SAN FRANCISCO -- Después del nacimiento de su segundo hijo, Chelsea Becker tomó un año sabático sin paga de su trabajo de tiempo completo como sobrecargo. Tras ver un video en TikTok, descubrió un segundo empleo: entrenar a modelos de inteligencia artificial para un sitio web llamado Data Annotation Tech.
Durante unas cuantas horas al día, Becker, de 33 años, que vive en Schwenksville, Pensilvania, se sienta ante su computadora portátil e interactúa con un chatbot que opera con inteligencia artificial. Por cada hora de trabajo, recibe una remuneración de entre 20 y 40 dólares. De diciembre a marzo, ganó más de 10.000 dólares.
El auge de la tecnología de inteligencia artificial le ha dado un toque de mayor sofisticación a un tipo de trabajo bajo demanda que no requiere salir de casa. El crecimiento de los grandes modelos lingüísticos, como la tecnología con la que funciona ChatGPT de OpenAI, ha impulsado la necesidad de entrenadores como Becker, angloparlantes con fluidez que pueden producir una redacción de calidad.
No es un secreto que los modelos de inteligencia artificial aprenden de los humanos. Durante años, los creadores de los sistemas de inteligencia artificial como Google y OpenAI han dependido de trabajadores con sueldos bajos, habitualmente contratistas empleados a través de otras compañías, para ayudar a las computadoras a identificar visualmente a los sujetos. (The New York Times presentó una demanda contra OpenAI y su socio, Microsoft, por infringir sus derechos de autor). Los trabajadores etiquetan vehículos y peatones para los vehículos autónomos o identifican imágenes en fotografías utilizadas para entrenar a los sistemas de inteligencia artificial.
No obstante, si bien la tecnología de inteligencia artificial se ha vuelto más sofisticada, también el trabajo de las personas que deben entrenarla paso a paso. La tecnología que antes solo podía etiquetar fotografías, ahora redacta ensayos.
Con frecuencia, hay dos tipos de trabajos para estos entrenadores: aprendizaje supervisado, en el cual la inteligencia artificial aprende de escritura generada por humanos, y aprendizaje de reforzamiento a través de retroalimentación humana, en el que el chatbot aprende con base en cómo los humanos califican sus respuestas.
Las compañías que se especializan en la curación de datos, incluyendo las empresas emergentes con sede en San Francisco Scale AI y Surge AI, emplean a contratistas y venden sus datos de entrenamiento a desarrolladores más grandes. Algunos desarrolladores de modelos de inteligencia artificial, tales como la compañía emergente con sede en Toronto Cohere, también reclutan de manera interna a redactores de datos.
Algunos investigadores afirman que es difícil estimar el número total de estos trabajadores bajo demanda. Sin embargo, Scale AI, que recluta a contratistas mediante sus subsidiarias, Remotasks y Outlier, aseguró que era habitual ver a decenas de miles de personas trabajando en la plataforma en cualquier momento dado.
No obstante, al igual que con otros tipos de trabajo bajo demanda, la facilidad que representan los horarios flexibles viene con sus propios desafíos. Algunos trabajadores aseveraron que nunca interactuaron con administradores que estuvieran detrás de los sitios de reclutamiento y otros han sido separados de la labor sin ninguna explicación. Los investigadores también han expresado inquietudes acerca de la falta de estándares, ya que los trabajadores habitualmente no reciben entrenamiento sobre lo que se considera como respuestas apropiadas de los chatbots.
Para convertirse en uno de esos contratistas, los trabajadores deben aprobar una evaluación, la cual incluye preguntas tales como si una publicación de redes sociales debe ser considerada como incitadora al odio y por qué. Otra requiere una estrategia más creativa, ya que les piden a los candidatos que escriban una historia corta ficticia sobre un pulpo verde bailarín, la cual se desarrolla en las oficinas de FTX de Sam Bankman-Fried el 8 de noviembre de 2022. (Esa fue la fecha en la que Binance, un competidor de FTX, dio a conocer que compraría la compañía de Bankman-Fried antes de cancelar el trato poco después).
