Zoë Schlanger era periodista y se dedicaba a la cobertura del cambio climático --una arremetida diaria de inundaciones, incendios y otros desastres naturales-- cuando comenzó a explorar revistas sobre botánica para relajarse.
Ahí, descubrió algo sorprendente: los investigadores debatían si las plantas tenían inteligencia propia.
Tomemos como ejemplo el maíz. Es uno de los muchos tipos de plantas capaces de identificar la especie de una oruga a partir de su saliva y rociar compuestos químicos al aire para atraer al depredador de ese insecto. La presencia de estos compuestos le indica que ahí hay una oruga a una avispa parasítica, que se aproxima y la destruye, con lo que protege al maíz.
"Uno de los grandes debates es si existe algún tipo de intencionalidad en las plantas y si la intención es un requisito para que un ser vivo tenga inteligencia", explicó Schlanger. "Pero podría decirse que ni siquiera importa si es posible detectar intención en las plantas. Lo que importa es observar lo que pueden hacer. Y lo que pueden hacer es tomar decisiones en tiempo real y hacer planes a futuro".
Schlanger dedicó los siguientes años a explorar el comportamiento de las plantas para su libro, titulado "The Light Eaters" y publicado este mes. En una caminata reciente por Central Park en Nueva York --en la que vio hortensias, eléboros, jacintos y un juego de la liga de softball de Broadway entre los equipos de "Hamilton" y "El rey león"--, Schlanger describió algunas de las impresionantes habilidades de las plantas y compartió cómo aprender más sobre ellas le ha ayudado a escribir sus artículos sobre cambio climático, ahora para la publicación The Atlantic.
Esta entrevista se editó y resumió con fines de longitud y claridad.
P: ¿Puedes mencionar algunas de las cosas sorprendentes que hacen las plantas?
R: Lo que más me gusta es la forma en que las plantas manipulan a los animales para su beneficio.
Las flores "lápiz labial" les mienten a las abejas sobre la cantidad de polen que poseen para atraerlas. Las abejas tienen un proceso de selección: analizan las sustancias químicas volátiles que despiden las flores, pues esas sustancias les indican cuánto polen hay para ellas. Las flores lápiz labial descubrieron la manera de evitarse la trabajosa y cara labor de fabricar ese polen y solo emitir las sustancias químicas volátiles. La abeja llega y no encuentra nada, pero la flor de cualquier manera queda polinizada.
También tenemos la gran variedad de orquídeas que han desarrollado engaños relacionados con la sexualidad, lo que me parece muy ingenioso. Algunas desarrollan un pétalo de lo más inusual, una especie de mechón largo con un bulbo pequeño en la punta. Las avispas macho se aproximan y se aferran de ese pétalo porque emite casi la misma feromona que una avispa hembra.
P: Me gusta cuando atraen a un depredador. Es una locura.
R: Desde la década de los noventa, algunos investigadores se percataron de que el maíz y los tomates tenían la capacidad de analizar la saliva de la oruga que se los come, luego sintetizan las sustancias químicas para atraer a la avispa parásita exacta que al llegar les inyecte sus larvas a las orugas. Así que la avispa viene y coloca muchas larvas dentro de las orugas. Las larvas salen del huevecillo, comienzan a comerse a las orugas desde dentro y luego adhieren su capullo al exterior de la oruga. Al final, solo tienes un montón de cadáveres de orugas cubiertos de capullos de avispa.
P: Cuando los científicos hablan de "inteligencia" en las plantas, ¿a qué se refieren?
R: Las plantas no dejan de hacer cálculos para los que consideran todos los aspectos de su entorno y ajustan su vida conforme a ellos, así que este proceso se parece mucho a lo que consideraríamos inteligencia, en una forma de vida totalmente ajena. Y así es como debemos tratarla. La inteligencia no será evidente de la misma manera en que esperamos que un ser humano sea inteligente. Se observará de manera adecuada para las plantas según su proceso evolutivo.
P: ¿Así que nadie está diciendo que una planta va a escribir un poema o hacer tu tarea de matemáticas?
R: ¡Todavía no! Eso sí, los investigadores que estudian la comunicación de las plantas hablan de sintaxis en la comunicación de las plantas y de cierta forma de estructura en oraciones. Pero se refieren a la química, a los compuestos químicos que flotan en el aire y tienen significado.
P: ¿Y qué hay de la manera en que las plantas perciben el mundo? ¿Interactúan con el sonido?
R: Algunos investigadores realizan estudios en los que reproducen ciertos tonos y han observado que algunos de esos tonos provocan que las plantas produzcan más de algunos compuestos. Hay un tono que, si se toca el tiempo suficiente, provoca que el brócoli aumente sus antioxidantes. En los brotes de alfalfa, otros tonos hacen que la planta produzca más vitamina C. Sería posible --si se logran observaciones más precisas-- determinar cómo ajustar el contenido nutricional de los cultivos con solo tocar algunos tonos musicales.
También hay todo un mundo de tonos que se tocan cerca de las plantas y las hacen producir más de su propio pesticida, lo que es interesante cuando pensamos en cuánto se utiliza para que crezcan los cultivos de alimentos.
P: ¿Tu conducta ha cambiado después de pasar tanto tiempo reflexionando acerca de estos temas? ¿Ahora te cuesta más comer ensaladas?
R: Obviamente, somos animales y necesitamos comer plantas. No hay vuelta de hoja. Pero es posible imaginar un futuro con prácticas agrícolas y de cultivo que se ajusten más al estilo de vida de las plantas, lo que pueden hacer y sus propensiones.
Esto abre las puertas al mundo de la ética vegetal. ¿En qué mundo viviríamos si incluyéramos a las plantas en nuestra noción moral? Existen muchas culturas que ya se basan en este concepto. Robin Wall Kimmerer (autora de "Braiding Sweetgrass") escribe mucho al respecto, señala que la ciencia nativa deja mucho más espacio para preguntas sobre las plantas que se centran en el respeto y los intereses recíprocos.
P: ¿Qué quieres que los lectores deriven de este libro?
R: Cuando pensamos en la inteligencia de las plantas, en realidad reflexionamos en la medida en que las plantas participan activamente en su propia vida. Tienen cierta voluntad, incluso si no se parece nada a la nuestra. Creo que eso es algo que nos hace humildes.
Todo ser vivo quiere seguir viviendo. Eso me ha ayudado mucho a regresar al periodismo con un mayor sentido de lo que podemos perder a causa del cambio climático. Cada especie es una ingeniosa hazaña biológica y sería absurdo causar su extinción.
Zoë Schlanger, quien dedicó años a explorar el comportamiento de las plantas y el tema de la inteligencia de las plantas para su libro titulado "The Light Eaters". (Heather Sten vía The New York Times).
Zoë Schlanger en una cueva en Puerto Rico. (Carina del Valle Schorske vía The New York Times).