La industria maderera de Canadá está acabando con los bosques que son indispensables para combatir el cambio climático

Un estudio revela que la tala comercial ha causado un daño irreversible al bosque boreal, que es vital para frenar el calentamiento global. Los científicos critican las prácticas que ponen en riesgo la biodiversidad y la estabilidad del ecosistema.

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El territorio Eeyou Istchee en
El territorio Eeyou Istchee en Quebec, Canadá, el 3 de noviembre de 2022 (Nasuna Stuart-Ulin/The New York Times)

OTTAWA, Ontario -- Desde hace mucho tiempo, Canadá se ha promovido a sí mismo en todo el mundo como un modelo para proteger uno de los recursos naturales más esenciales del país: la extensión más grande de bosques boreales en el mundo, la cual es indispensable para combatir el cambio climático.

Sin embargo, un nuevo estudio que utiliza datos de casi medio siglo de las provincias de Ontario y Quebec --dos de las principales regiones comerciales madereras del país-- revela que la explotación de los árboles ha ocasionado al bosque boreal un gran daño que será difícil revertir.

Los investigadores encabezados por un grupo de la Universidad de Griffith en Australia descubrieron que desde 1976 la tala en ambas provincias ha ocasionado la eliminación de 14.325.871 hectáreas de bosque boreal, un área con un tamaño similar al estado de Nueva York.

De acuerdo con este estudio, aunque casi 22.662.395 hectáreas de árboles consolidados de al menos un siglo de antigüedad siguen en esa región, la tala ha devastado el bosque y dejado como resultado un mosaico de grupos de árboles aislados que ha producido un entorno menos apto para sustentar la vida silvestre. Además, según los científicos, esto ha hecho que la tierra sea más susceptible a los incendios forestales.

Pese a que Canadá afirma que exige a sus empresas madereras estándares de calidad elevados, los científicos que participaron en el estudio revisado por especialistas, que fue publicado en la revista académica Land, dijeron que sus hallazgos demuestran que el país tolera prácticas insostenibles que han degradado el bosque de manera muy profunda.

Los científicos que no participaron en el estudio señalaron que este nos ofrece un entendimiento sin precedentes de lo que la tala comercial de muchas décadas le ha hecho al bosque boreal, el cual hace referencia a las zonas boscosas del norte formadas principalmente por árboles perennifolios.

"Esta es la primera vez que tenemos una visión tan clara de dos de las provincias más grandes de Canadá", señaló Christian Messier, profesor de Ecología Forestal en la Universidad de Quebec, campus Montreal, quien no participó en el estudio. "Creo que el planteamiento, la metodología, fue el aspecto más innovador de este artículo".

Según las normas forestales de Canadá, las empresas madereras pueden despejar extensiones muy grandes de todos los árboles y la vegetación y tiene que volver a plantar la tierra o demostrar que el bosque se regenerará de manera natural.

Pero, según los científicos, sin la gruesa corteza de los árboles más viejos, los más jóvenes son más vulnerables a los incendios forestales y las empresas madereras casi siempre plantan especies que son más adecuadas para la industria maderera y no las que resisten los incendios.

"El gobierno canadiense alega que ha gestionado el bosque de acuerdo con los principios de la gestión forestal sustentable", señaló Brendan Mackey, autor principal del estudio y profesor y director de un grupo de investigación sobre el cambio climático en la Universidad de Griffith, en Brisbane, Australia. "Pero su concepto de sustentabilidad en realidad está relacionado con mantener y aumentar al máximo la producción de madera y garantizar la regeneración de árboles convenientes para el mercado, lo cual tiene muchas repercusiones para la biodiversidad".

Las autoridades canadienses no abordaron de manera directa las interrogantes que plantean los hallazgos del estudio y solo proporcionaron un comunicado por escrito en el que hacen referencia a las iniciativas del país para conservar el bosque boreal.

Esa política se concentra en la "conservación, recreación, hábitat, calidad del agua, desarrollo económico y relación que tienen los pueblos indígenas con la tierra y los bosques", decía el comunicado de Carolyn Svonkin, portavoz del ministerio de Energía y Recursos Naturales de Canadá.

Peter Wood, catedrático de Administración de los Recursos Forestales en la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, quien no participó en el estudio, calificó los hallazgos como "impactantes" y añadió que estos destacan "lo que está en juego cuando dirigimos la tala hacia algunos de los árboles más viejos y las zonas más intactas".

El enorme bosque boreal, tan fundamental en términos ecológicos, va desde América del Norte hasta el norte de Europa y Siberia, pero la sección más grande está en Canadá.

Además de ser un hábitat natural importante para muchos animales y plantas, el bosque boreal almacena enormes cantidades del dióxido de carbono que calienta el planeta.

Se calcula que todos los bosques boreales del mundo almacenan en total 703 gigatoneladas de carbono en los árboles y el suelo.

En comparación, los bosques tropicales del mundo almacenan cerca de 375 gigatoneladas de carbono.

Para llevar a cabo el estudio sobre el bosque boreal en Quebec y Ontario, los investigadores recurrieron a los inventarios públicos de los árboles talados en estas provincias y los relacionaron con mapas e imágenes de satélite para crear un cuadro detallado del impacto acumulado de la tala.

"Este estudio demuestra con gran claridad que en los lugares donde ha habido tala hay algunas características fundamentales del bosque que no han retornado", comentó Jennifer Skene, una analista de políticas climáticas en el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, el cual ayudó a financiar la investigación del informe.

Volver a plantar la tierra después de cortar los árboles más viejos da como resultado bosques más jóvenes que se encuentran en peligro ecológico, afirmó Mackey. Estos almacenan menos carbono, casi siempre son más vulnerables a las enfermedades y las plagas de insectos y son hábitats deficientes para muchos animales y plantas que dependen de los hogares de los bosques viejos para desarrollarse o, en algunos casos, para sobrevivir.

Como parte de este estudio, Mackey y otros investigadores observaron los efectos de la tala en grandes grupos de renos, que son animales que requieren grandes extensiones de bosques viejos y que se ven afectados por los trastornos que generan los seres humanos. Un ejemplo que dan los investigadores es que las carreteras hechas para la tala les facilitan la caza a sus depredadores.

De las 21 manadas que había en la región de bosques boreales de las dos provincias que estudiaron los investigadores, 19 tenían un riesgo alto o muy alto de ya no poder mantener su población.

Mientras que en otras partes del mundo la deforestación, o la tala de árboles para usos como la agricultura y la ganadería, se ha convertido en una gran amenaza, en Canadá el reto es otro.

"En ese sentido, no ha habido deforestación", señaló Mackey. "Pero, en términos de la ecología, ha habido un alto nivel de degradación forestal".

"Se sigue manteniendo una cubierta forestal en el sentido de uso de la tierra con el paso del tiempo, pero se han degradado algunos aspectos de su calidad ecológica", añadió.

Además, la mayor parte de los ecologistas ven la degradación como una consecuencia del tipo de deforestación a gran escala que es el método de tala casi general en Canadá.

"La degradación forestal es el indicador más importante para Canadá, ya que en realidad es lo que mejor refleja lo que de verdad está ocurriendo", aseveró Wood. "Canadá le ha restado importancia al impacto de la industria maderera".

*Ian Austen and Vjosa Isai ©The New York Times

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