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Se esperaba que el presidente se reeligiera con facilidad. Sus medidas enérgicas contra las pandillas, a costa de la restricción de las libertades civiles, le acarrearon un enorme apoyo.
Nayib Bukele, el presidente milénial que reconfiguró El Salvador con una serie de medidas enérgicas contra las pandillas y las libertades civiles, parecía estar en camino a mantenerse otros cinco años en el poder este domingo, luego del cierre de las mesas de votación.
Las autoridades electorales no habían dado a conocer resultados oficiales la noche del domingo, pero Bukele se adjudicó la victoria en una publicación de X, afirmando que había conseguido más del 85 por ciento de los votos.
Los juristas afirmaron que Bukele violó una prohibición constitucional al buscar un segundo mandato consecutivo, pero la mayoría de salvadoreños parecían no estar interesados en el asunto. Las encuestas mostraban que los votantes apoyaban su candidatura de forma abrumadora y posiblemente mantendrían la mayoría absoluta del partido oficialista, con lo que Bukele tendría el poder en todos los ámbitos del gobierno durante años.
Desde que impuso un estado de excepción en la primavera de 2022, el gobierno de Bukele ha encarcelado a miles de personas inocentes sin un debido proceso, inundado las calles de soldados y suspendido libertades civiles cruciales. Sin embargo, las pandillas que alguna vez gobernaron el país han sido diezmadas, otorgándole al líder de 42 años una enorme popularidad.
"La mayoría de salvadoreños estamos de acuerdo en que Nayib Bukele siga", dijo David Lobato, de 38 años, afuera de un centro de votación en San Salvador, la capital. "Ha dado un giro al país, las cosas están distintas".
Ricardo Zuniga, que fungió como enviado especial del Departamento de Estado de EE. UU. a Centroamérica durante la presidencia de Joe Biden, dijo que la decisión de Bukele de buscar la reelección "es una demostración de poder".
"Quieren demostrar que pueden hacerlo", dijo. "Que tienen el apoyo popular para hacerlo, y quieren que todos simplemente se resignen a ello, sin importar lo que diga la Constitución".
Los críticos dijeron que les preocupaba que la votación del domingo solo incentivara a Bukele a profundizar sus ataques a los medios de comunicación, los grupos civiles y cualquier otra persona que representara una amenaza a su control.
El compañero de fórmula de Bukele para la vicepresidencia, Félix Ulloa, declaró al Times que ambos estaban "eliminando" un sistema democrático que solo benefició a los corruptos y dejó al país con decenas de miles de personas asesinadas. "A esta gente que dice se está desmantelando la democracia, mi respuesta es sí. No la estamos desmantelando, la estamos eliminando, la estamos sustituyendo por algo nuevo", dijo Ulloa.
En una conferencia de prensa el domingo, Bukele dijo: "Nosotros no estamos sustituyendo la democracia porque El Salvador jamás tuvo democracia". Y añadió: "Esta es la primera vez en la historia que El Salvador tiene democracia".
El argumento más fuerte de la candidatura de Bukele fueron los casi dos años de estado de excepción que su gobierno impuso luego de que las pandillas que hacía mucho tiempo dominaban las calles cometieron una ola de asesinatos en marzo de 2022.
Las autoridades han arrestado a unas 75.000 personas desde entonces, incluidas 7000 que finalmente fueron liberadas y miles más que no son miembros de pandillas pero siguen tras las rejas, según organizaciones defensoras de derechos humanos. También han presentado informes sobre reclusos que han sido torturados y privados de alimentos.
Pero la transformación de El Salvador ha sido innegable. Las tres pandillas que convirtieron al país en uno de los lugares más violentos del mundo al parecer han perdido todo vestigio de poder.
"El principal pilar sobre el que ha construido este respaldo social es lo que ha hecho el gobierno en materia de seguridad", afirmó Omar Serrano, vicerrector de Proyección Social de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. "El estado de excepción es lo que la gente más valora".
Bukele, descendiente de una familia de migrantes palestinos que llegaron a Centroamérica a principios del siglo XX, es uno de 10 hermanos y medios hermanos criados en la Escalón, una colonia de clase media alta en San Salvador, la capital. Bukele estudió en un colegio bilingüe de élite.
Después de trabajar como publicista en varias campañas electorales, Bukele se trasladó a la política y rápidamente saltó a la fama. Con 30 años, se convirtió en alcalde de Nuevo Cuscatlán, un pequeño municipio a las afueras de San Salvador, representando al partido de izquierda FMLN. Tres años después se convirtió en alcalde de San Salvador, un cargo considerado un trampolín para la presidencia.
En vísperas de las elecciones presidenciales de 2019, Bukele fundó su propio partido, Nuevas Ideas, pero se postuló como el candidato de un pequeño partido de derecha, GANA, a fin de cumplir con los requerimientos legales para competir. Obtuvo la victoria gracias a la promesa de romper con la política corrupta del pasado.
Sin embargo, una vez en la presidencia, Bukele viró hacia tácticas que muchos percibieron como un retorno al liderazgo autocrático por el que el país había librado una guerra civil de 12 años.
Envió soldados a la Asamblea Legislativa para presionar a los congresistas a aprobar financiación para el gobierno y luego reemplazó a un fiscal general que investigaba casos de corrupción en su gestión.
En 2021, tras ganar la mayoría absoluta en el Congreso, su partido reemplazó a los jueces principales de la Corte Suprema, la cual pocos meses después reinterpretó la Constitución para permitirle competir de nuevo por la presidencia.
Hay algunos focos de resistencia hacia Bukele, especialmente entre aquellos que dicen que sus familiares fueron encarcelados injustamente.
"Nosotros como ciudadanos estábamos en la obligación de venir y demostrar que por lo menos hay un porcentaje que no está de acuerdo con las políticas que se están llevando", dijo Nelson Melara, 41, que votó en la capital el domingo por la tarde.
"Hay cosas buenas con este gobierno, pero también hay cosas malas que merecen muchas interrogantes", dijo.
Sin embargo, su atractivo apenas ha menguado en el país y entre un notable contingente de admiradores en todo el hemisferio. Políticos de Colombia y Ecuador han prometido emularlo.
"Los de mi generación pensamos que, aunque el poder se esté concentrando en una persona, siento que valdría la pena", dijo Natalia Pérez, 27, resaltando que por primera vez en mucho tiempo puede caminar de noche y sentirse segura. "Hemos visto acciones y cambios", añadió.
Natalie Kitroeff es jefa de la corresponsalía del Times en México, Centroamérica y el Caribe. Más de Natalie Kitroeff