Incluso antes de que la cifra de muertos del ataque en una sala de conciertos de Moscú el viernes fuera precisa, algunos funcionarios en Rusia lo vincularon con la guerra contra Ucrania y un conflicto más amplio con Occidente. Noventa minutos después de los primeros reportes del ataque, Dmitry Medvédev, expresidente de Rusia y vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, insinuó que la culpa era de “terroristas del régimen de Kiev”.
La adjudicación de la responsabilidad por parte del grupo del Estado Islámico no hizo mucho para templar el discurso del Kremlin, que desató una cascada de acusaciones sin fundamento y teorías de conspiración injustificadas, incluso fantasiosas, difundidas a través de las redes sociales.
Cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaró que “islamistas radicales” habían llevado a cabo el ataque, lo calificó de “solo un elemento en una serie de intentos de aquellos que han estado en guerra con nuestro país desde 2014″, una referencia explícita a Ucrania y la convulsión de ese año que llevó a la anexión ilegal de Crimea.
Nina Khrushcheva, una profesora de relaciones internacionales en la New School en Nueva York, quien ha escrito mucho sobre política y propaganda rusas, afirmó: “Necesitan una ‘Gran Mentira’”.
Las narrativas sirvieron para desviar la atención del hecho de que no lograron evitar el ataque letal en Crocus City Hall, mientras se convoca al país a apoyar una guerra que ha segado cientos de miles de vidas. Algunas publicaciones vinculadas al Kremlin o sus simpatizantes se difundieron en alemán, español, portugués e italiano y sugerían, sin evidencia, que la CIA, el servicio de inteligencia británica MI6 u otros eran los autores intelectuales verdaderos.
En referencia a la labor propagandística del Kremlin, Khrushcheva aseguró: “Así que los están dirigiendo hacia donde necesitan que estén. Todos los enemigos, extranjeros y nacionales, centrados bajo una premisa: Ucrania y la mano conductora de Occidente para desestabilizar”.
La desinformación ha sido una característica de la guerra desde la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022. El surgimiento de tantas afirmaciones falsas o conspirativas sobre el atentado en la sala de conciertos, por el que murieron 139 personas como mínimo, ha hecho cada vez más difícil detectar lo que es verdad.
Culpar a Ucrania
En las primeras horas tras el ataque, el canal ruso de televisión NTV transmitió un video que parecía implicar a Ucrania, pero fue desmentido con rapidez como un ultrafalso generado artificialmente. El video parecía mostrar a Oleksiy Danilov, en ese entonces secretario del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania, diciendo a conductores de noticias: “¿Se están divirtiendo en Moscú hoy? Pienso que es muy divertido. Quisiera creer que organizaremos cosas tan divertidas para ellos con más frecuencia”.
Según Shayan Sardarizadeh, quien rastrea desinformación para la BBC, así como otros expertos en ultrafalsos, el fragmento utilizó videos de Danilov provenientes de entrevistas realizadas días antes del ataque. El Centro para Contrarrestar la Desinformación, un grupo del gobierno ucraniano asociado con el consejo de defensa, agregó que la calidad del video no era buena y que las expresiones faciales de Danilov no coincidían con su discurso.
Después de que Estados Unidos vinculó el ataque en Crocus con el Estado Islámico de Jorasán (o ISIS-K, por su sigla en inglés), una vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, escribió en Telegram que los funcionarios estadounidenses no tenían “derecho de absolver a nadie”, por ejemplo, a los ucranianos.
Algunos usuarios de las redes sociales comenzaron a compartir sus sospechas acerca de una furgoneta blanca vista cerca de Crocus City Hall con una matrícula de circulación que afirmaban era ucraniana; sin embargo, los investigadores aseguraron posteriormente que parecía ser una placa bielorrusa. Algunas cuentas en línea también aseveraron que los ucranianos habían hecho reportes falsos de tiroteos en otras ubicaciones de Moscú para afectar los intentos de rescate.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania le dio seguimiento al comentario de Medvédev sobre Kiev con una declaración en la que acusa a Rusia de buscar “la meta de fomentar una histeria antiucraniana en la sociedad rusa y crear condiciones para motivar la movilización de ciudadanos rusos en una agresión criminal contra nuestro Estado”.
Acusaciones de la participación de Occidente
Algunas cuentas de redes sociales aprovecharon las noticias de que Estados Unidos había recopilado inteligencia este mes según la cual el afiliado afgano del grupo del Estado Islámico había estado planeando un ataque en Moscú. Dichas cuentas indicaron que los estadounidenses, incluyendo la CIA, de alguna manera “tenían conocimiento” o que Washington no había compartido sus hallazgos con el Kremlin.
De hecho, algunos funcionarios gubernamentales de Estados Unidos emitieron una alerta pública el 7 de marzo y manifestaron que también la habían transmitido de manera privada a sus homólogos rusos mediante canales oficiales.
Brian Liston, un investigador en Recorded Future, una compañía de amenazas de inteligencia, comentó que, en los días posteriores al ataque, una operación rusa de inteligencia conocida como “Doppelgänger” hizo circular publicaciones falsas en línea en las que se aseguraba que existía una participación ucraniana u occidental “en una labor coordinada con el fin de reavivar el apoyo en el país, promover la unidad y escalar la guerra rusa en Ucrania”.
Liston mencionó que un artículo apareció en un sitio vinculado a Doppelgänger que establecía que el gobierno británico buscó “desviar la atención deliberadamente de la tragedia porque ellos mismos, junto con Ucrania, cometieron el ataque terrorista a manos de islamistas radicales”.
Algunas afirmaciones infundadas de participación o complicidad estadounidenses provinieron no solo de los rusos.
Mike Benz, un exfuncionario en el gobierno de Trump, escribió en X, antes conocida como Twitter, que “si el Departamento de Estado lo sabía, la CIA de alguna manera estaba enterada con antelación”. Benz les dijo de modo conspiratorio a sus seguidores: “Deduzcan el resto ustedes mismos”. Después, escribió: “No tengo conocimiento, directo o indirecto, de esto y no estoy haciendo afirmaciones aquí” y agregó: “Solo es la reacción inicial de las cosas que me enfurecen, eso es todo”.
La teoría de la bandera rusa falsa
No obstante, Ucrania y Occidente no fueron los únicos blancos de acusaciones. Algunos funcionarios fuera de Rusia y varios usuarios de redes sociales con una gran cantidad de seguidores sugirieron que el propio Kremlin había organizado el ataque con el fin de generar apoyo para su guerra en Ucrania. Incluso la declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania impulsó la idea, ya que expresó: “No hay límites para la dictadura de Putin”, y añadió: “Está listo para matar a sus propios ciudadanos por motivos políticos”.
Algunas personas revisaron con detenimiento varios videos del interior de la sala de conciertos y sugirieron que un hombre uniformado con un perro parecía demasiado tranquilo en medio del caos y, por ello, debió ser un agente gubernamental cómplice del ataque.
Los críticos de Rusia también han recordado una serie letal de atentados con bombas a edificios de apartamentos en Rusia en 1999 que reavivaron la guerra civil del país en Chechenia. Hasta esta fecha, algunos sugieren que el Kremlin orquestó esos atentados para enaltecer a Putin, en ese entonces un recién designado primer ministro, y que tuviera un mayor poder.
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