Han aumentado las infecciones de transmisión sexual, y la edad no es obstáculo

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Desde que su matrimonio de más de veinte años terminó en divorcio, Amy, una tejana de 62 años, ha tenido un par de relaciones estables y unas cuantas parejas sexuales.

En la actualidad, sale con un hombre al que describe como un "amigo con derechos", pero es algo que ella no se toma demasiado en serio. Lo que sí se toma en serio es hablar con él --y con todas sus parejas-- sobre prácticas sexuales seguras, en un momento en el que aumentan las tasas de infecciones de transmisión sexual entre las personas mayores.

"Soy muy consciente de ello", aseguró Amy, que pide que se utilice solo su segundo nombre para proteger su intimidad. "Exijo una prueba negativa antes de intimar con alguien". También insiste en utilizar preservativo.

Entre 2012 y 2022, las tasas de sífilis, gonorrea y clamidia aumentaron más del doble entre los mayores de 55 años, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Las investigaciones sugieren que muchas personas mayores desconocen estos riesgos, lo que evita que se sometan a las pruebas adecuadas y que practiquen sexo seguro.

Joan Price, educadora sexual especializada en la sexualidad de las personas mayores y autora del libro "Naked at Our Age: Talking Out Loud about Senior Sex", dice que le sorprendió la variedad de razones por las que las personas mayores no practican sexo seguro o ni siquiera hablan de eso con sus parejas.

A menudo escucha alguna versión de: "Ah, no puedo quedar embarazada", cuenta, o "Nuestro grupo de edad no contrae ITS". Los hombres le han dicho que eran reacios a hablar de los métodos anticonceptivos de barrera porque sus erecciones eran impredecibles y el uso del preservativo las hacía desaparecer.

Price ha hablado con parejas mayores que acababan de divorciarse o que habían perdido a su pareja, y que se sentían incómodas al tener estas conversaciones por primera vez en años, o quizá nunca. A las mujeres, en particular, les preocupaba parecer promiscuas si hablaban sobre el tema de la protección.

"Escucho muchas razones diferentes", afirmó Price. "Pero, en gran medida, es simplemente falta de concientización y de comprensión".

La gente es más longeva y sigue teniendo relaciones sexuales

El aumento de las ITS entre los adultos mayores forma parte de una tendencia más amplia, y las razones son complicadas. Sin embargo, es posible ver el aumento entre los estadounidenses mayores a través de una óptica más positiva, comentó Shannon Dowler, médica familiar en Carolina del Norte y autora del libro "Never Too Late: Your Guide to Safer Sex After 60".

"La gente simplemente es más longeva y tiene relaciones sexuales durante más tiempo que antes", dijo. "Los hombres se han beneficiado de los fármacos para la disfunción eréctil, y las mujeres de las terapias hormonales que son capaces de ayudarles a mantener una vida sexual más placentera".

Sin embargo, los médicos que atienden a pacientes mayores para revisiones rutinarias a menudo no les dan consejos sobre su vida sexual ni les ofrecen pruebas rutinarias de detección de ITS, señaló Mariah Robertson, especialista en medicina geriátrica de la Universidad Johns Hopkins.

Robertson afirmó que el aumento de las ITS se debe, en parte, a la "discriminación generalizada por motivos de edad en la atención sanitaria" y a una sociedad que asume la nociva suposición de que los adultos mayores simplemente no tienen muchas relaciones sexuales.

"En un mundo ideal, agitaría una varita mágica y todos los proveedores de atención primaria de salud preguntarían a sus pacientes adultos mayores acerca de la actividad sexual durante su visita anual de bienestar o incluso con más frecuencia", afirmó.

Cómo hablar de salud sexual con médicos y parejas

Hace poco, Amy tuvo su visita anual con su ginecólogo de hace 35 años. Al final de la cita, preguntó a la enfermera si el médico tenía intención de solicitar pruebas de ITS. "Me respondió: "No creo, pero podemos pedirlo"", recordó Amy.

Todos los expertos entrevistados para este reportaje expresaron su consternación por el hecho de que a menudo recaiga en los pacientes mayores la responsabilidad de solicitar las pruebas y de entender lo que estas implican. (La detección del herpes genital, por ejemplo, no siempre se incluye en las pruebas de ITS). Pero subrayaron que es importante que los pacientes de todas las edades aborden el tema con sus proveedores de atención sanitaria.

Las ITS son tratables, pero el sistema inmunitario se debilita con la edad, lo que dificulta la lucha contra las infecciones. "Las infecciones previas que no habían aparecido en décadas pueden volver de repente", explicó Dowler. "Eso se ve sobre todo en las infecciones por herpes".

Cuando Hilary Reno, profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington y directora médica de la Clínica de Salud Sexual del condado de San Luis, atiende a un paciente de setenta y tantos años que ha pedido que le hagan pruebas de ITS, hace todo lo posible por normalizar la idea de que la atención a la salud sexual es para todos. "Quizá no los felicito por tener una vida sexual sana", comentó riendo. "Pero insisto en que venir y hacerse las pruebas no es un fracaso. Venir y hacerse las pruebas es ser proactivo sobre la salud".

Los preservativos también son parte importante de la prevención de las ITS, dijo Reno, y eso es algo que recalca a sus pacientes, sobre todo cuando aseguran que ya no les preocupa el embarazo. Los adultos sexualmente activos que prefieran no utilizar preservativos deben hablar sobre las ITS y hacerse las pruebas antes de mantener relaciones sexuales con una nueva pareja, aclaró.

En cuanto a las conversaciones con posibles parejas, Price afirma que, cuanto más sencillo sea el lenguaje, mejor. Recomienda que la gente diga algo directo y sin prejuicios, como: "Siempre utilizo preservativos con una nueva pareja para protegernos los dos. ¿Prefieres algún tipo específico?". O incluso simplemente: "¿Usamos tus condones o los míos?".

Entre 2012 y 2022, las tasas de sífilis, gonorrea y clamidia aumentaron más del doble entre los estadounidenses de 55 años o más. (Michelle Mildenberg/The New York Times).

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