Cachorros felices y gansos alocados: desafiando los límites de lo absurdo de la inteligencia artificial

The New York Times: Edición Español

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¿Cómo se ve el perro más feliz que te puedas imaginar? ¿Irradia alegría en un plano celestial o juguetea en un campo de flora psicodélica?

Si esas imágenes son difíciles de evocar, no tengas miedo, o tal vez solo una pequeña dosis: la inteligencia artificial puede traer a la vida incluso los escenarios más absurdos en colores vibrantes y, en las redes sociales, algunas personas están viendo hasta dónde puede llegar.

Aunque las imágenes generadas a través de la inteligencia artificial pueden ser perturbadoras por su increíble realismo (recuerda la imagen del papa en una chamarra acolchada de Balenciaga), muchas personas se están deleitando con una nueva forma de edición de imágenes de poco riesgo. Este otoño, ChatGPT lanzó una actualización que le permitió a la gente darle instrucciones para generar imágenes más detalladas que antes, y algunos usuarios no tardaron en poner a prueba los límites del chatbot.

En noviembre, Garrett Scott McCurrach, el director ejecutivo de Pipedream Labs, una compañía de robótica, publicó en las redes sociales la imagen digital de un ganso con una propuesta: "Por cada diez me gusta que reciba, le pediré a ChatGPT que haga este ganso un poco más alocado". Como la publicación obtuvo decenas de miles de me gusta, el ganso atravesó más cambios que un humano en crecimiento.

La primera actualización fue bastante modesta: le dio al ganso un colorido gorro de cumpleaños y una amplia sonrisa digna de un personaje de Disney. No obstante, tras la sexta instrucción, tenía un segundo par de globos oculares, portaba patines, lo bañaba una luz fulgurante y estaba rodeado de instrumentos de viento y planetas con anillos.

Las versiones previas de los chatbots de inteligencia artificial dejaban la responsabilidad de dar instrucciones artísticas detalladas a los usuarios. McCurrach, quien usa la inteligencia artificial en su trabajo, comentó que usar la versión más reciente de ChatGPT era como "hablar con alguien más que tiene el pincel".

McCurrach mencionó: "Creo que es realmente un buen ejemplo de hacia dónde se dirige la inteligencia artificial. Podemos ser mucho menos precisos; podemos sugerir más bien una vibra que una idea concreta. Entonces puede hacer intentos con base en sus propias suposiciones para llegar adonde necesita".

Sin importar el punto de partida, todas las imágenes parecen acabar más o menos en el mismo lugar: en el espacio exterior, rodeadas de florituras psicodélicas. Aunque el ganso extremadamente alocado de McCurrach fue una de las primeras imágenes en sufrir una transformación absurda, le han seguido muchas cada vez más desquiciadas.

En un hilo, un hombre no logra contener su asombro ante el poder de la energía nuclear y, al final, se ve dividido en decenas de clones con la mirada fija y la boca abierta en otro plano de existencia. Otro hilo muestra a un cachorro que se vuelve tan increíblemente feliz que salta al cosmos antes de disolverse en un caleidoscopio de geometría sagrada. En otro, un peón de ajedrez adquiere tal fuerza sobrenatural y una sintiencia tan escalofriante que se cierne sobre el tablero que alguna vez lo limitaba.

McCurrach explicó que el espacio se encuentra en los límites exteriores de la comprensión humana y, debido a que la inteligencia artificial es, en esencia, una colección de lo que sabemos, los límites de su imaginación reflejan los de la nuestra.

McCurrach agregó: "Basta mirar las películas de Marvel. A la larga, llegaron al espacio exterior y los viajes en el tiempo como las fronteras finales de la creatividad".

Eliezer Yudkowsky, filósofo de internet e investigador autodidacta de inteligencia artificial, observó cómo se iban volviendo cada vez más absurdas estas imágenes y se preguntó cómo sería el otro extremo.

El mes pasado, le pidió a ChatGPT que creara "una imagen muy normal". El chatbot arrojó la imagen de un vecindario suburbano común. Al pedirle que exagerara, produjo imágenes de un escritorio muy ordenado en una oficina en casa y, después, una taza blanca de café colocada contra un muro vacío. Al final, tras la instrucción de "aterradoramente normal", realizó lo que describió como "un lienzo en blanco completamente vacío y sin nada", el cual indicó que "representa la mera esencia de lo ordinario llevado a su límite absoluto".

En un correo electrónico, Yudkowsky afirmó que una conclusión era que "el campo de la inteligencia artificial no puede ni siquiera caminar de un lado al otro de un cuarto sin tropezarse con una pregunta profunda".

Yudkowsky notó que ChatGPT se volvió reacio y lo sermoneaba sobre los obstáculos de definir la "normalidad". McCurrach se topó con un problema similar con el ganso, ya que el chatbot aseguraba que había llegado al "zénit de la tontería". Ambos se inclinaron por la misma estrategia para superar el conflicto: argumentar. En todos los casos, ChatGPT sucumbió ante la presión y continuó aventurándose.

A medida que Yudkowsky lo obligaba a crear imágenes cada vez más "normales", quienes comentaban le preguntaron si no estaba siendo demasiado duro con el indefenso chatbot (ChatGPT le asegura a los usuarios que las emociones y el sufrimiento no son parte de su programación).

Yudkowsky manifestó: "Creo que no estaba torturando en realidad a un pobre artista de la inteligencia artificial que pudiera sufrir. Pero no es una buena señal para nuestra civilización que al parecer no tengamos ninguna manera de saberlo con certeza".

Con un poco de imaginación y un chatbot de inteligencia artificial a la disposición, uno puede tomar imágenes de animales y explorar hasta llegar al espacio exterior, rodeado de florituras psicodélicas. (AISafetyMemes vía The New York Times)

Con un poco de imaginación y un chatbot de inteligencia artificial a la disposición, uno puede tomar imágenes de animales y explorar hasta llegar al espacio exterior, rodeado de florituras psicodélicas. (AISafetyMemes vía The New York Times)

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