Las mujeres que cortan caña de azúcar en el estado indio de Maharastra son sometidas a histerectomías innecesarias, a menudo como una manera de seguir trabajando, sin que les distraigan las menstruaciones, los embarazos o las revisiones ginecológicas.
Mis colegas y yo viajamos por el empobrecido distrito de Beed, donde viven muchos jornaleros migrantes de la caña de azúcar. Visitamos pequeñas aldeas y conocimos a las obreras en sus casas. Hablamos con sus empleadores, visitamos ingenios azucareros, entrevistamos a médicos y revisamos historiales médicos.
Lo que encontramos fue un brutal sistema de trabajo que explota a los niños, fomenta el matrimonio infantil, mantiene a las familias endeudadas con sus empleadores y culmina con mujeres que sienten que no tienen más remedio que someterse a histerectomías.
Entrevistamos a mujeres que cortan caña de azúcar para empresas proveedoras de marcas domésticas como Coca-Cola y una importante franquicia de PepsiCo, que han contribuido a hacer del estado una potencia azucarera, una de las industrias más importantes de la India.
Muchas mujeres sienten que una histerectomía es la única opción.
Algunas mujeres solicitan la operación para evitar menstruar en los campos, donde los trabajadores duermen bajo lonas sin agua corriente ni retretes. Las toallas sanitarias son caras y difíciles de encontrar, y no hay dónde tirarlas. Las mujeres suelen tratar sus periodos con paños que lavan a mano.
Otras veían la operación como una alternativa a la atención ginecológica rutinaria. Si necesitan tomarse un día libre para acudir al médico, las mujeres no solo deben sacrificar sus ingresos, sino pagar una cuota a sus empleadores.
Algunas dijeron que esperaban que la operación pusiera fin a los cólicos y al dolor de las menstruaciones abundantes e irregulares. A otras, los médicos les dicen sin razón que la histerectomía es necesaria.
Es un problema tan extendido que una investigación gubernamental de 2019 descubrió que, de unas 82.000 cortadoras de caña de azúcar en Beed, casi el 20 por ciento se había sometido a una histerectomía.
En los cinco años transcurridos desde ese informe, nadie obligó a la industria a cambiar.
La deuda salarial mantiene a los trabajadores en el campo.
En lugar de recibir sueldos o jornales, los obreros del sector azucarero de Maharastra reciben un anticipo al principio de la temporada y lo devuelven trabajando.
Pero todos están de acuerdo en que es prácticamente imposible devolverlo en una temporada. No suele llevarse ningún registro. Al final de la cosecha, los contratistas dicen que los trabajadores no han cortado lo suficiente. Deben regresar la siguiente temporada.
Las mujeres nos contaron que les encantaría encontrar trabajos menos exigentes físicamente, pero que este ciclo de tener que pagar anticipos les hace casi imposible dejarlo.
Como dijo una cortadora de caña, Archana Ashok Chaure: "Nadie elige esta vida".
El matrimonio infantil y el trabajo infantil son habituales.
Casi todas las mujeres con las que hablé me dijeron que se habían casado de niñas, a pesar de que India prohíbe el matrimonio infantil.
Me contaron que las habían casado para que cortaran caña de azúcar junto a sus maridos. Los contratistas de los ingenios suelen contratar a parejas, no a individuos. Según los trabajadores, este sistema incentiva a las familias a casar a sus hijas a una edad temprana.
El trabajo infantil también está muy generalizado, según los trabajadores y los informes de las empresas. Un fotógrafo del New York Times vio a niños trabajando en los campos.
Los ingenios azucareros afirman que el problema está fuera de su control.
Los ingenios azucareros afirman que no tienen obligación de proporcionar a los trabajadores servicios como baños, agua corriente o tiempo libre para atención médica o embarazo, los cuales no solo mejorarían la vida de los empleados, sino que podrían reducir el número de histerectomías.
Los propietarios de las fábricas argumentan que en realidad ellos no son los empleadores, porque recurren a contratistas para reclutar, transportar y pagar a los trabajadores. Pero estos hombres, algunos de los cuales son contratados simplemente porque tienen un vehículo, dicen que no tienen poder para dictar las condiciones de trabajo o los términos del empleo.
El uso de contratistas permite a los propietarios de los ingenios negar su responsabilidad. Visitamos ingenios azucareros y entrevistamos a ejecutivos. Nos dijeron que no guardaban muchos datos sobre los trabajadores del campo, ni siquiera sabían quiénes eran.
Las grandes marcas occidentales están engranadas en el sistema.
Coca-Cola afirma que compra azúcar en Maharastra, donde estos abusos laborales son endémicos. Y un empresario que dirige un ingenio azucarero en Maharastra para Dalmia Bharat Sugar dijo que su ingenio suministra a Coca-Cola. Se está construyendo una nueva fábrica de Coca-Cola en Maharastra.
PepsiCo dijo que uno de sus mayores franquiciados también compra azúcar en el estado. El franquiciado acaba de abrir allí su tercera planta de fabricación y embotellado.
Ambas empresas de refrescos han publicado códigos de conducta que prohíben a sus proveedores utilizar mano de obra infantil y forzada. Sin embargo, en la práctica es distinto: los ejecutivos de los ingenios azucareros nos contaron que cuando los representantes de las grandes multinacionales los visitaban, rara vez preguntaban por las condiciones laborales. Y rara vez, por no decir nunca, visitaban los campos para ver qué ocurría.
Los empleados de los ingenios tampoco suelen ir a los campos.
"Nadie de la fábrica de Dalmia nos ha visitado nunca en las tiendas ni en los campos", declaró Anita Bhaisahab Waghmare, una obrera de unos 40 años que ha trabajado toda su vida en las granjas que abastecen a Dalmia y que dijo haberse sometido a una histerectomía de la que ahora se arrepiente.
Pepsi dijo que no sabía nada de los abusos en Maharastra hasta que el Times investigó. Coca-Cola conoce algunos de estos problemas desde al menos 2019, cuando auditores que contrató documentaron el trabajo infantil y advirtieron de que había indicios de trabajo forzado en su cadena de suministro.
Trabajadores de la caña de azúcar cargan un camión para su transporte a un molino en el distrito de Satara del estado de Maharastra, India, el 29 de marzo de 2023. (Saumya Khandelwal/The New York Times).