36 horas en Mérida, México

The New York Times: Edición Español

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Aunque el turismo se ha disparado en la península de Yucatán, muchos visitantes nunca van más allá de la llamada Riviera Maya, la franja costera entre Cancún y Tulum, muy urbanizada y abarrotada de gente. Para los viajeros atraídos por la cultura y la historia mexicanas, Mérida, fundada por los españoles en el siglo XVI y construida con las piedras de las ruinas mayas, es un antídoto contra los complejos turísticos "todo incluido" de la costa.

Más allá de la arquitectura colonial y las tradiciones centenarias, Mérida es un lugar joven y artístico que se vive mejor con una sensibilidad de espíritu libre. Aunque no es una ciudad para trasnochar, es muy segura y cobra vida al anochecer, cuando hay unas horas de aire fresco, música en todas las esquinas y la sensación general de que si caminas unas cuantas calles en cualquier dirección, te toparás con algo de verdad especial.

ITINERARIO

Viernes

3 p. m. | Refréscate con sabor

Mérida es una de las ciudades más calurosas de México. Así que los postres helados son la respuesta. Pola Gelato Shop, en el barrio de Santa Lucía del centro de la ciudad (Centro), tiene sabores inspirados en la región y la temporada, como fresa con x'catik (un chile local) y plátano con jamaica. Aunque la tienda tiene un puñado de mesas, pide un cono (desde 55 pesos, unos 3 dólares) y camina calle abajo hasta la plaza de Santa Lucía. Haz una escala en Ki'Xocolatl, ahora una pequeña cadena nacional, donde encontrarás regalos comestibles y jabones de cacao. Toma un frappé de chocolate (64 pesos) y siéntate en una de las sillas confidentes de Yucatán para observar a la gente en la plaza.

4 p. m. | Busca recuerdos

Al otro lado de la calle, en la Calle 60, Caracol Púrpura consta de una serie de galerías situadas alrededor de un café de patio, donde te recibirán catrinas (figuras de esqueletos vestidos con elegancia) de cerámica que te llegarán a la altura del pecho y esculturas del Árbol de la Vida de una complejidad vertiginosa procedentes de los estados de Oaxaca y Puebla. La colección se especializa en arte popular de todo México --un impresionante panorama de la asombrosa amplitud cultural del país-- junto con obras de artistas mexicanos contemporáneos.

Si quieres souvenirs elegantes que beneficien a artesanos locales, visita Taller Maya en el Parque de Santa Ana, otra conocida plaza. La tienda vende artesanías --incluidas hermosas hamacas con borlas decorativas al estilo yucateco, colchas teñidas con tintes naturales y canastas para tortillas tejidas con hojas de palma jipijapa-- etiquetadas con el nombre del artesano que las elaboró.

5:30 p. m. | Recorre la antigua estación de trenes

Desde Santa Ana, camina hacia el este por la calle Calle 47 hasta el lugar donde se encontraba la estación de trenes de Mérida de los años 20, que ahora alberga la Universidad de las Artes de Yucatán y el nuevo Parque La Plancha, un parque urbano de 20 hectáreas en la antigua estación de trenes con un lago artificial, una piscina para niños, un paseo elevado, zonas de juegos, un área de comida y una bandera mexicana de grandes proporciones. El parque está en su mejor momento a primera hora de la tarde, cuando es destino de familias atraídas por su fuente interactiva, donde los niños gritan y se empapan en el espectáculo de agua, color y música.

Otras de las atracciones del lugar incluyen una colección de vagones antiguos restaurados y el Museo de la Luz (entrada, 100 pesos), inaugurado en noviembre con exposiciones sobre la ciencia y la cultura de la luz.

7 p. m. | Celebra la parrilla

Para una cena de ocasión especial, regresa a la Calle 47 y Micaela Mar y Leña, donde el comedor late con energía festiva. La parrilla de leña está al rojo vivo todas las noches para producir platillos tatemados que incluyen costillas de res con mole y pulpo con camote y verduras en escabeche (cada platillo, 450 pesos). Las opciones vegetarianas, como la coliflor con tahini y zanahorias (195 pesos), también se encuentran con las llamas. Se recomienda reservar.

Después de cenar, pasa por La Botillería, una tienda de licores mexicanos que son un buen regalo. Haz una cata y vuelve a llenar la maleta.

9 p. m. | Da un paseo nocturno

Aléjate del distrito turístico más concurrido de la ciudad y dirígete hacia el suroeste desde la Plaza Grande, la plaza principal, hasta el Parque de San Sebastián, un lugar que es el animado corazón de uno de los barrios mayas más antiguos de Mérida y que suele estar repleto de clases de zumba, juegos de carnaval, ensayos de bandas de música y procesiones religiosas. Desde allí, camina de vuelta al barrio colindante de La Ermita para encontrar locales de tatuajes poco convencionales, galerías diminutas, restaurantes vegetarianos y arte callejero.

