En su tercer álbum, Angélica García usa su primer idioma: el español

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Garcia, AngelicaPop and Rock MusicSpanish LanguageContent Type: Personal ProfileChicano Batman (Music Group)Gemelo (Album)Carlos Arevalo

"Gemelo" es una exploración electrónica de todo tipo de dualidades: "Con cualquier música que haga a partir de ahora, voy a escribir en los dos idiomas".

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"My blood speaks Spanish to me" (Mi sangre me habla en español), cantaba Angélica García en "Red Moon Rising", un tema de su álbum debut de 2016, Medicine for Birds. García, quien nació en California, se encontraba viviendo en Virginia. El álbum tenía tendencias de indie-rock y americana. En cuanto a la letra, esta resultó ser profética.

Tenía en mente el legado de sus abuelos maternos, originarios de México y El Salvador, y la herencia musical de sus padres. Su segundo álbum, Cha Cha Palace, ahondaba en lo que significaba ser una chicana criada con una educación bicultural en el valle de San Gabriel: una experiencia sumamente estadounidense, pero también muy personal. "Been wearing my roots and flying this flag" (llevo puestas mis raíces y ondeo esta bandera), cantó en "Jícama", que el expresidente Barack Obama incluyó entre sus canciones favoritas de 2019.

"Un día le mostré a mi abuela Cha Cha Palace", comentó García, de 30 años, en una entrevista en video realizada desde la cocina de su departamento en Los Ángeles. "Y me di cuenta de que había hecho todo un disco sobre crecer en El Monte (California), y ella ni lo entendía. Caí en cuenta de que me estaba perdiendo de toda una parte de mi cultura y de mi gente por el idioma en el que elegí escribir".

Gemelo, el nuevo álbum de García, que sale a la venta el viernes, profundiza tanto en sus raíces como en sus ambiciones, e incluye letras en español. Fiel a su título, sus canciones están llenas de dualidades: ángeles y demonios, dolor y curación, sueños y realidades, imágenes que se reflejan. El álbum inicia con una melancólica melodía coral titulada "Reflexiones", mientras que en "Gemini", García canta: "I see double everywhere I go" (veo doble a donde quiera que vaya).

La música es en gran medida electrónica, dando rienda suelta a la franqueza de la voz de García ―a veces fantasmal y etérea, a veces casi un grito― en medio de programaciones, bucles y capas. Hay momentos que evocan a Kate Bush, Bjork, MIA y Santigold.

Aunque García creció hablando español en casa con sus abuelos, lo perdió, dice, "cuando ingresé al sistema de educación pública".

"La verdad, creo que lo más punk que he hecho jamás fue escribir en español como chicana", añadió. "Hubo toda clase de reacciones, de todo el mundo. Algunos decían: 'Tu español es muy malo, no hagas esto, da pena'. Y luego, otros decían: 'Al diablo con el español, es la lengua del colonizador', bla, bla, bla".

Sin embargo, explicó, "me di cuenta de que esto es algo que quiero hacer. A partir de ahora, toda la música que haga será en los dos idiomas -- o en los tres, si contamos el espanglish como idioma aparte".

Para García, cada quien tiene su propia vibra y musicalidad. "Para mí, el inglés es como una lucha de espadas", dijo. "Es muy cortante, afilado y veloz. En cambio, el español se siente poético. Paseas alrededor de algo antes de llegar. O estás sentado frente a una ventana, escribiendo en un día lluvioso. Y el espanglish parece una fiesta".

Cha Cha Palace salió a la venta en 2020, y García estaba a mitad de su gira cuando se desató la pandemia. Gemelo nació en medio del aislamiento y la introspección del confinamiento.

"Estaba esforzándome mucho en entender de dónde venía y de dónde venía mi familia", dijo. "Recuerdo que llevaba un montón de diarios, como una loca, haciendo lluvia de ideas y poniéndolo todo en la pared, intentando conectarlo todo. Intentaba entender qué cosas, qué cualidades suyas podría tener yo. ¿Se nace o se hace? ¿Qué está arraigado en mí? ¿Y qué es todo mío?".

Una de las primeras canciones que escribió fue "Juanita". Le llegó, dijo, como "un regalo". Es una cumbia electrónica que habla sobre un encuentro místico: "Me hiciste despertar/ Tu voz, el sonido de estrellas", canta. Fue hasta después de escribirla que se enteró de que una de sus bisabuelas se llamaba Juanita.

García creció rodeada de música, cantando y armonizando con su familia. Su madre tuvo una carrera discográfica en los años 90, bajo el nombre de Angélica; su padrastro trabajaba en la división de artistas y repertorio de una discográfica, aunque más tarde se convirtió en sacerdote episcopal en Virginia. García superó exitosamente la prueba para ingresar a la Escuela Superior de Arte del Condado de Los Ángeles, donde aprendió las sutilezas de la técnica clásica y del jazz; entre sus compañeros de clase se encontraban Phoebe Bridgers y miembros de Haim.

