Los gobiernos están intentando frenar las exportaciones de piel de burro a China, donde la demanda de medicina tradicional y otros productos está amenazando a estos animales necesarios en los hogares rurales.
Durante años, las empresas chinas y sus contratistas han estado sacrificando millones de burros en toda África, codiciando la gelatina de las pieles de los animales que se procesa para fabricar medicinas tradicionales, dulces populares y productos de belleza en China.
Pero la creciente demanda de gelatina ha diezmado las poblaciones de burros a un ritmo tan alarmante en los países africanos que los gobiernos están tomando medidas para frenar el comercio, en su mayor parte no regulado.
La Unión Africana, órgano que engloba a los 55 Estados del continente, adoptó este mes una prohibición de las exportaciones de piel de burro en todo el continente, con la esperanza de que se recuperen las existencias.
Los hogares rurales de toda África dependen de los burros para el transporte y la agricultura.
Sin embargo, los burros solo engendran una cría cada dos años.
“Un medio de supervivencia en África alimenta la demanda de productos de lujo de la clase media china”, afirmó Emmanuel Sarr, quien dirige la oficina regional de África Occidental de Brooke, una organización no gubernamental con sede en Londres que trabaja para la protección de burros y caballos.
“Esto no puede continuar”.
China es el principal socio comercial de muchos países africanos. Pero en los últimos años se ha criticado cada vez más a sus empresas por agotar los recursos naturales del continente, desde los minerales a la pesca y ahora las pieles de burro, una censura que antes se dirigía sobre todo a los países occidentales.
“Este comercio está socavando las conversaciones sobre desarrollo mutuo entre China y los países africanos”, dijo Lauren Johnston, experta en relaciones entre China y África y profesora asociada de la Universidad de Sídney.
Algunas empresas chinas o intermediarios locales compran y sacrifican burros de forma legal, pero los funcionarios del gobierno también han desmantelado mataderos clandestinos.
Las comunidades rurales de algunos países africanos también han denunciado un aumento de los casos de robo de burros, aunque no existe una estimación de lo extendido que ha estado el tráfico ilegal.
Etiopía alberga la mayor población de burros de África, según Donkey Sanctuary, un grupo de defensa británico. Durante un viaje de investigación en ese país en 2017, Johnston dijo que muchos lugareños habían compartido su indignación con China, “porque están matando a nuestros burros”, relató.
El comercio de piel de burro en China es el componente clave de una industria multimillonaria de lo que los chinos llaman ejiao o gelatina de burro. Se trata de una medicina tradicional reconocida por las autoridades sanitarias chinas, pero cuyos beneficios reales siguen siendo objeto de debate entre médicos e investigadores en China.
En los últimos años, lo que antes era un producto de lujo se ha ido masificando a medida que han aumentado los ingresos de las clases media y alta de China. Los vendedores de medicina tradicional china y las empresas de alimentos saludables han comercializado el ejiao (pronunciado eyiao en mandarín) por sus posibles beneficios para las personas con problemas circulatorios, ginecológicos o respiratorios.
Los productos alimentarios a base de ejiao han prosperado: los pastelitos hechos con ejiao, nueces, sésamo y azúcar se han convertido en un tentempié popular en toda China; una marca conocida de una bebida de té se ha dirigido a los consumidores jóvenes con té con leche con ejiao.
Cathy Sha, una residente de 30 años de Cantón, centro comercial del sureste de China, dijo que tomar ejiao durante meses podría haberle ayudado con sus problemas respiratorios recurrentes y sus sudores fríos. Sean cuales sean los beneficios, dijo en mensajes de texto que pensaba seguir consumiendo ejiao, una práctica habitual entre los usuarios de la medicina tradicional china.
La industria china del ejiao consume actualmente entre 4 y 6 millones de pieles de burro al año, aproximadamente el 10 por ciento de la población mundial de burros, según informes de prensa chinos y estimaciones del Donkey Sanctuary. China solía abastecerse de ejiao procedente de burros chinos. Pero su propia manada se ha desplomado de más de 9 millones en 2000 a poco más de 1,7 millones en 2022.
