Pronto los pacientes con enfermedades mentales podrían tener acceso a la muerte asistida en Canadá

La medida genera polémica entre médicos, políticos y pacientes. El gobierno de Trudeau defiende la decisión, mientras los críticos denuncian la falta de atención psiquiátrica adecuada

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“¿Qué significa para el papel de un médico, como sanador, como portador de esperanza, estar ofreciendo la muerte? ¿Y qué implica eso en la práctica?”
“¿Qué significa para el papel de un médico, como sanador, como portador de esperanza, estar ofreciendo la muerte? ¿Y qué implica eso en la práctica?”

TORONTO -- Canadá ya cuenta con una de las leyes más liberales de muerte asistida en el mundo y les ofrece este recurso a los canadienses que padecen enfermedades crónicas o terminales. Pero según una ley que está prevista para que entre en vigor en marzo, la muerte asistida también estaría disponible para las personas cuyo único padecimiento sea alguna enfermedad mental, lo cual hace que Canadá sea uno de cerca de media docena de países en el mundo que permitan este procedimiento para las personas en dicha situación.

Esa propuesta ha dividido a los canadienses, algunos de los cuales la ven como una señal de que el sistema de salud pública del país no está brindando la atención psiquiátrica adecuada, la cual tiene mucha demanda y tiene una notable carencia de financiamiento. El gobierno del primer ministro Justin Trudeau, el cual ha sido criticado por la puesta en marcha de esta política, ha defendido su actuación al hacer referencia a un fallo de la corte de Quebec que según las autoridades impone esa ampliación. Los miembros del Partido Conservador han acusado al gobierno de promover una “cultura de la muerte”.

También ha habido rechazo por parte de los políticos de izquierda a quienes les gustaría que el gobierno concentrara su política de salud en ampliar la atención a la salud mentalJason French está entre las personas que están argumentando por qué debería ser un médico quien le ayude a morir. Con varias copias de un documento que describe la difícil historia de su salud mental metidas en su mochila, asistió a un evento en Toronto con el fin de presionar para que la muerte asistida esté disponible para personas como él.

French padece una depresión profunda y dos veces ha intentado acabar con su vida, comentó. “Desde el principio, mi objetivo era mejorar”, mencionó French, un habitante de Toronto, quien accedió a que compartiéramos su nombre, pero no su edad porque muchas personas en su vida no saben sobre su enfermedad.

“Por desgracia, soy resistente a todos estos tratamientos y la conclusión es que no puedo seguir sufriendo. No puedo seguir viviendo mi vida de esta manera”. Pero John Maher, un psiquiatra de Barrie, Ontario, especialista en atender casos complejos que con frecuencia tardan años en mejorar, señaló que le preocupaba que los pacientes desesperados opten en cambio por una muerte asistida. “Yo trato de mantener con vida a mis pacientes”, afirmó.

El cambio propuesto, que consiste en incluir a las personas con enfermedades mentales, ha dividido sobre todo a algunos psiquiatras (Imagen Ilustrativa Infobae)
El cambio propuesto, que consiste en incluir a las personas con enfermedades mentales, ha dividido sobre todo a algunos psiquiatras (Imagen Ilustrativa Infobae)

“¿Qué significa para el papel de un médico, como sanador, como portador de esperanza, estar ofreciendo la muerte? ¿Y qué implica eso en la práctica?”.

La ley actual de muerte asistida de Canadá solo se aplica a las personas que tienen alguna enfermedad terminal o viven con alguna incapacidad física o enfermedad crónica incurable. La Corte Suprema de este país descriminalizó la muerte asistida en 2015 y dictaminó que el hecho de obligar a los canadienses a enfrentar un sufrimiento intolerable atenta contra el derecho fundamental a la libertad y la seguridad.

De acuerdo con un informe del ministerio de Salud, cerca de 13.200 canadienses tuvieron una muerte asistida el año pasado, un incremento del 31 por ciento comparado con 2021. De esas personas, 463, o el 3,5 por ciento, no tenían ninguna enfermedad terminal, sino otros padecimientos.

Los pacientes que resultan aprobados para el procedimiento tienen la opción de acabar con su vida mediante fármacos letales administrados por un médico o enfermera, o tomando fármacos que les hayan recetado.

Sigue habiendo dudas y debates acerca de si la muerte asistida estará disponible para las personas con enfermedades mentales a principios del próximo año, como está previsto. En el contexto de las consideraciones acerca de cómo implementarla, el Parlamento ha aplazado ponerla en marcha durante los tres últimos años y es posible que lo haga de nuevo. Para abordar esas cuestiones, el pasado mes de marzo se publicaron unas directrices clínicas, pero algunas personas que se encargan de brindar atención a la salud mental afirman que no son suficientes.