Sin embargo, algunas de sus lecciones más importantes las recibió de su madre, quien vivía sumergida en la volátil emotividad de las rancheras mexicanas. "Su forma de enseñar era hacerme empezar de nuevo", recordó García. "'No, vuélvelo a hacer. ¡No te creo!'. Cuando cantas música dramática, tienes que darlo todo. Estaba aprendiendo el poder de explotar mis emociones".

Para García, la escena indie de Richmond, Virginia, representó un espacio donde experimentar, probando diferentes estilos; mientras trabajaba en Cha Cha Palace, formaba parte de cinco grupos a la vez. Cuando inició la pandemia se mudó a casa de sus abuelos y luego a Brooklyn, donde estuvo un año y medio antes de regresar a Los Ángeles a principios de este año. En Nueva York, trabajó en House of Yes, un club de baile, espacio escénico y salón de fiestas en el barrio de Bushwick.

"Cada noche había un tema diferente", dijo. "Volvía a casa en bici a las 4:30 a.m. con mi trajecito de gogó, viendo a la luna y el sol intercambiar sus lugares y evitando las ratas".

Mientras tanto, componía nuevas canciones, sobre todo con su voz, cantando y haciendo beatboxing con los ritmos, melodías, armonías y ganchos. Durante la entrevista, tomó un looper TC Helicon, un aparato que utiliza constantemente, en el escenario y fuera de él. "La mayor libertad la siento al cantar, y el looper me ayuda mucho a dar cuerpo a las ideas", comentó. "Es casi mi esposa".

García ya estaba en contacto con Carlos Arévalo, guitarrista de Chicano Batman, una ecléctica banda retro de Los Ángeles. Él había descubierto su música entre los posibles teloneros de una gira de 2020 que fue cancelada debido a la pandemia. En 2021, ella comenzó a enviarle canciones en las que estaba trabajando; él le sugería ideas y posibles productores. Al final, ella lo convenció de producir su álbum él mismo. Era la primera producción discográfica que él realizaba.

"Sabía que era un disco crucial para su carrera", dijo Arévalo en una entrevista en video desde una parada en la gira de Chicano Batman en Oklahoma City. "Ella quería que el mundo viera por primera vez quién era, en sus propios términos, no lo que la discográfica pensaba que debía ser, ni lo que su comunidad pensaba que debía ser".

García tenía ideas firmes sobre lo que quería. "No quería que sonara como un grupo", dijo Arévalo. "Quería que sonara a pop, a electrónica. Tenía un chiste recurrente: 'Como Radiohead, pero con trasero'".

Gemelo no busca la simplicidad de la pista de baile. Tampoco se aferra al ritmo pop del reguetón que está conquistando al mundo. Es un álbum de introspección y catarsis, sobre lo que García denomina "ciclos de duelo". Ella crea sus propios ritmos, a menudo irregulares, y se deleita con los contrastes dinámicos, desde los tranquilos y melodiosos hasta los explosivos.

Mientras escribía las canciones, "había cosas que me tenían llorando en mi habitación, momentos muy bajos. Primero es solo dolor, ¿no? Pero luego te levantas e intentas darle voz, y te emocionas cuando oyes: 'Hey, suena genial con esa línea de bajo'. Es como el superpoder más increíble que tienen los músicos", añadió. "Podemos tomar algo que de verdad podría debilitar a muchísima gente y convertirlo en otra cosa: una experiencia totalmente distinta".

En "Color de Dolor", canta sobre cómo obtener inspiración en las penas: "Aunque nunca cortaré con mis dolores/ Yo los pinto, lleno de colores". Y en "El Que", se enfrenta a una figura que la debilita, que "enfría, roba energía, controla, embruja", con un crescendo que se eleva mientras ella advierte: "No me sigas con tu sombra/ Tengo la luz mía".

Para García, la música siempre ha sido "el único lugar donde podía decir exactamente lo que pensaba", dice. "Toda mi vida he intentado dirigirme hacia donde la música me llamaba".

Luego sonríe y señala su cabeza. "Aquí dentro hay mucho ruido".

Jon Pareles ha sido el crítico principal de música pop del Times desde 1988. Es músico, ha tocado en bandas de rock, grupos de jazz y conjuntos clásicos. Antes fue editor en Rolling Stone y el Village Voice. Más de Jon Pareles

Tras escribir dos álbumes en inglés, "caí en cuenta de que me estaba perdiendo de toda una parte de mi cultura y de mi gente por el idioma en el que elegí escribir", dijo Angélica García. (Elizabeth Weinberg/The New York Times)

Para García, la música siempre ha sido "el único lugar donde podía decir exactamente lo que pensaba". (Elizabeth Weinberg/The New York Times)

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