Cataluña votó por el socialismo en unos comicios dominados por la amnistía a los separatistas

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Por primera vez en más de una década, el gobierno regional de Cataluña podría estar dirigido por un partido contrario a la independencia.

El partido socialista, que gobierna en España, el domingo se alzó con la victoria en las elecciones regionales de Cataluña que son consideradas como una prueba de fuego para la polarizadora medida del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de brindar amnistía a los separatistas.

Los socialistas celebran lo que consideran como una victoria trascendental, aunque no ganaron los escaños necesarios para gobernar en solitario. Lo más probable es que se enfrenten a semanas de negociaciones y, posiblemente, a la repetición de las elecciones si no se llega a un acuerdo. Pero, por primera vez en más de una década, podrían formar un gobierno regional dirigido por un partido que se opone a la independencia.

Salvador Illa, el líder catalán del partido, se dirigió a sus partidarios a última hora de la noche del domingo en la sede socialista de Barcelona donde declaró: "Tras 45 años de historia, por primera vez hemos ganado las elecciones al Parlamento de Cataluña en votos y en escaños. Los catalanes han decidido abrir una nueva época".

Sin embargo, Illa, que ha prometido mejoras en los servicios sociales, la educación y la gestión de la sequía, necesitará 68 de los 135 escaños del Parlamento catalán para poder formar gobierno. El domingo, su partido solo obtuvo 42, lo que significa que tendrá que buscar el apoyo del partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (Izquierda Republicana de Cataluña) y de Comuns, un movimiento de izquierda.

"Ganar no significa gobernar", dijo antes de que se dieran a conocer los resultados Toni Rodón, profesor de Ciencias políticas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Rodón dijo que, aunque Esquerra ha apoyado a Sánchez en el Parlamento español, no se espera que las negociaciones en Cataluña sean fáciles.

El principal rival de los socialistas fue el partido independentista Junts per Catalunya (Juntos por Cataluña), liderado por Carles Puigdemont, quien hizo campaña desde el exilio en Francia. Junts quedó en segundo lugar, pero con 35 escaños no podría formar gobierno con otros partidos independentistas, que obtuvieron malos resultados.

El líder de Esquerra, Pere Aragonès, quien también es el presidente saliente del gobierno catalán, convocó las elecciones anticipadas tras no conseguir los apoyos suficientes para aprobar un presupuesto regional. Tras obtener solo 20 escaños el domingo, su partido se enfrenta ahora a un periodo de reflexión.

El domingo por la noche, Aragonés atribuyó los malos resultados de Esquerra a la política del partido de pactar con los socialistas que, según dijo, "no ha sido valorado por la ciudadanía". A partir de ahora, "Esquerra estará en la oposición", afirmó.

Fue una clara indicación de que no está dispuesto a negociar con Illa, y sin el apoyo de Esquerra, Cataluña podría estar "ante unas nuevas elecciones en octubre", dijo Rodón.

Según Ignacio Lago, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra, aunque no se llegue a un acuerdo y haya que repetir las elecciones, "por primera vez en años, los partidos independentistas no tienen la mayoría."

Durante años, el tema de la amnistía para los separatistas ha sido motivo de división.

Cuando Sánchez asumió por primera vez al poder en 2019, dijo que no abandonaría las acciones legales pendientes contra Puigdemont u otras figuras acusadas de actividad separatista.

Pero Sánchez dio marcha atrás después de las elecciones generales de España en julio pasado, cuando su única oportunidad para lograr un segundo mandato le exigía acceder a las demandas del partido de Puigdemont, que de la noche a la mañana había adquirido enorme influencia al ganar siete escaños parlamentarios. Sánchez, quien tiene fama de superviviente político, negoció un acuerdo de amnistía con Junts, calificándolo como la mejor manera de avanzar hacia la coexistencia pacífica en Cataluña.

La propuesta de amnistía fue muy impopular en España. Dos partidos rivales organizaron una inmensa manifestación contra el acuerdo el pasado noviembre en ciudades de todo el país, y otras protestas no apoyadas oficialmente por los partidos surgieron durante noches enteras ante la sede socialista en Madrid.

En un momento dado, una multitud hizo añicos una efigie de Sánchez con una larga nariz al estilo de Pinocho.

El proyecto de ley de amnistía se ha estancado en el Senado del Parlamento español tras haber sido aprobado por el Congreso de los Diputados en marzo. Las impugnaciones judiciales también podrían retrasar la medida.

Isabel Díaz Ayuso, jefa del gobierno regional de Madrid y miembro del Partido Popular de centroderecha, ha calificado la amnistía como "la ley más corrupta de la historia de la democracia".

Históricamente, el apoyo a la independencia de Cataluña no superaba el 20 por ciento, según un informe publicado por el Real Instituto Elcano, un grupo de investigación sobre asuntos internacionales con sede en Madrid. Eso cambió en 2010, después de que la crisis financiera en la eurozona y las políticas de austeridad impuestas a España por la Unión Europea alentaran "mensajes populistas de rebelión fiscal" en Cataluña, según el informe. La decisión del gobierno británico en 2012 de permitir un referendo independentista en Escocia dio impulso a los separatistas en España.

Las tensiones en Cataluña llegaron a un punto crítico en 2017, cuando el gobierno separatista liderado por Puigdemont ignoró a los tribunales españoles y siguió adelante con un referendo de independencia ilegal. Siguió una declaración de independencia, así como una ofensiva contra los separatistas por parte del gobierno español, que cesó a las autoridades regionales catalanas e impuso un control directo. Nueve líderes políticos fueron encarcelados por delitos como sedición, mientras que Puigdemont huyó a Francia, evitando por poco ser detenido.

Los sucesivos líderes españoles, incluido Sánchez en su primer mandato, han intentado y fracasado en su intento de extraditar a Puigdemont.

En 2021, el gobierno de Sánchez adoptó un enfoque más conciliador con los aliados de Puigdemont que aún siguen en España, indultando a los nueve presos.

La cuestión clave hoy, según Cristina Monge, profesora de Ciencias políticas y Sociología de la Universidad de Zaragoza, es si "el espíritu" del movimiento independentista catalán sigue vivo.

Los resultados electorales positivos para los socialistas en Cataluña el domingo sugerirían que la apuesta riesgosa del presidente del Gobierno de conceder la amnistía ha dado sus frutos, reduciendo las tensiones separatistas en la región y ayudando a normalizar las relaciones hispano-catalanas.

"Hemos pasado página del movimiento independentista de 2017", dijo Lago.

Un estudio realizado por el Centro de Estudios de Opinión del Gobierno regional muestra que una proporción creciente de catalanes --el 51,1 por ciento en febrero, frente al 44,1 por ciento en marzo de 2019-- apoya permanecer en España.

La independencia ya no es "una prioridad principal para muchos votantes", dijo Rodón, y agregó que el cambio puede reflejar un desencanto general con los partidos independentistas en vez de un interés menguante en el separatismo.

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