SAN FRANCISCO -- En la recepción de la primera conferencia de desarrolladores de OpenAI, celebrada el mes pasado en San Francisco, una multitud se reunía, vino en mano, mientras en una pared azul al frente de la sala aparecían críticas mordaces al arte creado con inteligencia artificial. "He visto obras de arte más atractivas creadas con una impresora defectuosa", espetó un crítico. "El equivalente en las bellas artes a la música de ascensor", resopló otro. "Inofensivo, poco memorable y terminantemente aburrido".
Tal vez parezca una estrategia extraña que OpenAI, la empresa que está detrás de herramientas de IA generativa de uso generalizado como ChatGPT y DALL-E, promueva el desprecio al arte creado con IA, hasta que uno se da cuenta del truco: la propia IA escribió la crítica. Alexander Reben, el artista formado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts que organizó la presentación, combinó su propio código personalizado con GPT-4, una versión del gran modelo de lenguaje que impulsa el chatbot en línea ChatGPT.
El mes que viene, Reben, de 38 años, se convertirá en el primer artista en residencia de OpenAI. Su llegada se produce en un momento en que la IA generativa avanza a un ritmo vertiginoso, mientras los artistas y escritores intentan dar sentido a sus posibilidades e implicaciones. Algunos consideran la IA una herramienta poderosa e innovadora que puede llevarlos por derroteros extraños y maravillosos. Otros expresan su indignación por el hecho de que la IA esté reutilizando sus obras en la red para entrenar sistemas sin pedir permiso o dar compensación o reconocimiento.
A finales de noviembre, un grupo de artistas plásticos presentó una demanda modificada por derechos de autor contra Stability AI, Midjourney y otros fabricantes de herramientas de IA después de que un juez federal desestimara partes de la demanda original, que acusaba a las empresas de utilizar indebidamente las creaciones de los artistas para entrenar sistemas generativos de IA. Reben dijo que no podía hablar de los pormenores de la IA y la ley, "pero como con cualquier tecnología creativa nueva, la ley tiene que ponerse al día con el futuro impredecible".
(The New York Times demandó el miércoles a OpenAI y Microsoft por infracción de derechos de autor).
Las empresas tecnológicas como Google, Autodesk y Microsoft han acogido a artistas en residencia. Asimismo, durante los últimos años, los artistas han probado productos como GPT y el generador de imágenes DALL-E, con lo que han tenido la oportunidad de conocer el potencial creativo de las herramientas antes de que salieran a la luz. Pero la residencia OpenAI, que ofrece a Reben una visión de primera fila del trabajo de la empresa, es una novedad para la empresa emergente que está en el centro del debate sobre el arte y la IA.
"Alex es una de las primeras personas con las que compartimos nuestros modelos", declaró Natalie Summers, portavoz de OpenAI.
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, reconoce desde hace tiempo que las tecnologías creadas por su empresa cambiarán la naturaleza del arte. Pero insiste en que, por muy buena que sea la tecnología, los artistas, los artistas humanos, siempre serán importantes.
"Hubo un momento real de miedo en el que la gente se preguntaba: '¿Esto que hemos construido es una herramienta o una criatura?'", comentó el mes pasado durante una comparecencia ante más de 300 artistas y amantes del arte que abarrotaban un almacén abandonado en el centro de Oakland, California. "La gente ve ahora estas cosas como un nuevo conjunto de herramientas".
Después de que el artista digital Android Jones dijera en el evento que muchos artistas seguían muy enfadados por el auge de los generadores de imágenes por IA y la forma en que reducían el valor de su propio arte, Altman dijo que la gente siempre buscaría arte creado por otras personas.
"Está claro que va a haber más competencia", afirmó. "Pero, inundados en un mar de arte generado por IA, ese deseo de conexión humana aumentará, no disminuirá".
Ge Wang, director asociado del Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano de Stanford y profesor asociado de música e informática en el Centro de Investigación Informática en Música y Acústica de la universidad, se pregunta hasta qué punto OpenAI será receptiva a las preguntas difíciles sobre el impacto de la IA en el arte. ¿Cuál es el equilibrio adecuado entre la producción de una máquina y la curaduría humana? ¿Acaso los resultados instantáneos que producen programas como DALL-E desaniman a la gente a desarrollar habilidades que requieren tiempo y estudio?
"Hacerse estas preguntas es malo para el negocio y OpenAI es un negocio", opinó Wang. "Tal vez tengas allí a un artista maravilloso en residencia haciendo preguntas. ¿Estás dispuesto a recibirlas?".
No obstante, Wang --que también es músico y diseñó dos aplicaciones musicales, Ocarina y Magic Piano, para el iPhone de Apple-- dijo que se sentía reconfortado por el hecho de que Reben estuviera abierto a responder a las preguntas sobre el impacto de la IA en la comunidad artística.
Reben dijo que, como tecnólogo que ha estudiado el impacto en la creatividad de innovaciones como la fotografía y la música grabada, "suelo quedarme en el lado cautelosamente optimista".
"Pero como cualquier otra tecnología del pasado, la moneda tiene dos caras", añadió.
El neoyorquino se trasladó a Berkeley, California, hace una década para convertirse en director de tecnología e investigación de Stochastic Labs, una incubadora de científicos e ingenieros creativos que ocupa un edificio victoriano de tres plantas del siglo XIX. El arte altamente conceptual de Reben reviste las paredes del pasillo principal y llena espacios de trabajo repletos de impresoras, auriculares, cables, condensadores, material de soldadura y otros cachivaches.
Un jueves lluvioso, Reben se relajó en un sofá de Stochastic tras una reunión en OpenAI para seguir ultimando detalles de lo que hará durante la residencia, que durará tres meses.
"Si salgo de ella y mejoro mi arte o incluso se me ocurren nuevas preguntas o nuevas direcciones que presentar al mundo, eso sería muy valioso", dijo Reben, que investigó la simbiosis hombre-máquina como estudiante de posgrado en el MIT Media Lab, un centro de investigación interdisciplinar.
La residencia coincide con la primera gran retrospectiva de Reben, titulada "AI Am I?" y expuesta hasta abril en el Museo de Arte Crocker de Sacramento. DALL-E y otros generadores de imágenes como Midjourney y Stability AI's Stable Diffusion han cautivado al internet permitiendo a cualquiera recuperar al instante imágenes visuales personalizadas con solo teclear unas palabras en un recuadro. Pero mientras que gran parte del arte generado por IA existe en forma de píxeles, Reben suele manifestar estructuras físicas a partir de ideas que perfecciona con la ayuda de la IA.
"Me gusta mucho el absurdo y el humor en mi obra, aunque la cuestión de fondo sea seria", afirmó Reben.
Como el primer artista residente de OpenAI, Reben no pretende hablar en nombre de todos los artistas. Pero entiende sus preocupaciones. A los artistas y escritores les preocupa que la IA pueda robarles el trabajo, pero Wang, de Stanford, dice que el nerviosismo va más allá de la posibilidad de perder el sustento.
El temor es "no solo que nos sustituyan como artistas, sino que nos sustituyan por algo mucho más genérico, mucho menos interesante", dijo. "Quizá lo genérico sea suficiente para ganar mucho dinero".
Alexander Reben en el Museo de Arte Crocker de Sacramento, California, el 19 de diciembre de 2023. (Rozette Halvorson/The New York Times)
Oficinas de OpenAI en San Francisco, el 19 de noviembre de 2023. (Jason Henry/The New York Times)