Haz una escala por el Autogiro de la Ermita, una cantina de la nueva escuela con paredes de piedra a la vista, carteles amarillentos de lucha libre y, a veces, un tecladista que toca música tropical o un DJ que toca salsa. El mezcal se sirve a la manera clásica, con rodajas de naranja, sal de gusano (sal con gusanos de agave secos y molidos y chiles) y una botana, un aperitivo gratuito de bar, de calabaza asada entera. Si te sientes aventurero, prueba la "sorpresa" del cantinero (140 pesos).

Sábado

8 a. m. | Compra, luego ve los flamencos

Visita el mercado municipal principal de Mérida, el Mercado Lucas de Gálvez, para comprar jugos frescos y dulces mexicanos para el camino. A continuación, sal de la ciudad (a poco más de una hora en coche de alquiler o chófer particular) temprano para llegar a la Reserva de la Biosfera de Ría Celestún antes de las 10 de la mañana, cuando la observación de aves está en su mejor momento. Los flamencos americanos, los más altos y rosados del mundo, se congregan aquí por decenas de miles durante la temporada alta (tradicionalmente de noviembre a marzo, pero los guías locales dicen que la temporada se ha vuelto menos predecible). El ecosistema también alberga espátulas de color rosa pálido, garzas tigre mexicanas, enormes pelícanos blancos canadienses, cocodrilos y grandes felinos en peligro de extinción. Las lanchas (pequeñas embarcaciones cubiertas; con un costo de 3000 pesos, dan un recorrido de una a dos horas) pueden compartirse con otros visitantes, con lo que el costo asciende a unos 500 pesos por persona (gratis para los niños pequeños).

11:30 a. m. | Relájate junto al mar

Después de serpentear por los manglares en busca de vida silvestre, dirígete hacia el lado del Golfo de México en Celestún (un polvoriento y encantador pueblo de pescadores situado entre la reserva y el golfo) y su larga franja de arena blanca y conchas marinas, restaurantes de estilo palapa con techos de palma y un mar transparente de color azul pálido. Los guías locales recomiendan Los Pámpanos por sus sencillas pinzas de cangrejo de piedra (medio kilo, 600 pesos) y sus ceviches. Pero también es un buen lugar para sentarse en una mesa de plástico en la arena, tomar una cerveza fría (a partir de 40 pesos) y disfrutar de la sombra.

3:30 p. m. | Disfruta comida casera

De vuelta en el Centro, dirígete al barrio de la Mejorada, al este de la Plaza Grande, donde la modesta apariencia de Pancho Maíz no hace honor a su ambición. Este acogedor restaurante de esquina, abierto para desayunos y comidas, tiene ventiladores en cada rincón, un piso de azulejo antiguo de color verde y amarillo y un mural de un tallo de maíz que sostiene a un hombre dormido, una referencia a la misión del restaurante de preservar las variedades de maíz de la región, que son sagradas para el pueblo maya e integrales para su dieta y cultura. Todo aquí, desde el pinole (bebida tradicional a base de maíz molido, canela y cacao tostado, 45 pesos) hasta su sope jumbo, es la quintaesencia de la comida casera yucateca.

5 p. m. | Conéctate con la petanca

Camina a la vuelta de la esquina hasta Patio Petanca, un salón de juegos al aire libre que parece un mundo secreto construido alrededor de largas canchas de petanca de grava con una lista de reproducción ecléctica y pop. Por la noche, este lugar se convierte en una fiesta con DJ y grupos de amigos reunidos en torno a cubetas de cerveza helada. Detrás de otra anodina fachada colonial, a unas manzanas al suroeste, Salón Gallos ha reconvertido una antigua fábrica de grano en un espacio multifacético para eventos con galería, cine, vinoteca, restaurante y local de música.

8 p. m. | Ve un juego de pelota maya

En la Plaza Grande, compra una marquesita, un crocante tentempié yucateco callejero que es una mezcla entre una crepa y un waffle, se enrolla cuando aún está caliente y suele estar relleno de queso Edam y crema de chocolate y avellanas (desde unos 50 pesos). A continuación, presencia la representación semanal de Pok Ta' Pok, un juego de pelota prehispánico ceremonial maya, frente a la catedral principal de la ciudad (gratis, 8 p. m.).

Luego, dirígete a la Taquería de la Unión --un restaurante pequeño y casi siempre abarrotado a unas calles al norte de la plaza-- para comer tacos (28 pesos cada uno) rellenos de cochinita pibil (puerco asado marinado en jugo de naranja y achiote, el platillo más famoso de la región) o longaniza, un embutido de la cercana ciudad de Valladolid.

