En Estados Unidos, cada vez es más común que las madres primerizas enfrenten esta situación: una asesora de lactancia ausculta a su recién nacido y sugiere que se le corte el “frenillo lingual” para resolver las dificultades al amamantar.
El rápido procedimiento, conocido como liberación de frenillo lingual, consiste en un tratamiento en el que un médico o dentista corta una tira de tejido que conecta la lengua con la base de la boca.
En años recientes, las asesoras de lactancia y los dentistas han promovido estos procedimientos con mucha insistencia, incluso en bebés que no tienen síntomas reales de tener frenillo lingual y a pesar de un riesgo leve de presentar complicaciones, según reveló una investigación reciente de The New York Times.
Muchos padres, preocupados y agotados, se angustian tratando de determinar si deberían hacer el procedimiento, que con frecuencia se realiza con un láser dental. A menudo, los dentistas, las asesoras de lactancia y los pediatras difieren sobre si esa intervención será útil.
The New York Times pasó meses analizando evidencia relacionada con las liberaciones de frenillo lingual y conversando con decenas de expertos. A continuación, presentamos lo que deben saber los padres que están considerando el procedimiento.
Amamantar a un recién nacido es difícil, incluso cuando está funcionando.
Los primeros días de lactancia suelen ser difíciles. En una encuesta reciente en la que participaron 1400 mujeres, se reveló que casi el 40 por ciento tuvo al menos una complicación como dolor durante el agarre, pezones agrietados o dolor de mamas.
Esos primeros contratiempos son desalentadores, sobre todo para las madres primerizas que sobreviven durmiendo muy poco. La buena noticia es que muchas madres informan que, por lo general, la lactancia se vuelve más sencilla conforme pasa el tiempo y a medida que tanto ellas, como sus bebés, adquieren más práctica.
Las asesoras de lactancia proporcionan apoyo en esos primeros días sugiriendo maneras de colocar al bebé para reducir el dolor de la madre. Además, estas se han vuelto más accesibles a partir de la ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, que hizo obligatorio que las aseguradoras cubrieran el costo de sus servicios. Los hospitales y las organizaciones sin fines de lucro, como la Liga de la Leche, también ofrecen grupos de apoyo para madres lactantes.
Un porcentaje muy reducido de bebés nace con frenillo lingual, lo cual dificulta más la lactancia.
Los pediatras afirman que un caso real de frenillo lingual es fácil de identificar. Cuando el bebé intenta levantar la lengua, ésta forma un corazón porque el frenillo la jala del centro hacia abajo. Otros bebés con anquiloglosia no pueden extender la lengua más allá de los dientes inferiores.
Diversos estudios calculan que entre el 4 y el 11 por ciento de los bebés presentan anquiloglosia. Si sospechas que tu bebé tiene frenillo y tienes problemas para amamantar, un pediatra u otorrinolaringólogo pueden valorar la situación tras examinar físicamente a tu bebé. (Las asesoras de lactancia certificadas no pueden diagnosticar anquiloglosias linguales si no tienen título en medicina, pero pueden referir a los bebés con especialistas).
En entrevista con The New York Times, los médicos hicieron hincapié en que muchos casos de frenillo lingual son inocuos. Según ellos, el procedimiento solo se justifica cuando este es pronunciado y la madre tiene dificultades para amamantar.
Estudios de menor tamaño han demostrado que la liberación de la lengua reduce el dolor en los pezones.
Algunos profesionales de la salud consideran que la liberación de la lengua es la panacea para todo, desde la apnea del sueño y los retrasos del habla hasta las caries y el estreñimiento.
Hay pocas pruebas que respalden estas afirmaciones. En 2017, después de buscar en la literatura médica los mejores estudios sobre la liberación del frenillo lingual, los investigadores encontraron cinco estudios de alta calidad que incluyeron un total de 302 bebés.
Los estudios mostraron que la liberación lingual reduce el dolor en los pezones, pero los datos no mostraron efectos sobre la capacidad del bebé para comer. Un estudio de 2015 realizado por investigadores de la Universidad de Vanderbilt llegó a una conclusión similar: la liberación del frenillo lingual condujo a “mejoras en la lactancia materna y potencialmente en el dolor de pezón”.
Ningún estudio riguroso ha demostrado que los procedimientos afecten el sueño del bebé o provoquen problemas futuros como el habla.
Uno de los desafíos principales a los que se enfrentan quienes estudian estos procedimientos es que la lactancia suele ser más fácil con el tiempo. Aunque muchas madres afirman que la lactancia mejora después de la intervención quirúrgica, es difícil saber si se debe a la liberación del frenillo.
Mira con escepticismo los frenillos de mejillas y labios.
En la última década, algunos dentistas y asesoras de lactancia han empezado a recomendar el corte de “frenillos” en otras partes de la boca. Entre ellos se encuentran el frenillo labial (cuando el tejido une el labio a la encía) y el bucal, llamado así por la membrana que une las mejillas con las encías superiores.
Algunos también recomiendan un elaborado régimen de cuidados posteriores, indicando a los padres que pasen periódicamente los dedos por debajo de la lengua del bebé y alrededor de la boca para evitar que el tejido vuelva a adherirse.
Los otorrinolaringólogos pediátricos afirman que rara vez, o nunca, cortan los frenillos de labios o mejillas en bebés porque no hay pruebas sólidas de que impidan la lactancia materna.
Estos médicos recomiendan encarecidamente buscar una segunda opinión si un proveedor médico ha sugerido este tipo de tratamientos. La Academia Estadounidense de Otorrinolaringología emitió una declaración de consenso en 2020 en la que afirmaba que “la cirugía para liberar un ‘frenillo bucal’ no debe realizarse” y que no hay “ninguna evidencia” que respalde estirar o masajear la herida después de la liberación.
Las complicaciones son escasas, pero pueden ocurrir.
La inmensa mayoría de los dentistas y médicos entrevistados por The New York Times coincidieron en que la liberación del frenillo lingual, que solo dura uno o dos minutos, tiene un riesgo bajo de causar daños.
No obstante, puede haber complicaciones y estas pueden ser graves. Es difícil calcular un índice preciso de problemas porque nadie hace un seguimiento sistemático de ellos. Algunos otorrinolaringólogos pediátricos que trabajan en hospitales infantiles afirman que cada año se producen dos o tres complicaciones por frenillo lingual.
Según los médicos, el problema más frecuente es la aversión oral, en la que el dolor hace que los bebés se vuelvan extremadamente sensibles a cualquier cosa que les entre por la boca. En casos graves, los bebés se niegan a comer y requieren hospitalización.
Mientras que algunos dentistas y médicos suelen destacar los beneficios de la liberación del frenillo lingual, Soham Roy, director del consultorio de otorrinolaringología pediátrica del Hospital Infantil de Colorado, asegura que anima a los padres a preguntar también sobre los riesgos.
“No hay procedimiento quirúrgico sin riesgo y los padres merecen tener esa información antes de firmar su consentimiento”, concluyó.
(C) 2023, The New York Times