Los incendios forestales en Chile consumieron un jardín botánico de 107 años

The New York Times: Edición Español

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El Jardín Botánico Nacional, ubicado en Viña del Mar, llora la pérdida de una trabajadora y su familia. Y espera un milagro para sus plantas.

El viernes por la tarde, cientos de personas deambulaban por los idílicos terrenos del Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar, en Chile, en su mayoría ajenos a que, justo al otro lado de unas colinas y una carretera, un voraz incendio forestal galopaba hacia ellos.

El peligro no tardó en hacerse patente. Los guardaparques empezaron a recorrer el lugar en moto, gritando a los visitantes que huyeran hacia las salidas. Pero cuando muchos llegaron allí, el fuego ya había arribado.

"Un humo negro y grueso se alzaba arriba de nosotros, así que nos tiramos al pasto justo dentro de la reja", recordó Alejandro Peirano, el director del jardín, el lunes por la mañana. "Uno de mis guardaparques me miró y me dijo: 'Director, ¿vamos a morir?'".

En otro lugar, otros tres guardaparques intentaban rescatar a una compañera, Patricia Araya, de 60 años, cuidadora de un invernadero que vivía en el jardín y cuidaba de sus dos nietos y de su madre, de 92 años. Llegaron a la puerta de su cabaña, pero el fuego se acercaba. "Sentía que el calor me quemaba la espalda. Me di cuenta que me caían encima pedazos" de corteza, dijo Freddy Sánchez, de 50 años, el lunes, mientras resguardaba la entrada del parque.

"Tuvimos que volver", dijo. "Lo único que el cuerpo quiere es buscar cómo escapar del calor".

La multitud que se apiñó en el jardín delantero sobrevivió. Fue una especie de milagro, dado que el 98 por ciento del jardín de más de 400 hectáreas fue destruido.

Araya, su madre y sus dos nietos no lo hicieron, convirtiéndose en cuatro de las 122 muertes confirmadas en uno de los incendios forestales más mortíferos de la historia moderna.

El lunes, las autoridades continuaron la búsqueda de cadáveres con perros rastreadores en los casi 65 kilómetros cuadrados arrasados por los rápidos incendios del viernes en la provincia de Valparaíso, una popular zona turística cerca de la costa central de Chile.

También hicieron balance de la destrucción general, incluidas unas 15.000 viviendas y una de las joyas nacionales de Chile: el Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar, de 107 años de antigüedad.

El jardín botánico, que se extiende a lo largo de unos cuatro kilómetros cuadrados, es uno de los más grandes del mundo, y es también un centro crucial de conservación e investigación para la región. Durante décadas, el personal ha construido y estudiado un jardín diverso, con más de 1000 especies de árboles, entre ellas algunas de las más raras del mundo.

Debido a la aislada geografía de Chile, un país incrustado entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico, el país alberga muchas especies vegetales endémicas, es decir, que no aparecen en ningún otro lugar en estado salvaje.

El jardín ha sido fundamental para preservar esas especies, entre ellas muchos cactus raros. También ha albergado plantas medicinales, plantas exóticas de Europa y Asia, una gran colección de especies de las remotas islas Juan Fernández, en el Pacífico, y algunos de los últimos árboles Sophora toromiro conocidos del mundo, originarios de Rapa Nui, o Isla de Pascua, pero extintos en estado salvaje.

"Es una pérdida terrible. Años y años de investigación que muchísima gente ha hecho en el jardín, cultivando colecciones especiales", dijo Noelia Álvarez de Román, especialista en América Latina de Botanic Gardens Conservation International, una red mundial de jardines botánicos.

Peirano dijo que el parque había sido dañado por incendios en el pasado, incluyendo en 2013 y 2022, con alrededor de una cuarta parte de los terrenos quemados. Comentó que el personal está habituado y que patrullan diariamente las zonas más susceptibles al fuego, limpiándolas y concientizando a las personas.

"Pero este incendio fue totalmente inesperado", añadió. "Nunca hemos visto nada de esta magnitud".

Peirano subrayó que las vidas perdidas eran mucho más devastadoras que los daños físicos. Araya había trabajado en el parque durante unos 40 años, y esta semana había planeado celebrar una nueva ceremonia de matrimonio con su pareja de muchos años para luego irse de vacaciones juntos, dijo Peirano en una entrevista en la televisión.

Ya se había tomado el viernes libre en el trabajo, y sus nietos, de 1 y 9 años, habían llegado a quedarse con ella ese mismo día.

Las autoridades reiteraron el lunes que creían que los incendios habían sido provocados de manera intencional.

El gobernador de la provincia de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, declaró a la prensa que las autoridades habían determinado que al menos un incendio de grandes proporciones comenzó hacia las 2 p. m. del viernes en cuatro focos diferentes, a pocos metros unos de otros.

"¿Me parece que eso puede ser espontáneo, natural? No", dijo, y añadió que los trabajadores de los bosques nacionales habían apagado fuegos provocados intencionadamente un día antes. "Por lo tanto", añadió, "yo lo he dicho: aquí hay una intencionalidad manifiesta y esperamos que la justicia pueda dar con los responsables".

Dos personas fueron detenidas el domingo como sospechosas de intentar provocar incendios cerca del jardín botánico, pero posteriormente fueron puestas en libertad porque la policía dijo que no tenía pruebas suficientes. Las autoridades dijeron que mantendrían los toques de queda nocturnos mientras proseguían la investigación y la recuperación de los incendios.

Las altas temperaturas y la sequía que precedieron a los incendios crearon condiciones peligrosas en Chile. El fenómeno climático cíclico conocido como El Niño ha contribuido al calor y la sequía en algunas zonas de Sudamérica, y el cambio climático global también ha provocado un aumento generalizado de las temperaturas.

Los fuertes vientos del viernes hicieron que los incendios se propagaran rápidamente, lo que sorprendió a las autoridades y dejó a muchas personas atrapadas tratando de escapar de los asentamientos en las laderas. El lunes, los bomberos habían controlado en gran medida las llamas.

En el jardín botánico, el humo de los bosques de eucaliptos quemados todavía flotaba en el aire, mientras los trabajadores talaban los árboles caídos con motosierras y helicópteros con enormes cubos de agua sobrevolaban la zona. Peirano estaba claramente entristecido, y calificó los jardines carbonizados que tenía a sus espaldas de "un tesoro para los chilenos", pero también se mostró decidido a que el bosque volviera a crecer.

"Los bosques nativos volverán a brotar, pero vamos a necesitar que lleguen las lluvias y esas no van a llegar antes de mayo", dijo. Añadió que algunas de las especies exóticas del jardín también sobrevivieron al infierno, al igual que el histórico baniano de 150 años de Lahaina, Hawái, del cual empezaron a brotar hojas pocas semanas después de que un incendio forestal destruyera gran parte de la ciudad.

Entre las plantas supervivientes se encontraban algunos de los casi extintos árboles Sophora toromiro de Rapa Nui, así como árboles Ginkgo biloba del "Jardín de la Paz" del parque, formado por plantas que sobrevivieron a la bomba atómica de Hiroshima, Japón.

El lunes, en una entrevista en la televisión, dijo que estas plantas habían tenido fuerza "para brotar después de Hiroshima". Y añadió que, ya que el incendio les pasó por encima, tendrán "doble fuerza si superan esta etapa", y su significado será doblemente fuerte.

Daniel Politi y Lis Moriconi colaboraron con la reportería.

Daniel Politi y Lis Moriconi colaboraron con la reportería.

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