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Un nuevo estudio revela que las niñas empiezan a menstruar más temprano que en décadas pasadas. La tendencia es más pronunciada en grupos minoritarios y de menores ingresos.
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Un nuevo estudio, publicado el miércoles, revela que las adolescentes empiezan a menstruar antes que en décadas anteriores. Esta tendencia es más pronunciada en el caso de las niñas en grupos minoritarios y las de entornos con menores ingresos.
Los resultados se suman a los cada vez más numerosos indicios que sugieren que algunas niñas de todo el mundo llegan a la pubertad antes, un cambio que, según los investigadores, se asocia a consecuencias negativas para la salud en etapas posteriores de la vida, pero que aún no puede explicarse del todo. Varios estudios han constatado que el descenso en la edad parece ser más pronunciado entre los grupos raciales minoritarios, las adolescentes de grupos socioeconómicos más bajos y quienes tienen un mayor índice de masa corporal (IMC).
"En la práctica pediátrica, se ha tendido a asumir que las niñas negras pasan por la pubertad antes. Pero, ¿qué ocurre y cómo? ¿Cuáles son los resultados para la salud asociados con eso?", dijo Julianna Deardorff, jefa del programa de Salud Materna, Infantil y Adolescente de la Universidad de California, en Berkeley, quien no participó en el estudio, pero revisó sus hallazgos. "Deberíamos reflexionar sobre esto, no limitarnos a normalizar estas disparidades".
Los antecedentes
El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG, por su sigla en inglés) y otros grupos médicos consideran que el inicio de la menstruación (conocido como menarquia) es un signo de salud general, junto con otros indicadores como la regularidad del ciclo, la presión arterial, la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca. Los investigadores han relacionado la menarquia precoz y la irregularidad persistente del ciclo con un mayor riesgo de padecer afecciones en etapas posteriores de la vida, como diabetes y enfermedades cardiovasculares, así como cáncer de mama y de endometrio.
Según el ACOG, las niñas suelen tener entre 12 y 13 años cuando menstrúan por primera vez y sus ciclos tardan hasta tres años en alcanzar una cadencia regular.
La investigación
El nuevo estudio se basa en los datos de más de 71.000 mujeres que utilizaban iPhones y accedieron a compartir información sanitaria en una aplicación. Las mujeres habían nacido entre 1950 y 2005 y pertenecían a diversos grupos étnicos, como la comunidad negra, hispana, asiática y blanca. Las participantes también indicaron si su nivel socioeconómico era bajo, medio o alto.
En general, el estudio reveló que, aunque la edad media de la menarquia no ha descendido demasiado, rondando los 12 años, la proporción de mujeres que iniciaron sus ciclos menstruales cuando tenían menos de 11 años aumentó significativamente con el paso del tiempo. Casi el 16 por ciento de las mujeres nacidas entre 2000 y 2005 tenían entre 9 y 11 años en el momento de la menarquia, frente a poco más del 8 por ciento de las mujeres que nacieron entre 1950 y 1969. El estudio también reveló que cada vez más mujeres experimentaban ciclos irregulares durante tres años o más después de la menarquia.
La tendencia de la menarquia en edades más tempranas era más pronunciada en las mujeres negras, hispanas y asiáticas que en las mujeres blancas, así como en las de nivel socioeconómico más bajo. Se calcula que el 46 por ciento de estos descensos podría explicarse por el índice de masa corporal.
"Una de las cosas que llama la atención de este estudio es que, históricamente, todo el mundo ha atribuido estos cambios en los ciclos menstruales al aumento de la grasa corporal y del índice de masa corporal", dijo Deardorff. Pero este estudio subraya el hecho de que "incluso entre personas con un peso saludable y potencialmente con un peso inferior al normal, estas tendencias siguen produciéndose", lo que significa que podrían estar en juego otros factores.
Algunos estudios han sugerido que la exposición a contaminantes y determinadas sustancias químicas puede alterar el sistema endocrino y el funcionamiento del ciclo menstrual, aunque las pruebas no son concluyentes. Los investigadores también han relacionado la menarquia precoz con factores de estrés externos, como el racismo estructural, los abusos a una edad temprana y la inseguridad económica, dijo Deardorff, quien ha sido coautora de varios estudios sobre cómo ese tipo de factores de estrés pueden afectar la pubertad.
"Ya no es controvertido afirmar que el estrés puede meterse bajo la piel y afectar a distintos procesos", dijo, refiriéndose al concepto de weathering (que en inglés hace alusión a una roca que es desgastada por la exposición a distintos elementos), una teoría cada vez más aceptada que relaciona la exposición a un estrés crónico y prolongado con la aceleración del envejecimiento. Además, Deardorff añadió que la edad de la pubertad o la menarquia debe considerarse "una especie de indicador" de los tipos de estrés a los que pueden enfrentarse las niñas.
Las limitaciones
El estudio se basó en datos aportados por las propias participantes, y en sus recuerdos sobre su primera menstruación y el tiempo que tardó en regularizarse. Aunque la edad de la menarquia es un hito más destacado que las mujeres suelen recordar más adelante, "el tiempo hasta llegar a la regularidad tras el inicio de la menarquia es realmente difícil de notificar retrospectivamente", dijo Deardorff.
Además, la población del estudio está formada solo por mujeres que utilizan iPhones, según Shruthi Mahalingaiah, coautora del artículo y profesora adjunta de salud medioambiental, reproductiva y de la mujer en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de Harvard. Esto significa que el estudio excluye a gran parte de la población de EE. UU., sobre todo a la de nivel socioeconómico bajo, que quizá no utilice celulares. Tampoco está claro si estas tendencias en Estados Unidos podrían generalizarse a otras poblaciones del mundo, dijo.
La conclusión
La raza, el estatus socioeconómico y el IMC por sí solos no pueden explicar por completo las disparidades en el momento de la menarquia, dijo Deardorff. Estos tres factores son inseparables de otras variables que también pueden influir, como el lugar de residencia, la exposición a sustancias químicas, la disponibilidad de alimentos nutritivos y el acceso a la atención sanitaria. Es muy difícil, por tanto, "desentrañar cuáles pueden ser sus efectos acumulativos o interactivos". Deardorff añadió que los estudios futuros deberían hacer un seguimiento de las chicas en distintas fases de su vida para comprender mejor cómo los múltiples factores durante la pubertad afectan a su salud en la edad adulta.
Alisha Haridasani Gupta es una reportera del Times que cubre la salud de las mujeres y las desigualdades de salud. Más de Alisha Haridasani Gupta