La noche del 2 de septiembre de 2018, un incendio arrasó el Museo Nacional de Brasil, devastando la institución científica más antigua del país y uno de los museos más grandes e importantes de Sudamérica. El martes, la institución anunció que recibió una importante donación de fósiles brasileños antiguos para ayudar a reconstruir su colección antes de su reapertura que está programada para 2026.
Burkhard Pohl, coleccionista y empresario suizoalemán que mantiene una de las mayores colecciones privadas de fósiles del mundo, ha entregado al Museo Nacional unos 1100 ejemplares, todos ellos originarios de Brasil. La donación es la mayor y más importante contribución científica hasta la fecha a la labor de reconstrucción del museo, tras la pérdida del 85 por ciento de sus casi 20 millones de especímenes y artefactos en el incendio.
La iniciativa también devuelve un tesoro científico a un país que, a menudo, vio cómo su patrimonio natural desaparecía y se iba fuera de sus fronteras; asimismo, presenta un posible modelo mundial para construir un museo de historia natural en el siglo XXI.
"Lo más importante es mostrar al mundo, dentro y fuera de Brasil, que estamos uniendo a particulares e instituciones públicas. Queremos que otros sigan este ejemplo, si es posible, para ayudarnos en esta tarea realmente hercúlea", declaró Alexander Kellner, director del Museo Nacional.
Mucho más que las exposiciones públicas que albergan, los museos de historia natural salvaguardan el patrimonio científico y cultural del mundo para las generaciones futuras. El incendio de 2018 destruyó todas las colecciones de insectos y arañas del museo, así como momias egipcias que había comprado la antigua familia imperial brasileña.
Las llamas también consumieron más del 60 por ciento de los fósiles de la institución, incluidas partes de un espécimen que los científicos utilizaron para identificar al Maxakalisaurus, un dinosaurio brasileño de cuello largo. Los nuevos fósiles donados incluyen plantas, insectos, dos dinosaurios que quizá pertenezcan a especies nuevas y dos exquisitos cráneos de pterosaurios, los reptiles voladores que sobrevolaban las cabezas de los dinosaurios. La donación también incluye fósiles estudiados anteriormente, entre ellos el enigmático reptil Tetrapodophis, que en 2015 se identificó como una "serpiente de cuatro patas", pero que ahora se cree que es un lagarto acuático.
Pohl, que procede de una familia de coleccionistas de arte, minerales y fósiles, dijo que sus donaciones pretendían contribuir a que el Museo Nacional de Brasil dispusiera de una colección completa y accesible del patrimonio fósil de ese país.
"Una colección es un organismo. Si está encerrada, está muerta; necesita vivir", expresó Pohl en una entrevista.
Los huesos ofrecen instantáneas de lo que fue la vida, entre 115 y 110 millones de años en el pasado, en lo que hoy es el noreste de Brasil, cuando la región era un humedal salpicado de lagos frecuentemente inundados por un joven y creciente océano Atlántico. Con el tiempo, estas antiguas masas de agua originaron las formaciones de Crato y Romualdo, depósitos de piedra caliza de la cuenca de Araripe donde ahora se excavan canteras en busca de materia prima para fabricar cemento. Entre las rocas se esconden fósiles impecablemente conservados, algunos de los cuales se formaron cuando los cuerpos de las criaturas se cubrieron rápidamente de lodo microbiano a lo largo de las antiguas costas y luego quedaron enterrados. Los fósiles de Crato se aplastaron como flores prensadas; los de Romualdo quedaron sepultados en nódulos de piedra.
Desde 1942, Brasil trata los fósiles como propiedad nacional y prohíbe rigurosamente su exportación comercial. Sin embargo, durante décadas, los fósiles brasileños de las formaciones Crato y Romualdo han circulado por el mercado mundial de fósiles y se han vendido a museos y colecciones privadas de todo el mundo, incluida la de Pohl.
Los paleontólogos brasileños que se mostraron encantados con el regreso de los fósiles a su país de origen destacaron las oportunidades de investigación y formación que representan, y el precedente positivo que podría ayudar a sentar para otros donantes. "Es muy positivo demostrar a otros coleccionistas que las cosas se pueden hacer de manera amistosa", afirmó Taissa Rodrigues, paleontóloga de la Universidad Federal de Espírito Santo.
Las semillas de la donación de Pohl se plantaron en 2022, cuando Kellner conoció a Frances Reynolds, fundadora de una organización brasileña sin fines de lucro llamada Instituto Inclusartiz. Rápidamente acogió la misión de reconstruir las colecciones del Museo Nacional y alcanzó a una red de coleccionistas para asegurar préstamos y donaciones a largo plazo.
"Si las personas podemos ayudar y no lo hacemos, entonces no puedo esperar nada de nadie más. Ha sido mucho trabajo, pero una experiencia increíble", comentó Reynolds.
Reynolds se enteró de la colección de fósiles de Pohl a través de su hijo, que gestiona las galerías propiedad del Grupo Interprospekt de Pohl, una empresa de fósiles y gemas con sede en Suiza. Tras un año de negociaciones, los fósiles se enviaron a Brasil en 2023; están alojados en instalaciones provisionales hasta que se restaure el edificio principal del museo.
Además de los fósiles, el Museo Nacional se ha asociado con el Grupo Interprospekt para llevar a cabo investigaciones conjuntas en Estados Unidos. El verano pasado, un grupo de seis paleontólogos y estudiantes brasileños viajaron a Thermopolis, Wyoming, donde Pohl tiene un museo privado de fósiles. Allí, el equipo brasileño ayudará a excavar en busca de fósiles que más tarde podrían formar parte de las colecciones del Museo Nacional.
Kellner y Reynolds están solicitando activamente donaciones y colaboraciones, y las instituciones internacionales están respondiendo al llamado. El año pasado, el Museo Nacional de Dinamarca donó un manto rojo de plumas de ibis escarlata fabricado por el pueblo tupinambá de Brasil, uno de los 11 únicos objetos de este tipo que quedan en el mundo. El museo también está colaborando estrechamente con los grupos indígenas de Brasil para reconstruir las colecciones etnográficas del museo.
"Esto podría ser un punto de inflexión importante. En realidad, es algo importante para el futuro de nuestro pueblo", dijo Kellner.
En una fotografía sin fecha facilitada por Handerson Oliveira/Museu Nacional/UFRJ, un fósil de insecto sin identificar, uno de los muchos de una enorme donación realizada por el coleccionista suizoalemán Burkhard Pohl al Museo Nacional de Brasil. (Handerson Oliveira/Museu Nacional/UFRJ vía The New York Times)
En una fotografía sin fecha facilitada por Diogo Vasconcellos, de izquierda a derecha, Burkhard Pohl, el coleccionista; Frances Reynolds, fundadora del Instituto Inclusartiz; y Alexander Kellner, director del Museo Nacional, durante el anuncio de la donación. (Diogo Vasconcellos vía The New York Times)