Pero incluso a algunos médicos les preocupa que no siempre puedan ser capaces de determinar si alguien que quiere una muerte asistida realmente podría mejorar o no (Imagen Ilustrativa Infobae)
Pero incluso a algunos médicos les preocupa que no siempre puedan ser capaces de determinar si alguien que quiere una muerte asistida realmente podría mejorar o no (Imagen Ilustrativa Infobae)

El cambio propuesto, que consiste en incluir a las personas con enfermedades mentales, ha dividido sobre todo a algunos psiquiatras, y Maher, al igual que otros más, afirma que esto empaña su labor para evitar el suicidio. No obstante, los partidarios señalan que negar el acceso a esta opción compasiva a las personas con enfermedades mentales para terminar con su sufrimiento es como una discriminación.

“Yo tengo gran empatía con los pacientes que sufren mucho”, comentó Alexandra McPherson, una profesora de Psiquiatría en la Universidad de Alberta y profesional en muerte asistida. McPherson mencionó que atiende a un número reducido de pacientes “con trastornos mentales graves e incapacitantes que sufren tanto como los pacientes con cáncer que yo atiendo”.

Lisa Marr, una exparamédica que vive en Nueva Escocia a quien le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático, comentó que anhelaba aprovechar esta nueva ley. Tiene trastorno bipolar, depresión y trastorno por excoriación, o dermatilomanía, por ansiedad y ha tenido, ella calcula, quince intentos de suicidio, pero “siempre he logrado salir”. “Creo que la única razón por la que aún no lo he hecho es porque estoy esperando esta decisión en marzo”, añadió.

Canadá enmendó su código penal para legalizar la muerte asistida para los enfermos terminales en 2016 y, en 2021, al responder al fallo judicial de Quebec, el país flexibilizó la ley para agregar a otras personas muy enfermas que experimentan padecimientos “dolorosos e incurables”.

Los pacientes elegibles deben esperar 90 días antes de obtener la muerte asistida y ser aprobados con base en las evaluaciones de dos médicos independientes. Uno de los evaluadores debe ser especialista en la enfermedad del paciente o haber consultado con algún especialista. Cualquier persona que quiera tener acceso a una muerte asistida en Canadá debe ser evaluada por los médicos o las enfermeras para que la consideren no impulsiva y no suicida, y quienes tienen alguna enfermedad mental tendrían que ser evaluados para demostrar que su padecimiento “no tiene cura”.

Los pacientes que resultan aprobados para el procedimiento tienen la opción de acabar con su vida mediante fármacos letales administrados por un médico o enfermera, o tomando fármacos que les hayan recetado (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)
Los pacientes que resultan aprobados para el procedimiento tienen la opción de acabar con su vida mediante fármacos letales administrados por un médico o enfermera, o tomando fármacos que les hayan recetado (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)

Pero incluso a algunos médicos les preocupa que no siempre puedan ser capaces de determinar si alguien que quiere una muerte asistida realmente podría mejorar o no. “La investigación que tenemos demuestra que los psiquiatras no son mejores para identificar quién no va a mejorar”, señaló Maher, el psiquiatra de Ontario. “Nuestro reto es que no se trata de un proceso a corto plazo. Cuando los pacientes han estado enfermos durante años, la cura tarda años”.

Marr, la exparamédica, comentó que la espera para que la ley entre en vigor ha sido extenuante. Todos los días tiene que tomar ocho fármacos psiquiátricos. “Todos los medicamentos que tomo apenas si me mantienen en circulación”, explicó Marr, quien tiene un permiso por incapacidad y pasa la mayor parte del tiempo en su habitación y solo sale para ir a su terapia. Su padre tuvo una muerte asistida después de que le diagnosticaron cáncer de próstata y su madre falleció poco tiempo después, todo esto mientras ella hacía malabares con su trabajo de paramédica.

“Después mi salud mental comenzó a manifestar lo peor de sí”, comentó. La incertidumbre acerca de si se les autorizará la muerte asistida a los enfermos mentales motivó a French a salir de casa después de trabajar, algo que su depresión casi nunca le permite hacer, para asistir a la proyección de un documental financiado por Dying With Dignity, una organización de beneficencia que promueve la muerte asistida. Acudió con varias copias de un documento de cinco páginas que elaboró para explicar su caso, con la esperanza de dárselo a los médicos especialistas que estaban en la proyección. La muerte no le asusta. “Mi peor miedo es sobrevivir”, comentó.

French mencionó que él no es suicida, pero “no quiero tener que morir solo y aterrado y que alguien me encuentre en algún sitio. Quiero hacerlo con un médico. Quiero morir en pocos minutos y en paz”.

Tanto en Canadá como en Estados Unidos existe una línea de emergencia de tres dígitos (988) para casos de crisis y suicidio. Si estás teniendo pensamientos suicidas, llama o manda un mensaje de texto al 988 y visita 988.ca (Canadá) o 988lifeline.org (Estados Unidos) para obtener una lista de otros medios. Este servicio ofrece soporte bilingüe para crisis en ambos países las 24 horas del día siete días a la semana.

*Vjosa Isai - The New York Times

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