LONDRES -- En el año 2001, Martín Guzmán era estudiante de primer año en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, cuando una crisis de endeudamiento provocó incumplimientos de pago, disturbios y una depresión catastrófica. Una aturdida clase media se fue a la ruina mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) insistía en que, a cambio de un rescate financiero, el gobierno hiciera recortes presupuestarios que inducían a la pobreza.
Al ver el fracaso de Argentina, Guzmán decidió cambiar de carrera y estudiar Economía. Casi dos décadas después, cuando el gobierno volvió a caer en bancarrota, fue Guzmán, ahora como ministro de Finanzas, quien negoció con las autoridades del FMI para reestructurar una deuda de 44.000 millones de dólares, el resultado de un anterior rescate financiero mal planteado.
En la actualidad, es uno de varios economistas destacados y líderes mundiales que sostienen que el ambicioso marco creado a fines de la Segunda Guerra Mundial para salvaguardar el crecimiento y la estabilidad económicos, con el FMI y el Banco Mundial como sus pilares, está fracasando en su cometido.
El sistema actual "contribuye a una economía global más injusta e inestable", señaló Guzmán, quien el año pasado renunció tras una ruptura con el gobierno.
El pago que negoció Guzmán fue el acuerdo número 22 entre Argentina y el FMI. Aun así, la caída en picada de la economía del país no ha hecho más que aumentar con una tasa de inflación anual de más del 140 por ciento, filas cada vez más largas en los comedores populares y un nuevo presidente autoproclamado "anarcocapitalista", Javier Milei, quien la semana pasada devaluó 50 por ciento la moneda.
Desde que fueron creados, el FMI y el Banco Mundial han suscitado quejas tanto de la izquierda como de la derecha. Pero las críticas más recientes plantean una pregunta más profunda: ¿el marco económico diseñado hace ocho décadas encaja en la economía que tenemos en la actualidad, cuando nuevos conflictos geopolíticos chocan con las relaciones económicas establecidas y el cambio climático plantea una amenaza inminente?
Este choque de ideas del siglo XXI acerca de cómo reparar un sistema creado para el mundo del siglo XX es uno de los más importantes que enfrenta la economía global.
El FMI se creó en 1944 en una conferencia de Bretton Woods, Nuevo Hampshire, para ayudar a rescatar a los países en apuros económicos, mientras que el enfoque del Banco Mundial era disminuir la pobreza e invertir en el desarrollo social. Estados Unidos era la superpotencia económica más importante y varios grupos de países en desarrollo de África y Asia aún no habían obtenido su independencia. La ideología fundacional --que después se conoció como el "Consenso de Washington"-- sostenía que la prosperidad dependía del comercio irrestricto, la desregulación y la supremacía de la inversión privada.
"Casi 80 años después, la arquitectura financiera global está desactualizada, es disfuncional e injusta", el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, señaló este verano en una reunión cumbre en París. "Incluso las metas más fundamentales sobre el hambre y la pobreza han retrocedido después de décadas de avances".
El mundo actual está fragmentado en materia geopolítica. Más de tres cuartas partes de los países del FMI y el Banco Mundial de la actualidad no estaban en Bretton Woods. La economía de China, que estaba en la ruina al final de la Segunda Guerra Mundial, ahora es la segunda más grande del mundo, un motor del crecimiento mundial y un eje indispensable en la maquinaria industrial y en la cadena de suministro del mundo. La India, que entonces seguía siendo colonia británica, es una de las cinco principales economías del mundo.
El "Consenso de Washington", que solía tener muchos elogios, ha caído en el desprestigio y ha habido un mayor reconocimiento de cómo la desigualdad y el prejuicio contra las mujeres entorpecen el desarrollo, así como de la necesidad de que haya una acción colectiva para resolver el problema del cambio climático.
Solucionar las crisis de deuda también es mucho más complicado ahora que están participando China y legiones de acreedores privados y no solo unos cuantos bancos occidentales.
Los propios análisis del Banco Mundial describen la magnitud de los problemas económicos. "Para los países más pobres, la deuda se ha convertido en una carga casi paralizante", concluyó un informe publicado el miércoles. Los países se ven obligados a gastar dinero en pagos de intereses en vez de invertir en salud pública, educación y medioambiente.
Y esa deuda no da cuenta de los billones de dólares que los países en desarrollo necesitarán para atenuar los embates del cambio climático.
Tanto el Banco Mundial como el FMI han llevado a cabo cambios. El fondo ha moderado su planteamiento con relación a los rescates y ha remplazado la austeridad con la idea de una deuda sustentable. Este año, el banco aumentó de manera considerable la cantidad de dinero que se destina a proyectos relacionados con el cambio climático. Pero los críticos sostienen que hasta ahora las soluciones no son suficientes.
"La forma en que han evolucionado y se han adaptado es mucho más lenta que la forma en que evolucionó y se adaptó la economía global", señaló Guzmán.
'Un gran hueco' en la manera de enfrentar la deuda
La proliferación de prestamistas privados y la variedad de convenios de préstamos han hecho que las negociaciones de deuda sean sumamente complejas sin que haya ningún árbitro internacional legítimo. Zambia dejó de pagar su deuda externa hace tres años y aún no se llega a ningún convenio porque el FMI, China y los acreedores están en desacuerdo.
Hay un "gran hueco" en la gobernabilidad internacional cuando se trata de la deuda soberana, señaló Paola Subacchi, una economista del Instituto de Política Global en la Queen Mary University of London, debido a que las reglas no se aplican a los préstamos privados, ya sean de un fondo de cobertura o del banco central de China. Casi siempre, estos acreedores tienen algún interés por alargar el proceso para esperar un mejor convenio.
Guzmán y otros economistas han hecho un llamado para que haya un árbitro internacional legítimo que resuelva las controversias relacionadas con la deuda soberana.
"Todos los países han adoptado una legislación sobre quiebras", comentó Joseph Stiglitz, un ex economista principal del Banco Mundial, "pero no tenemos ninguna a nivel internacional".
No obstante, en repetidas ocasiones Estados Unidos ha rechazado la idea diciendo que no es necesaria.
También se ha visto que los rescates son complicados. Los préstamos de último recurso del FMI podrían terminar sumándose a los problemas presupuestarios del país y debilitando cualquier recuperación económica debido a que ahora las tasas de interés son muy altas y los deudores también deben pagar comisiones muy altas.
Quienes están presionando para que haya un cambio sostienen que los países deudores necesitan más subvenciones y préstamos a bajo interés con plazos de pago prolongados, junto a una serie de otras reformas.
"Los desafíos de hoy son diferentes", señaló Guzmán. "Las políticas deben estar mejor alineadas con la misión".
Carteles de propaganda política en una calle de Buenos Aires que hacen alusión a la inflación galopante antes de las elecciones generales en Argentina, el 21 de noviembre de 2023. (Anita Pouchard Serra/The New York Times)
Carteles de propaganda política en una calle de Buenos Aires que hacen alusión a la inflación galopante antes de las elecciones generales en Argentina, el 21 de noviembre de 2023. (Anita Pouchard Serra/The New York Times)