A los 45 años, compite con mujeres de la mitad de su edad en busca de un debut olímpico

The New York Times: Edición Español

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LOS ÁNGELES -- Cuando veas al equipo de natación artística de Estados Unidos entrenar para los Juegos Olímpicos --con sus cuerpos boca abajo, sus piernas haciendo tijeras en el aire a un ritmo perfecto, como frenéticas turbinas eólicas en alta mar-- te darás cuenta de dos cosas.

En primer lugar, este deporte es mucho más difícil, y posiblemente más disparatado, de lo que pensabas. En segundo lugar, en una disciplina cuyo entusiasmo por la homogeneidad se reflejaba en su nombre anterior a 2017, nado sincronizado, uno de los atletas de la piscina no se parece en nada a las demás.

Se llama Bill May y es el único hombre del equipo. Un cambio en las reglas en 2022 despejó el camino para que los hombres compitieran en este deporte en los Juegos Olímpicos de París de este verano. Esto significa que esta es la primera y, siendo realistas, la última oportunidad de May de cumplir el sueño de su vida: competir en los Juegos Olímpicos. Tiene 45 años.

Hay 12 personas en el equipo, pero solo ocho, más un suplente, podrán viajar a París. El sábado, el equipo anunciará quiénes son los elegidos.

May lleva más de treinta años rompiendo barreras y liderando desde hace décadas el empeño por abrir la competición olímpica a los hombres. Pero su destino este verano no dependerá de sus logros individuales ni de su posición como defensor, sino de su capacidad para actuar como una octava parte de un equipo de mujeres que tienen la mitad de su edad.

La decisión inminente pesa sobre el equipo. Andrea Fuentes, la entrenadora principal, dijo que estaba tan ansiosa que le costaba dormir.

"Crecí siendo fan de Bill, y todos lo conocemos como un pionero en este deporte. Pero hay que hacer lo mejor para el equipo", comentó.

May procura mantener un aire de agradecimiento y humildad. "Estoy nervioso por mí mismo", dijo el otro día durante un descanso del entrenamiento de ocho horas en Park Pool, en el campus de la UCLA. "Pero llevo 35 años en este deporte, y estoy muy orgulloso y agradecido por todo lo que me ha dado".

Los nadadores artísticos son magníficos atletas que poseen la condición cardiovascular de los velocistas y la flexibilidad de los gimnastas.

Pasan gran parte del tiempo boca abajo, aguantando la respiración y manteniéndose a flote remando rápidamente con los brazos. No se les permite tocar el fondo de la piscina, su visión subacuática es borrosa (las gafas protectoras están prohibidas en la competición), y sus rutinas son tan precisas y sus configuraciones tan compactas que el más mínimo traspié puede dar lugar a colisiones desagradables y patadas en la cabeza. No es raro que los atletas sufran contusiones o se desmayen por la intensidad.

La seriedad de la competición se puso de manifiesto un lunes reciente.

Salvo un descanso de 30 minutos en un "jacuzzi" improvisado, los atletas pasarían la mayor parte de las siguientes 7 horas y media en la piscina.

Fuentes subía el volumen de la música que acompaña su rutina y los guiaba minuciosamente por cada elemento. Ejecutaban un movimiento, ella lo grababa en su iPad y, después, flotando en el agua con un movimiento de piernas llamado "batidor de huevos", los atletas veían la repetición, recibían instrucciones y volvían a hacerlo todo. Era riguroso y agotador.

Salvo una breve pausa para ir al baño, May no salió del agua ni se tomó un descanso colgándose del borde de la piscina o subiéndose a algo, por ejemplo; el tiempo de inactividad lo pasó flotando en el agua y bromeando con sus compañeras.

La historia de May es tan singular que resulta difícil ver en él otra cosa que una anomalía. Creció en Syracuse, Nueva York, con una madre que era maestra y un padre que trabajaba como cajista y guardia de seguridad. De niño fue gimnasta y nadador de competición, y se enamoró de la natación artística a los 10 años, cuando asistía a las clases de su hermana pequeña.

