajes. Lleva gafas de color rosa, ojos brillantes y un casco de pelo blanco. Se llama Nostalgia, y quienes la despiden -Alegría y Tristeza incluidas- le dicen que es demasiado pronto para que aparezca. Supongo que ellas nunca han visto una película de Pixar, y mucho menos Intensa Mente, una conceptual y melancólica visión sobre una niña que es también un testimonio de uno de los placeres del cine: la importancia de nuestras emociones.

Si has visto Intensa Mente (2015), tus conductos lagrimales ya estarán preparados para la secuela. La película original se centra en la vida de Riley, una simpática niña de 11 años, previsiblemente valiente, aunque por lo demás bastante común. Lo que distingue a Riley es que su funcionamiento interior se representa como un elaborado reino con personajes que encarnan sus emociones básicas.

La secuela de Intensa Mente, dirigida por Kelsey Mann, introduce nuevas emociones en la vida de Riley, quien se encuentra en un campamento de hockey para chicas, separada de sus padres y enfrentando nuevos sentimientos y decisiones que la llevan a descubrir más sobre sí misma

Durante gran parte de su vida, esas emociones han sido dirigidas por Alegría (voz de Amy Poehler), una duendecilla descalza y maníaca. Sin embargo, cuando los padres de Riley trasladan a la familia a una nueva ciudad, Tristeza (Phyllis Smith) da un paso adelante y nuestra niña entra en una espiral de depresión. En el maravilloso mundo de Pixar, las emociones acaban encontrando un nuevo y armonioso equilibrio, y Riley vuelve a ser una niña feliz.

Cuando empieza Intensa Mente 2, Alegría sigue dirigiendo el espectáculo junto con Tristeza, Ira (Lewis Black), Miedo (Tony Hale) y Desagrado (Liza Lapira) dentro de una luminosa torre llamada cuartel general. Es aquí, en el centro de la mente de Riley --una extensión laberíntica, ingeniosamente detallada, que es en parte un carnaval y en parte una zona industrial-- donde la vigilan en una enorme pantalla ovalada, como si estuvieran instalados detrás de sus ojos.

Las emociones siguen, controlan y a veces interrumpen sus pensamientos y acciones, a veces mediante una consola de control, que parece una mesa de mezclas de sonido y que se vuelve más compleja a medida que Riley crece. Al final de la primera película, un misterioso botón llamado “pubertad” ha aparecido en la consola; poco después del estreno de la secuela, ese botón se ha convertido en una escandalosa alarma roja.

En Intensa Mente 2, Riley se enfrenta a la pubertad y a nuevas emociones como Ansiedad, Envidia, Vergüenza y Ennui, mientras Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Desagrado siguen controlando y reaccionando ante sus pensamientos y acciones desde el cuartel general

La pubertad desencadena problemas para Riley (Kensington Tallman) en Intensa Mente 2, algunos de ellos muy emotivos, la mayoría poco sorprendentes. Ha pasado casi una década desde el estreno de la primera película, pero el tiempo en el cine es mágico y poco después de que comience la historia, Riley está soplando las velas del pastel de su cumpleaños número 13 con aparatos metálicos en los dientes y un rebelde grano en la barbilla.

Pronto entran en escena nuevas emociones encabezadas por Ansiedad (Maya Hawke), un duendecillo color zanahoria de cejas saltarinas y pelo alborotado. Poco después, Ansiedad toma el control de la consola y de Riley, con la ayuda de Envidia (Ayo Edebiri), Vergüenza (Paul Walter Hauser) y mi favorita, Ennui (Adèle Exarchopoulos), intencionalmente apático y de acento francés.

Dirigida por Kelsey Mann, esta fluida y ágil secuela se centra en gran medida en el inquietante (pero de clasificación PG o con supervisión de los padres) interludio de un campamento de hockey para chicas, un episodio que separa a Riley de sus padres al mismo tiempo que le trae nuevos amigos, sentimientos y decisiones. (Mann ideó la historia con Meg LeFauve, quien escribió el guion con Dave Holstein).