Por eso, en la última década, China empezó a dirigirse a África, donde vive el 60 por ciento de los burros del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Los burros son muy resistentes a las duras condiciones climáticas y pueden transportar cargas pesadas durante un periodo de tiempo prolongado, lo que los convierte en un recurso muy apreciado en algunas zonas de África. Sin embargo, a diferencia de otros mamíferos de cuatro patas, su reproducción es muy lenta y los esfuerzos por elevar la cría de burros a niveles industriales, incluso en China, han tenido un éxito limitado.
El descenso en algunos países ha sido repentino y brusco. La población de burros de Kenia se redujo a la mitad entre 2009 y 2019, según una investigación de Brooke. Un tercio de los burros de Botsuana ha desaparecido en los últimos años. Etiopía, Burkina Faso y otros países también han visto disminuir sus poblaciones a un ritmo elevado.
Pekín se ha mostrado inusualmente callado ante la prohibición de la Unión Africana de exportar piel de burro, aunque ha criticado otras medidas para detener el flujo de mercancías a China, incluidas las restricciones impuestas recientemente por Occidente a la exportación de equipos de fabricación de semiconductores a China.
Ni la misión de China ante la Unión Africana ni su Ministerio de Comercio respondieron a las solicitudes de comentarios.
Algunos países africanos, como Etiopía, Costa de Marfil y Tanzania, ya han aplicado prohibiciones nacionales a las exportaciones de piel de burro. Pero la porosidad de las fronteras y la laxitud en la aplicación de las multas han dificultado la contención del comercio.
Por ejemplo, en África Occidental se trafica con burros desde países sin salida al mar antes de sacrificarlos en condiciones a menudo terribles en zonas fronterizas con naciones que tienen acceso al mar. Las pieles se exportan después a través de puertos de carga.
“Los traficantes buscan vías de salida, como los puertos, las cuales debemos luchar por mantener cerradas”, declaró Vessaly Kallo, responsable de los servicios veterinarios de Costa de Marfil, país costero de África Occidental.
En algunos países donde las pieles de burro son legales, también se han utilizado para pasar de contrabando artículos protegidos como marfil de elefante, cuernos de rinoceronte o escamas de pangolín que se envuelven en las pieles, según una investigación del Donkey Sanctuary.
Los gobiernos también se han enfrentado a la presión de los granjeros que crían burros y que obtienen importantes ganancias del comercio de pieles de burro. Botsuana prohibió la exportación de productos derivados del burro en 2017, pero dio marcha atrás un año después como consecuencia de las intensas presiones de los ganaderos y, en su lugar, estableció cuotas de exportación.
La presión para limitar el comercio de pieles de burro está aumentando en otros lugares. Desde diciembre, Amazon ya no vende carne de burro ni otros complementos alimenticios que contengan ejiao a clientes de California, para cumplir con la ley de bienestar animal de ese estado.
El representante de EEUU Don Beyer, demócrata por Virginia, ha presentado en repetidas ocasiones un proyecto de ley que busca prohibir la producción de ejiao y la venta y compra de productos con ese ingrediente.
En África, todavía no se sabe con certeza cómo la prohibición en todo el continente podría ayudar a salvar a los burros: los Estados africanos tienen ahora que aplicar la prohibición mediante la legislación nacional, un proceso que llevará años. Además, los organismos nacionales encargados de hacer cumplir la ley podrían carecer de los recursos o la voluntad necesaria para hacer frente al tráfico ilegal de pieles de burro.
Algunos países africanos, como Eritrea y Sudáfrica, se habían mostrado reacios durante mucho tiempo a aceptar una prohibición, argumentando que tenían derecho a decidir cómo utilizar sus recursos naturales, dijo Mwenda Mbaka, destacado experto en bienestar animal de Kenia y miembro del órgano de la Unión Africana para los recursos animales.
Sin embargo, afirmó que la disminución del número de burros ha alcanzado un nivel de crisis.
El pasado mes de septiembre, Mbaka llevó a decenas de diplomáticos africanos a un retiro de dos días en Kenia para concienciar sobre el maltrato animal y los peligros que las mermadas poblaciones de burros suponen para los hogares rurales.
Mbaka mostró a los diplomáticos imágenes de burros sacrificados ilegalmente en el monte e hizo hincapié en que, sin burros, parte del trabajo pesado que realizan recaería probablemente en niños o mujeres.
No tardó mucho en convencer a su audiencia, dijo Mbaka. “En cuanto vieron las pruebas, se sumaron”.
Lynsey Chutel colaboró con reportería desde Johannesburgo.
(c) The New York Times