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No obstante, el nuevo reporte, comisionado por el Congreso de EE. UU., sugiere que el público posiblemente siga creyendo que el gobierno oculta lo que sabe.
En la década de 1960, las pruebas de vuelo secretas de aeronaves espía de tecnología avanzada del gobierno estadounidense generaron avistamientos de ovnis. De manera más reciente, los drones gubernamentales y comerciales, los nuevos tipos de satélites y los globos meteorológicos errantes han provocado un resurgimiento de las observaciones inusuales.
Pero, según un nuevo informe, ninguno de estos avistamientos era de naves extraterrestres.
El nuevo informe del Pentágono, comisionado por el Congreso, no halló pruebas de que el gobierno de Estados Unidos estuviera encubriendo el conocimiento de tecnología extraterrestre y señaló que no había pruebas de que ningún avistamiento de objetos voladores no identificados haya sido una visita alienígena a la Tierra.
El documento de 63 páginas es la refutación más contundente que el Pentágono ha publicado en años recientes para rebatir las afirmaciones de que tiene información sobre visitas o tecnología extraterrestre. Sin embargo, debido a la desconfianza generalizada hacia el gobierno, es poco probable que el informe disminuya la obsesión cada vez mayor por los extraterrestres.
El general de división Patrick Ryder, portavoz del Departamento de Defensa, dijo que el Pentágono abordó la elaboración del informe con una mentalidad abierta y sin ideas preconcebidas, pero que simplemente no encontró pruebas que respaldaran las afirmaciones sobre programas secretos, tecnología alienígena oculta o cualquier otro elemento extraterrestre.
"Todos los esfuerzos de investigación, a todos los niveles de clasificación, concluyeron que la mayoría de los avistamientos eran objetos y fenómenos ordinarios y el resultado de una identificación errónea", señaló Ryder en un comunicado.
Aunque muchos reportes de lo que el gobierno ahora denomina fenómenos anómalos no identificados siguen sin resolverse, el nuevo informe asegura con claridad que no hay nada concluyente. La Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios del Pentágono determinó que, si se dispusiera de información de mejor calidad, "la mayoría de estos casos también podrían identificarse y determinarse como objetos o fenómenos ordinarios".
En el pasado, debido a esa falta de datos, los funcionarios del Pentágono a menudo se mostraban reacios a hablar con claridad sobre diversos incidentes y alegaban que no tenían la suficiente información para llegar a una conclusión. Pero a falta de conclusiones, brotaron teorías conspirativas, incluso cuando científicos e investigadores independientes han argumentado que las ilusiones ópticas, los fenómenos meteorológicos, los globos científicos o los aviones no tripulados eran causas razonables de casi todos los incidentes sin explicación.
El informe también pone en duda los relatos de denunciantes y antiguos funcionarios del gobierno que han afirmado que Estados Unidos oculta pruebas de la existencia de alienígenas o material extraterrestre al público.
A lo largo del tiempo, el Pentágono ha intentado desestimar esas afirmaciones. Funcionarios han declarado ante el Congreso que el gobierno no tiene material extraterrestre --y mucho menos una nave espacial-- en su poder. El Pentágono y la NASA han utilizado la trigonometría básica para demostrar por qué los videos militares publicados no muestran nada extraordinario o extraterrestre.
El informe no será el punto final del asunto. El Congreso encargó un segundo informe al Pentágono y el año pasado aprobó una medida que ordena a los Archivos Nacionales y Administración de Documentos desclasificar más registros. La NASA y las agencias de inteligencia de EE. UU. están estudiando maneras de recopilar datos más completos sobre avistamientos inexplicados.
Pero es probable que ninguno de estos esfuerzos se aparte de las conclusiones generales expuestas el viernes.
El avance en los esfuerzos por desestimar la desinformación sobre los ovnis se ha hecho más lento por una serie de cambios en el grupo de trabajo que estudia el caso. El Congreso encargó al grupo actual del Pentágono, la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO, por su siglas en inglés), una revisión histórica de las pruebas.
La oficina no ha encontrado "ninguna prueba empírica" de que los avistamientos denunciados sean "tecnología extraterrestre" o algún programa clasificado del que no se hubiera informado al Congreso, concluye el informe.
Es poco probable, sin embargo, que el público se deje convencer. Mucha gente no acepta las afirmaciones del gobierno de que no ocurre nada interesante en los videos del Pentágono que parecen mostrar objetos extraños, y se mencionan relatos de pilotos de la Marina que observaron objetos cuyos movimientos no pueden explicarse con facilidad.
El nuevo informe señala que en el pasado, sobre todo en la década de 1950, hubo interés por los ovnis, pero que actualmente la atención que se da a los avistamientos inexplicados es mayor que antes.
El Pentágono, con un abordaje cuidadoso y con una redacción precisa, concluye que el deterioro en la confianza pública en el gobierno y la rapidez con la que se difunde la desinformación han hecho más difícil refutar las afirmaciones de visitas extraterrestres.
Citando una encuesta Gallup de 2021, el Pentágono señaló que la exposición al tema a través de los "medios de comunicación tradicionales y las redes sociales ha aumentado el número de estadounidenses que creen que los avistamientos de ovnis son de origen extraterrestre".
"Al margen de los engaños y las falsificaciones, la información falsa y la desinformación están más generalizadas y son más fáciles de difundir que nunca, especialmente con las herramientas avanzadas de fotografía, video e imágenes generadas por computadora", según el informe. "Los algoritmos de búsqueda y recomendación de contenidos en internet sirven para reforzar las ideas preconcebidas y los prejuicios de confirmación de los individuos tanto como para ayudar a educar e informar".
El informe señala que en la década de 1950, muchos reportes sobre ovnis se originaron por avistamientos públicos o derivaron de programas gubernamentales clasificados. El documento menciona que programas gubernamentales como el Proyecto Manhattan y el desarrollo secreto de un vehículo aéreo no tripulado de las Fuerzas Aéreas, el RQ-170, que pueden haber contribuido al aumento de informes sobre objetos o fenómenos no identificados.
Hay exfuncionarios del gobierno que creen firmemente que Estados Unidos tiene información sobre extraterrestres o que han oído informes sobre programas secretos para estudiar tecnología extraterrestre. Esos exfuncionarios han sido testigos estelares en las audiencias del Congreso.
Como parte de la investigación, el Pentágono entrevistó a personas que testificaron ante el Congreso que tenían conocimiento directo de un encubrimiento gubernamental y a otras de las que se decía que poseían información que lo corroboraba.
Una revisión general de sus relatos deja claro que la mayoría de los informes sobre tecnología alienígena derivan, en el mejor de los casos, de información de segunda mano. Y ninguno de los informes de primera mano fue corroborado por otros testigos.
Sin embargo, el Pentágono investigó las afirmaciones y, de momento, no encontró nada que las respaldara. En cambio, recopiló refutaciones de otros testigos. El informe decía que la oficina seguiría investigando e informaría de otras afirmaciones en un segundo volumen.
El Pentágono también investigó programas gubernamentales clasificados y sensibles que, según denunciantes, estaban relacionados con el estudio de naves extraterrestres capturadas.
El Pentágono llegó a la conclusión de que, aunque "muchos de estos programas representan programas de seguridad nacional, actuales y anteriores, auténticos y sensibles", ninguno de ellos estaba relacionado con la captura o ingeniería inversa de tecnología extraterrestre.
Julian E. Barnes cubre las agencias de inteligencia de EE. UU. y asuntos de seguridad internacional para el Times. Lleva más de dos décadas escribiendo sobre cuestiones de seguridad. Más de Julian E. Barnes