Al igual que en la primera película, la historia cambia sin parar entre lo que ocurre dentro de la cabeza de Riley y lo que sucede mientras descubre el mundo. Sus nuevas emociones la hacen preocuparse, refunfuñar, sonrojarse y fingir indiferencia, y aunque Alegría y el resto de las antiguas emociones son a veces interrumpidas con humor, siempre puedes sentir que los cineastas conducen a Riley hacia el bienestar emocional.

Liza Lapira, June Squibb, Yvette Nicole Brown, Maya Hawke ,Kensington Tallman, Amy Poehler, Ayo Edebiri, Tony Hale y Lewis Black en el estreno mundial de la película "IntensaMente 2" (REUTERS/Mario Anzuoni)

Mientras ella lucha con sus nuevas emociones, la película cambia de rumbo con sumo cuidado. Puede que Riley sea una adolescente abrumada por nuevas sensaciones corporales y sentimientos, pero quienes han hecho esta película pasan por esta etapa de desarrollo de puntillas como padres consentidores, unos que no están dispuestos a dejar que su hija crezca.

Por eso, a Riley no le llega el periodo, ni se escapa, ni se enamora. Tampoco se queda mirando su celular, ya que el entrenador de hockey del campamento, en un movimiento narrativamente conveniente, ha confiscado los teléfonos de las chicas. Riley era una niña buena y común; lo sigue siendo, y también lo es todo lo demás. Resulta que el abrazo de grupo que compartió con sus padres en la primera película no fue solo dulce, sino también una declaración de principios de Pixar.

Imagino que una de las razones por las que los cineastas no dieron a Nostalgia (June Squibb) un papel más importante aquí es que habría sido demasiado obvio para Pixar, un estudio que ha conquistado al público --tanto a los niños de verdad como a los niños interiores-- con su atractiva animación y su genio para explotar la nostalgia sentimental.

En Intensa Mente 2, Riley enfrenta la pubertad sin situaciones extremas como el periodo o el enamoramiento, con la historia centrándose en sus nuevas emociones y cómo estas afectan su vida diaria y su relación con sus padres y amigos (Disney Plus)

Para Pixar, todos los espectadores (sobre todo los adultos) son como Anton Ego, el infeliz crítico gastronómico de Ratatouille, quien, al probar un delicioso plato, se remonta a su infancia, cuando su madre le servía la misma comida con ternura. Ese recuerdo permite a Ego deshacerse de sus ideas preconcebidas para entregarse al placer como lo hizo hace tiempo, tal como Pixar insiste en que tú lo hagas al ver sus películas.

Las franquicias suelen apostar por la nostalgia, así que es fácil quedar cautivado por Intensa Mente 2, que en gran parte funciona porque la primera lo hace maravillosamente bien. La nueva película se ajusta al espíritu de la original, así como a su modelo de inventiva, su concepción y su diseño visual, por lo que sus placeres son agradablemente familiares.

Mann hace ajustes aquí y allá, indagando en unos cuantos nuevos y sombríos rincones que nunca resultan demasiado oscuros; también ofrece una deslumbrante escena en la que Ansiedad pierde el control, un colapso que se representa con la imagen de un remolino naranja que gira rápidamente. Es una expresión gráfica fascinante y acertadamente inquietante de una intensa agitación emocional, y te sacude a ti y a la película. Es un ejemplo perfecto de la habilidad de Pixar para convertir ideas en imágenes, algunas de las cuales consiguen traspasar la seguridad de su agradable visión del mundo con chispazos sublimes.

Intensa Mente 2

Calificada como PG por peligro leve y aparición de brócoli. Duración: 1 hora 40 minutos. En cines.

* Manohla Dargis es la crítica de cine principal del Times.