En 1836, Christian Jürgensen Thomsen, un anticuario danés, le dio por primera vez cierto orden aparente a la prehistoria cuando sugirió que los primeros homínidos de Europa habían vivido tres etapas de desarrollo tecnológico que se reflejaron en la producción de herramientas. Esta cronología básica, de Edad de Piedra, Edad de Bronce y Edad del Hierro, ahora es la base de la arqueología de la mayoría del Viejo Mundo (y de caricaturas como Los Picapiedras y Los Croods).
Thomsen bien podría haber sustituido la Edad de Piedra con la Edad de Madera, según Thomas Terberger, arqueólogo y director de investigación del Departamento de Legado Cultural de la Baja Sajonia, en Alemania.
“Probablemente, podríamos suponer que las herramientas de madera han existido desde hace tanto tiempo como las de piedra, es decir, entre dos y medio y tres millones de años”, afirmó. “Pero como la madera se deteriora y casi nunca sobrevive, existe un sesgo de preservación que distorsiona nuestra visión de la antigüedad”.
Tradicionalmente, los instrumentos primitivos de piedra han caracterizado el periodo Paleolítico Inferior, que se extendió desde hace 2,7 millones de años hasta hace 200.000 años. De los miles de sitios arqueológicos que pueden asociarse con esa era, se ha encontrado madera en menos de diez.
Terberger dirigió un estudio publicado el mes pasado en Proceedings of the National Academy of Sciences que proporcionó el primer informe integral sobre los objetos de madera excavados entre 1994 y 2008 en la turba de una mina de carbón a cielo abierto cerca de Schöningen, en el norte de Alemania.
El valioso botín incluía 24 lanzas completas o fragmentadas (cada una casi tan alta como un centro de la NBA) y bastones de caza de dos puntas (la mitad de la longitud de un taco de billar), pero ningún hueso de homínido.
Los objetos datan del fin de un periodo templado interglaciar hace 300.000 años, aproximadamente cuando los primeros neandertales iban sustituyendo al Homo heidelbergensis, su predecesor inmediato en Europa. Los proyectiles descubiertos en el sitio de Schöningen, conocido como Spear Horizon, se consideran las armas de cacería más antiguas aún preservadas.
A mediados de los años noventa, el descubrimiento de tres de las lanzas, además de algunas herramientas de piedra y los restos descuartizados de 10 caballos salvajes, cambió por completo las ideas prevalecientes sobre la inteligencia, interacción social y habilidades para fabricar herramientas de nuestros ancestros humanos extintos. En esa época, el consenso científico era que los seres humanos eran solo recolectores que vivían con lo justo hasta hace unos 40.000 años.
“Lo cierto es que estas especies anteriores al Homo sapiens habían fabricado herramientas y armas para cazar presas de gran tamaño”, aseveró Terberger. “No solo se comunicaban para someter a su presa, sino que tenían una sofisticación suficiente para organizarse y descuartizar y asar a esa presa”.
El nuevo estudio, que arrancó en 2021, consistió en examinar más de 700 objetos de madera de Spear Horizon, muchos de los cuales habían estado almacenados las dos décadas anteriores en baldes helados de agua destilada para simular el sedimento anegado que las había protegido de la descomposición.
Mediante microscopía tridimensional y microtomografía computarizada que resaltaron algunas señales de desgaste o marcas de cortes, los investigadores identificaron 187 objetos de madera con evidencia de separación en fragmentos, raspaduras o abrasión.
“Hasta ahora, se creía que la separación de madera en fragmentos era una práctica que solo habían realizado los humanos modernos”, explicó Dirk Leder, otro arqueólogo de la Baja Sajonia y principal autor del artículo.
Además de armas, la colección incluía 35 artefactos redondeados y con punta que muy probablemente se utilizaban en actividades domésticas como perforar agujeros y alisar cuero. Todas se tallaron de madera de pícea, pino o alerce, “maderas rígidas, pero también flexibles”, comentó Annemieke Milks, antropóloga de la Universidad de Reading, que colaboró en el proyecto.
Puesto que no había ni pícea ni pino a las orillas del lago donde se ubica el sitio, el equipo de investigación dedujo que los árboles se cortaron en una montaña a una distancia de entre tres y cinco kilómetros del lugar o quizás incluso más lejos.
Una revisión detallada de las lanzas indicó que, durante la Era de Piedra, estos homínidos planeaban sus proyectos de carpintería con detenimiento y los realizaban en un orden fijo: raspar la corteza, retirar las ramas, afilar la punta de la lanza, endurecer la madera en el fuego. “Las herramientas de madera tenían un nivel más elevado de complejidad tecnológica de lo que observamos por lo regular en las herramientas de piedra de esa era”, explicó Leder.
Con solo una excepción, las lanzas se tallaron del tronco de píceas de crecimiento lento y se les dio forma y determinó su equilibrio del mismo modo que las jabalinas modernas, con el centro de gravedad al centro de la vara.
La pregunta que faltaba responder era si se habían diseñado para lanzarse o para encajarse. “Las lanzas se hicieron con madera densa y su diámetro era grueso”, señaló Milks. “En mi opinión, eso parece indicar que los homínidos que las fabricaron tal vez diseñaron deliberadamente ―por lo menos algunas de ellas― como armas en vuelo para la cacería”.
Para poner a prueba la balística externa de las lanzas, solicitó la ayuda de seis varones entrenados como lanzadores de jabalina, de entre 18 y 34 años, a quienes les pidió lanzar réplicas hacia pacas de paja desde distintas distancias.
“Mi idea fue pedirles ayuda a personas un poco más capaces de hacer esto que los arqueólogos, porque hasta ese momento solo habíamos realizado experimentos con muchas personas que eran... arqueólogos”, indicó Milks, y añadió: “Los antropólogos tampoco son muy buenos para eso”.
Desde 10 metros de distancia, el equipo de los Neandertales dio en el blanco el 25 por ciento de las veces. Los atletas obtuvieron la misma precisión a 15 metros y solo un poco menos (el 17 por ciento) a 20 metros. "De cualquier forma, fue el doble del alcance que los científicos habían calculado que tenían estas lanzas para cazar", dijo Milks.
En su opinión, la noción de que nuestros antepasados de la Edad de Piedra eran artesanos los humaniza. “Trabajar la madera lleva tiempo, aunque seas bueno”, comentó. “El proceso consta de muchos pasos diferentes”.
Se imagina a un grupo de neandertales reunidos en torno a una fogata, donde arman, lijan y reparan sus artesanías de madera. “Todo parece muy muy cercano, de cierta manera”, señaló con melancolía, “aunque fue hace tanto tiempo”.
©The New York Times 2024