'Ya hemos estado allí antes': los alemanes protestan contra la extrema derecha

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El temor al ascenso del partido Alternativa para Alemania ha aumentado desde que se reveló una reunión secreta entre políticos de extrema derecha, empresarios y varios neonazis.

En los últimos días, decenas de miles de personas han salido a la calle para protestar contra el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, conocido como AfD. Los expertos legales están debatiendo si el partido puede ser vetado. Los líderes políticos advierten de una amenaza fundamental para la sociedad.

"Lo diré clara y duramente: los extremistas de derecha están atacando nuestra democracia", afirmó el canciller Olaf Scholz en su videomensaje semanal a los alemanes el viernes. "Quieren destruir nuestra cohesión".

Aunque no es inusual que los políticos alemanes hagan advertencias contra la extrema derecha, la inquietud ha adquirido una nueva urgencia desde que se reveló que los líderes de la extrema derecha habían celebrado una reunión secreta a finales del año pasado para hablar de deportaciones masivas, no solo de inmigrantes ilegales, sino incluso de ciudadanos alemanes que llegaron al país como migrantes, a quienes no consideran plenamente asimilados.

"Es la famosa gota que derramó el vaso", dijo Matthias Quent, sociólogo que lleva años estudiando a la extrema derecha. "Fue el detonante de algo y no se trata solo de la reunión, sino del fortalecimiento de la AfD, lo que asusta a mucha gente".

La AfD lleva meses subiendo en las encuestas, a medida que ha aumentado el descontento con el complicado gobierno tripartito de Alemania, junto con el temor a una migración descontrolada. Aunque solo el 10 por ciento de los alemanes votaron por la AfD en las últimas elecciones nacionales de 2020, el partido está alcanzando actualmente niveles récord en las encuestas: algo menos del 25 por ciento en todo el país, y muy por encima del 30 por ciento en los estados del este, que celebrarán elecciones a finales de este año.

El temor a un ascenso de la AfD se ha convertido casi en pánico desde que Correctiv, un pequeño sitio de noticias de investigación con financiación pública, reveló la semana pasada la reunión privada de políticos de la extrema derecha, empresarios y varios neonazis a finales de noviembre.

El principal orador del acto fue un defensor austriaco de la extrema derecha, Martin Sellner, quien utiliza el término "remigración", una palabra de moda en la escena extremista que denota estrategias de deportación a largo plazo.

Sellner confirmó que participó en la reunión, pero negó que hablara de deportar a ciudadanos alemanes, a pesar de que ha pedido públicamente exactamente eso.

Correctiv documentó la reunión utilizando cámaras ocultas, testimonios de testigos y un periodista encubierto, quien se registró en el hotel donde se celebró la reunión con un nombre falso.

Organizada por un dentista de derecha y un empresario que está detrás de una exitosa cadena de panaderías de autoservicio, la reunión congregó a alrededor de una veintena de participantes a quienes se les pidió que donaran 5000 euros. La reunión tuvo lugar en un elegante hotel campestre cerca de Potsdam, Alemania, no lejos de la villa donde, hace más de ocho décadas, los oficiales nazis planearon la "solución final", su terrible plan para matar judíos europeos.

"El vocabulario no es diferente, el lugar no es diferente; la única diferencia es que ya hemos estado allí antes", dijo Andrea Römmele, profesora de la Escuela Hertie de Berlín.

La noticia de la reunión ha reverberado por todo el país. El miércoles por la noche, teatros de todo el país transmitieron a actores profesionales realizando una lectura interpretativa de la investigación de Correctiv.

La reacción de la AfD, que intenta distanciarse de la extrema derecha, ha sido dispar. Roland Hartwig, quien asistió a la reunión, se vio obligado a dimitir como asesor personal de Alice Weidel, una de las dos líderes del partido. Weidel, por su parte, ha acusado a Correctiv de utilizar "métodos del Servicio Secreto".

René Springer, diputado de extrema derecha de Brandeburgo, estado en el que se celebró la reunión, escribió en X: "Deportaremos a los extranjeros a sus países de origen. A millones de ellos. No es un plan secreto. Es una promesa".

La AfD está siendo vigilada por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución del país como grupo sospechoso de extremismo, una designación que da a los servicios de inteligencia más opciones de vigilancia. La oficina descubrió que el partido se está desplazando cada vez más a la derecha, hasta el punto de amenazar derechos consagrados en la Constitución. Varias sedes estatales ya son consideradas grupos extremistas.

Desde que se revelaron los detalles de la reunión de noviembre la semana pasada, miles de personas han salido a la calle en Berlín, Potsdam, Friburgo, Colonia y otros lugares. Una manifestación celebrada el viernes en Hamburgo atrajo a más de 80.000 personas, según el sindicato que la coorganizó. Hay más manifestaciones previstas para este fin de semana.

"Estas manifestaciones no significan necesariamente que la AfD vuelva a bajar en las encuestas", dijo Römmele. "Pero lo que sí demuestra es que la mayoría silenciosa ya no es silenciosa: es una señal importante, tanto a nivel nacional como internacional".

El miércoles, después de que unas 30.000 personas salieran a protestar contra la extrema derecha en la ciudad occidental de Colonia, Scholz mostró su apoyo. "Estoy agradecido de que decenas de miles de personas salgan a la calle estos días en toda Alemania contra el racismo, el discurso de odio y a favor de nuestra democracia liberal", dijo en un mensaje en X. "Eso nos da valor y nos demuestra: los demócratas somos muchos, mucho más que quienes quieren dividir".

Durante una sesión especial del Parlamento del país celebrada el jueves, Nancy Faeser, ministra del Interior, quien es responsable de la seguridad nacional, se unió al coro de quienes advierten sobre el peligro. "La mayor amenaza para nuestro orden democrático básico es el extremismo de derecha", dijo a los legisladores.

Pero el creciente atractivo de la AfD ha planteado un dilema sobre qué hacer al respecto. Muchos de sus simpatizantes dicen que ya desconfían profundamente del gobierno y se sienten cada vez más ignorados y privados de derechos. Muchos de sus oponentes temen que prohibir el partido solo refuerce esos sentimientos.

Sin embargo, más de 700.000 personas han firmado una petición en internet para que se considere la prohibición de la AfD. Marco Wanderwitz, político del partido conservador Unión Demócrata Cristiana, quien anteriormente se encargaba de las relaciones con Alemania Oriental, está intentando convencer a sus colegas del Parlamento para que voten a favor de dicha prohibición.

Pero no todo el mundo está convencido de que prohibir el partido sea una buena idea.

"Los medios más eficaces contra los enemigos de la democracia no son la represión, las prohibiciones y similares", dijo el jueves Philipp Amthor, otro legislador de la Unión Demócrata Cristiana. "Los medios más eficaces para preservar una democracia defendible son mejores argumentos, buena política y buen gobierno".

Christopher F. Schuetze es reportero del Times radicado en Berlín, desde donde cubre temas políticos, sociales y culturales en Alemania, Austria y Suiza. Más de Christopher F. Schuetze

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