Dos rincones del mundo alejados entre sí, famosos por sus climas templados, están siendo sacudidos por catástrofes mortales. Incendios forestales que arrasan las laderas boscosas de Chile han ocasionado la muerte de más de 120 personas y lluvias de dimensiones históricas han hecho crecer los ríos y causado deslaves en el sur de California.
Detrás de estos peligros hay dos fuerzas poderosas: el cambio climático, que puede intensificar tanto las lluvias como las sequías y el fenómeno climático natural conocido como El Niño, el cual también puede agravar los climas extremos.
En California, los meteorólogos habían estado advirtiendo durante varios días que una tormenta de dimensiones atípicas, conocida como río atmosférico, estaba cobrando fuerza debido a las temperaturas excepcionalmente altas del océano Pacífico.
Las lluvias comenzaron el fin de semana y varios condados declararon el estado de alerta. Para el lunes, las autoridades advirtieron que el área de Los Ángeles podría quedar inundada por la precipitación de un solo día equivalente a la de un año.
En el hemisferio sur, Chile ha padecido los efectos de la sequía durante buena parte de la década, la cual preparó el escenario para un fin de semana infernal, cuando, en medio de una intensa ola de calor, se desencadenaron los incendios forestales. A partir de entonces, el presidente de ese país decretó dos días de luto nacional y advirtió que tal vez el número de muertos como consecuencia de los devastadores incendios “aumente considerablemente”.
Tanto las inundaciones como los incendios muestran el riesgo de los climas extremos que son resultado de una peligrosa combinación de calentamiento, causados sobre todo por la quema de combustibles fósiles, y El Niño de este año, que es un fenómeno climático cíclico que se caracteriza por un sobrecalentamiento del océano Pacífico en el área cercana al ecuador.
Los desastres en Chile y en California vienen seguidos de lo que fue el año más caluroso, tanto en la tierra como en el océano, y según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica son el anuncio de lo que casi con seguridad será uno de los años más calurosos de la historia.
”Estos incendios e inundaciones sincronizados en Chile y California son, sin duda, un recordatorio de los climas extremos y su impacto en los climas del Mediterráneo, por lo demás benignos”, comentó en un correo electrónico John Abatzoglou, un climatólogo de la Universidad de California, campus Merced.
Las variaciones climáticas, junto con los efectos de El Niño, “son los instrumentos principales de la orquesta para que se den los eventos extremos por separado, con el tambor del cambio climático sonando cada vez más fuerte al paso de los años”, señaló.
En el caso de California, las temperaturas tan altas del océano Pacífico han aumentado el río atmosférico que comenzó el sábado y se espera que continúe al menos otro día más. Algunas áreas de las montañas de Santa Mónica registraron más de 17 centímetros de lluvia durante el fin de semana, lo que provocó deslaves en algunas de las zonas más ricas de Los Ángeles.
Hasta 35 centímetros de lluvia podría caer el lunes en algunas partes de la región, lo cual estaría cerca del promedio anual de precipitaciones. Las autoridades urbanas y estatales exhortaron a la población a alejarse de las carreteras. Las lluvias podrían alcanzar su punto máximo más o menos a la hora de los traslados nocturnos.
Ambos desastres destacan lo que algunos especialistas llaman un riesgo subestimado del cambio climático. Pese a que se ha invertido mucho dinero y atención en prepararse para la sequía en California, las probabilidades de fuertes tormentas consecutivas también están aumentando en un contexto del calentamiento del clima. “En realidad, no estamos preparados”, señaló Daniel Swain, un climatólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, en un video que publicó en internet el lunes por la mañana.
”Hemos olvidado considerar con seriedad el posible gran aumento del riesgo de inundaciones en el contexto de un calentamiento climático”, afirmó Swain.Brett F. Sanders, un profesor de ingeniería de la Universidad de California, campus Irvine, cuyo principal interés es la gestión de las inundaciones, señaló que hay modelos climatológicos que ya pronosticaron los eventos del río atmosférico como el que está azotando ahora el estado, los cuales les están planteando un nuevo reto a los urbanistas.
”Antes se pensaba que podíamos controlar las inundaciones y contener los lugares donde las hubiese. Y además de eso, las comunidades, los negocios y los residentes podían continuar con sus vidas sin mayor contratiempo y no pensar en ellas”, señaló Sanders. “Pero ahora sabemos que estamos viendo que la infraestructura de todo Estados Unidos es insuficiente para contener el clima extremo de la actualidad”.
Chile ha estado bajo condiciones climáticas extremas propicias para el desarrollo de incendios debido a que una incesante sequía que tuvo lugar durante gran parte de la década pasada secó los bosques y vació los suministros de agua. El fin de semana llegó una ola intensa de calor que también traía las huellas del periodo de El Niño, durante el cual, las temperaturas más calientes de lo habitual en algunas partes del océano Pacífico pueden afectar los patrones climáticos a nivel global, aumentar las precipitaciones en algunas partes y agravar las sequías en otras.
No ayudó mucho que en algunas regiones de Chile azotadas por el calor y la sequía hubiera grandes plantaciones de monocultivos de árboles muy inflamables cerca de las ciudades y pueblos. Cuando se desencadenó un incendio, los vientos fuertes y calientes propagaron las llamas con rapidez.
Los videos tomados desde el aire mostraban autos y casas calcinados en uno de los destinos turísticos más emblemáticos del país en la región de Valparaíso. Chile está acostumbrado a los incendios durante los meses calurosos del verano. Casi 1,7 millones de hectáreas se quemaron durante la última década, el triple del territorio que se quemó en la década anterior.
Un estudio reciente publicado en la revista Nature reveló que la “coincidencia de El Niño y las sequías resultado del cambio climático y las olas de calor aumentan el riesgo de incendios locales y, en definitiva, han contribuido a los incendios tan intensos que se han visto en la parte central de Chile”.
Este año, el gobierno chileno aumentó el financiamiento para el combate de los incendios, pero no fue suficiente para evitar los peores incendios registrados en una década. Sarah Feron, una de las autoras de ese estudio, lo vio como una señal de lo que está por venir. “En algunas regiones del mundo, estamos enfrentándonos a desastres provocados por el cambio climático para los cuales no estamos preparados y a los que es poco probable que nos adaptemos por completo”, señaló.
*Somini Sengupta - ©The New York Times