"La gente suele preguntarme: '¿Por qué elegiste la natación artística?'. Yo no la elegí. Me estaba esperando. Me eligió a mí", dijo.

Nadó con algunos equipos del norte del estado, como el Syracuse Synchro Cats y el Oswego Lakettes, hasta que los entrenadores le dijeron que ya no tenían nada que enseñarle. A los 16 años, May se trasladó a California para entrenar con el mejor entrenador del país, Chris Carver, del Santa Clara Aquamaids.

A Carver le impresionó lo mucho que May se esforzaba y el entusiasmo que mostraba en todo momento. "Pensé que sería maravilloso", afirmó.

May compitió a nivel nacional a medida que crecía su reputación, pero las pruebas internacionales de alto nivel seguían estando vedadas a los hombres. Tras entrenarse con el equipo olímpico estadounidense en 2004, para solo animar desde la barrera durante la competición, May se retiró del deporte a los 25 años y se trasladó a Las Vegas. Durante los 17 años siguientes actuó en O, el espectáculo acuático del Cirque du Soleil, pero siguió siendo un defensor de los hombres y un embajador de la natación artística.

Entonces, en 2014, llegó la noticia de que los hombres podrían competir en los campeonatos del mundo del año siguiente en dúos mixtos, parejas de un hombre y una mujer, como en el patinaje artístico. May salió de su retiro para competir y ganó dos medallas en dos rutinas diferentes con dos parejas distintas.

Siguieron más medallas en más mundiales. Hace unos años, May dejó el Cirque du Soleil y se convirtió en el entrenador jefe de las Aquamaids, ahora llamadas Natación Artística de Santa Clara. Pero los Juegos Olímpicos seguían siendo esquivos. Pasaron los Juegos de 2016 y 2020; los hombres seguían sin poder competir. Que puedan hacerlo en 2024 se debe en gran parte a la larga y apasionada campaña de May.

Aunque May ha competido (y ganado) en muchos campeonatos internacionales no olímpicos de dúo masculino-femenino, hace 20 años que no compite en un equipo más numeroso. El deporte es ahora más difícil a nivel técnico y los jueces más rigurosos.

Es 28 años mayor que la persona más joven del equipo, Audrey Kwon, de 17 años. La ayudante del entrenador, Megan Abarca, lo conoce desde hace 20 años: desde que ella tenía 10, y May era su entrenador.

May entró en el equipo estadounidense hace un año, en cuanto se abrió a los hombres.

Ser hombre no supone necesariamente una ventaja en la natación artística, que requiere flexibilidad además de resistencia. Pero los hombres han contribuido a que este deporte avance en direcciones apasionantes con habilidades complementarias que ayudan a realzar su atletismo y potencia, señaló Lisa Schott, presidenta de natación técnica y artística de World Aquatics, el organismo que rige este deporte.

May parece ser el único nadador artístico masculino que queda en pie (o nadando, según el caso) de cualquier equipo con vistas a los Juegos Olímpicos. En la mayoría de los países no hay ningún nadador de su nivel en las competiciones por equipos.

"Sería desolador no formar parte del equipo olímpico, porque quizá podría haber hecho algo diferente o esforzarme más", dijo May.

"Pero incluso más allá de eso, mi mayor temor es no ver una presencia masculina en los Juegos Olímpicos", añadió. "Tener por fin la oportunidad de introducir a los hombres en los Juegos Olímpicos, saber que el deporte es por fin inclusivo, pero no ver esa representación... es casi como una bofetada".

Bill May, cuarto desde la izquierda, y otros miembros del equipo estadounidense de nado sincronizado, ahora llamado equipo estadounidense de nado artístico, ensayan en el Centro Acuático de los Juegos de Buena Voluntad en Nueva York, el 15 de julio de 1998. (Angel Franco/The New York Times)

Miembros del equipo estadounidense de natación artística, que pasan gran parte del tiempo boca abajo, aguantando la respiración y bajo el agua, durante el entrenamiento para los Juegos Olímpicos de París de este verano, en Los Ángeles, el 20 de mayo de 2024. (Daniel Dorsa/The New York Times)

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