En algunas ocasiones, las empresas buscan expertos en alguna materia. Scale AI ha publicado ofertas de trabajo para contratistas redactores que poseen maestrías o doctorados en hindi y japonés. Outlier tiene vacantes que mencionan requisitos que incluyen grados académicos en Matemáticas, Química y Física.
Willow Primack, vicepresidenta de operaciones de datos en Scale AI, comentó: "Lo que realmente hace útil a la inteligencia artificial para sus usuarios es la parte humana de los datos y esa realmente necesita ser hecha por humanos inteligentes y habilidosos con un grado particular de experiencia y un giro creativo. Lo que ha dado como resultado que nos hemos estado enfocando en los contratistas, en particular dentro de Norteamérica".
Alynzia Fenske, una escritora de ficción que se autopublica, nunca había interactuado con un chatbot de inteligencia artificial antes de escuchar mucho al respecto de colegas escritores que consideraban la inteligencia artificial una amenaza. Así que, cuando encontró un video de TikTok sobre Data Annotation Tech, parte de su motivación era solo aprender tanto como fuera posible sobre la inteligencia artificial y ver por ella misma si los temores acerca de la inteligencia artificial eran justificados.
Fenske, de 28 años, que vive en Oakley, Wisconsin, opinó: "Me está dando un punto de vista totalmente diferente al respecto ahora que he estado trabajando con ella. Es reconfortante saber que hay seres humanos detrás". A partir de febrero, Fenske se ha propuesto completar quince horas de trabajo de anotación de datos cada semana para sostenerse económicamente mientras aspira a una carrera como escritora.
A Ese Agboh, de 28 años, una estudiante que cursa una maestría en Informática en la Universidad de Arkansas, le asignaron la tarea de programar proyectos, por lo que le pagaron entre 40 y 45 dólares la hora. Agboh le solicitaba al chatbot que diseñara un programa de sensor de movimiento que ayudara a los asistentes al gimnasio a contar sus repeticiones y, después, a evaluar código computacional escrito por la inteligencia artificial. En otro caso, la estudiante cargaría al programa un conjunto de datos sobre artículos de abarrotes y le pedía al chatbot que diseñara un presupuesto mensual. A veces, Agboh incluso evaluaba los códigos de otros anotadores, que los expertos indican que eran usados para garantizar la calidad de los datos.
Agboh ganó 2500 dólares. Sin embargo, su cuenta fue suspendida permanentemente por la plataforma porque violó su código de conducta. No recibió una explicación, pero sospecha que se debió a que trabajó mientras estaba en Nigeria, ya que el sitio quería trabajadores que estuvieran solo en ciertos países.
Ese es el desafío principal del trabajo en línea bajo demanda: puede desaparecer en cualquier momento. Sin nadie disponible para ayudar, los contratistas frustrados recurren a las redes sociales y comparten sus experiencias en Reddit y TikTok. Jackie Mitchell, de 26 años, ha conseguido muchos seguidores en TikTok gracias a que comparte su contenido sobre segundos trabajos, incluyendo el de anotación de datos.
Mitchell manifestó: "Entiendo el atractivo" y se refirió a los segundos trabajos como una "necesidad desafortunada" en la economía y "un sello distintivo de mi generación y de la generación que precede a la mía".
Ese Agboh, una estudiante que cursa una maestría en Informática en la Universidad de Arkansas que está ayudando a un chatbot con programación de proyectos, en Kennesaw, Georgia, el 1 de abril de 2024. (Alyssa Pointer/The New York Times)
Chelsea Becker, quien comenzó a entrenar chatbots desde su casa después de tomar un año sabático sin paga de su trabajo como sobrecargo cuando nació su hija, en casa con sus hijos en Schwenksville, Pensilvania, el 1 de abril de 2024. (Hannah Yoon/The New York Times)