Domingo

9 a. m. | Recorre el paseo

Soco, que solo cuenta con cinco mesas, es una panadería que vende croissants y elegantes pasteles mexicanos, como las orejas dulces y crujientes y la concha con costra de azúcar. Si puedes, quédate a un desayuno caliente: una torta ahogada (un emparedado ahogado en un sabroso caldo de cerdo con tiras de col, cebollas encurtidas y translúcidas rodajas de sandía y rábano, 210 pesos) o una gruesa rebanada de pan francés cubierto con ingenio de fruta fresca (205 pesos). A continuación, camina hasta el bulevar más prestigioso de la ciudad, el Paseo de Montejo, para unirte al paseo semanal de calesas de cuento de hadas (500 pesos por 45 minutos), familias ciclistas y bicicletas modernizadas en el evento de calle cerrada conocido como Biciruta Mérida.

Medio día | Un bocado en el patio

A principios del siglo XX, Mérida era una de las ciudades más ricas de América debido a su producción de henequén, una fibra vegetal con la que se fabrican cuerdas. Varias de las grandes mansiones de la ciudad a lo largo del Paseo de Montejo datan de este apogeo y desde entonces se han abierto al público como museos (incluyendo Quinta Montes Molina y, más recientemente, Montejo 495 Casa Museo). Para un almuerzo informal, visita Ramiro Cocina a unas cuadras al oeste del Paseo de Montejo, con artículos asequibles garabateados en una pizarra y asientos en el patio bajo la sombra de plátanos y palmeras. Pide la inusual y poco común pero deliciosa quesadilla de calabaza tatemada en una terrosa tortilla de maíz hecha a mano.

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PARADAS CLAVE

Pasea entre los lugareños en las plazas y parques de Mérida, desde su animada plaza central, la Plaza Grande, y el nuevo y extenso Parque La Plancha hasta los puntos de interés del barrio, como el Parque de San Sebastián.

Micaela Mar y Leña sirve sofisticados platillos yucatecos, casi todos cocinados en horno de leña, en una mansión del siglo XIX que merece hacer una reservación.

Haz una excursión de un día a la Reserva de la Biosfera Ría Celestún y la playa de Celestún para ver bandadas de flamencos y otros animales silvestres, seguidos de marisco y un chapuzón.

DÓNDE COMER

Pola Gelato Shop tiene un menú cambiante inspirado en sabores de temporada y regionales.

Salón Gallos, en una antigua fábrica de grano, incluye un bar de vinos, un cine de arte, un restaurante de inspiración libanesa y una galería.

Patio Petanca es el lugar ideal para jugar a la petanca (muy parecido a las bochas de Italia) y tomar una ronda de cerveza mexicana con una divertida lista de reproducción y un público joven.

Autogiro de la Ermita sirve mezcal y botanas en una acogedora cantina de barrio.

Soco ofrece hermoso pan dulce, que incluye clásicos mexicanos y babka, y desayunos ricos, salseados y centrados en el pan.

Ramiro Cocina es un sombreado restaurante ubicado en un patio con un menú de pizarra cambiante de clásicos mexicanos presentados con amor.

Taquería de la Unión es un pequeño y humeante lugar de tacos que también sirve tortas (sándwiches) y otros platillos más con rellenos clásicos yucatecos, como la cochinita pibil, un plato de cerdo asado.

DÓNDE ALOJARSE

Cigno, en el barrio de La Ermita, es un elegante bed and breakfast solo para adultos situado en una mansión a unas manzanas de la Plaza Grande. Los huéspedes pueden disfrutar de un cóctel todas las noches y varias habitaciones (desde unos 3100 pesos, 180 dólares) cuenta con piscina y balcón.

Casona Origen, en el barrio de la Mejorada, destaca por su tranquilidad. Cuenta con siete habitaciones (desde unos 2100 pesos) distribuidas alrededor de un amplio patio trasero y dos piscinas.

Hostal Barrio Vivo, frente a la pequeña plaza de La Ermita, es un hostal bastante limpio y cómodo, con dormitorios compartidos desde 300 pesos.

Para alquileres de corta estancia, busca en los barrios que rodean la Plaza Grande, como Santa Lucía, Santa Ana, La Ermita y la Mejorada.

Un cono de helado en Pola Gelato Shop, en el barrio de Santa Lucía, que tiene sabores de inspiración regional y de temporada como fresa con x'catik (un chile local) y plátano con jamaica, en Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán, el 8 de febrero de 2024. (Bénédicte Desrus/The New York Times)

Diana Sánchez prepara un cono de helado en Pola Gelato Shop, en el barrio de Santa Lucía, que tiene sabores de inspiración regional y de temporada como fresa con x'catik (un chile local) y plátano con jamaica, en Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán, el 8 de febrero de 2024. (Bénédicte Desrus/The New York Times)

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