Algunos de los secuestrados fueron retenidos en túneles sofocantes en las profundidades de la Franja de Gaza, mientras que otros fueron hacinados en espacios reducidos con extraños o confinados en aislamiento. Algunos niños fueron obligados a aparecer en videos de rehenes y a otros los forzaron a ver imágenes espantosas del ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre. Sus heridas son físicas y psicológicas.
Cuando algunos rehenes capturados ese día en el ataque liderado por Hamas contra el sur de Israel fueron liberados, contaron estas y otras historias de su cautiverio a sus familiares. Si bien sus experiencias individuales difieren en algunos detalles, sus relatos comparten características que se corroboran entre sí y sugieren que Hamas y sus aliados planearon los secuestros.
El New York Times entrevistó a los familiares de diez rehenes liberados, quienes hablaron en nombre de sus familiares para transmitir información confidencial.
Los familiares que hablaron con el Times describieron cómo a los rehenes liberados, muchos de ellos niños, se les negó la alimentación adecuada mientras estuvieron en Gaza. Muchos dijeron que habían recibido solo un trozo de pan al día durante semanas. Otros fueron alimentados con pequeñas raciones de arroz o trozos de queso. La Cruz Roja dijo que se les negó el acceso a los rehenes.
Muchos de los secuestrados que regresaron a Israel la semana pasada (parte de un acuerdo de alto el fuego entre Israel y el grupo armado Hamas para intercambiar rehenes por prisioneros y detenidos palestinos) regresaron a casa desnutridos, infestados de piojos, enfermos, heridos y profundamente traumatizados.
Una tía de Avigail Idan, una ciudadana israelí con doble nacionalidad estadounidense que fue tomada como rehén después del brutal asesinato de sus padres, y que cumplió 4 años unos días antes de ser liberada, dijo que su sobrina compartió un trozo de pan de pita por día con otros cuatro cautivos y no se duchó ni se bañó durante los 50 días que duró su cautiverio.
La sorpresa que causó el ataque terrorista del 7 de octubre y el secuestro de tantas personas a la vez ha sido descrita como un trauma nacional para Israel, pero también es un trauma que sufren los individuos en carne propia.
Durante el ataque más de 1200 personas fueron asesinadas y otras 240 fueron secuestradas, según las autoridades israelíes. Desde entonces, Israel ordenó un asedio a Gaza, por lo que cortó el suministro de agua, alimentos y combustible al enclave. También ha lanzado campañas aéreas y terrestres que han matado a más de 13.000 personas, estima el Ministerio de Salud de Gaza.
Para los rehenes, ha sido un ciclo de horrores: primero el ataque, luego el secuestro y después el cautiverio mismo.
Nurit Cooper, de 79 años, estuvo detenida en el laberinto de túneles debajo de Gaza con cuatro israelíes mayores en los primeros días de la guerra. Los mantuvieron en una habitación pequeña con poca luz y ventilación, según Rotem Cooper, su hijo.
A Nurit Cooper se le fracturó el hombro “como parte de la brutalidad del secuestro”, dijo su hijo. Para el grupo de rehenes, todos de entre 70 y 80 años, añadió, fue difícil caminar en los túneles oscuros y arenosos.
Nurit Cooper y otra rehén, Yocheved Lifshitz, de 85 años, fueron liberadas el mes pasado, pero sus maridos siguen secuestrados en Gaza. El marido de Cooper, Amiram Cooper, de 84 años, es uno de los rehenes de mayor edad que quedan. Los captores le quitaron las gafas y lo privaron de la medicación que necesitaba, dijo su hijo.
Muchos de los familiares entrevistados, en particular los parientes de niños cuyos padres o hermanos permanecen en cautiverio, se mostraron reacios a compartir detalles más incriminatorios de su cautiverio por temor a que los militantes tomen represalias contra los rehenes que aún estaban bajo su custodia.
Otros advirtieron que se mostraban reacios a entrometerse demasiado pronto o a compartir en público los detalles más inquietantes en un intento por preservar la privacidad de sus familiares y evitar que volvieran a sufrir un trauma.
Sin embargo, una tía de Eitan Yahalomi, un niño de 12 años secuestrado en el kibutz Nir Oz y que regresó con su familia el lunes, dijo a una cadena de televisión francesa que el niño había “vivido horrores” en Gaza.
La tía, Devorah Cohen, dijo que cuando Eitan llegó a Gaza, una turba lo atacó.
“Cuando llegó a Gaza, los civiles lo golpearon”, dijo a BFM TV, y agregó que, a su sobrino y a otros niños secuestrados, los obligaron a ver videos de las atrocidades cometidas el 7 de octubre. Cuando Eitan y otros lloraban, dijo, sus captores los amenazaron con dispararles.
Efrat Avsker, otra de las tías de Eitan, le dijo al Times que al niño le esperaba “una recuperación muy, muy larga, un largo camino por recorrer”.
“Pero está en buenas manos”, añadió.
A Ohad Yahalomi, el padre de Eitan, le dispararon en la pierna y el brazo mientras intentaba proteger a su familia. Fue secuestrado por separado. Avsker dijo que la familia se sintió muy aliviada de tener a Eitan en casa, pero está profundamente preocupada por el padre de Eitan.
“Todos tenemos que hacer todo lo que podamos, todo lo que podamos para sacarlo a él y a los demás”, dijo.
Hasta el jueves, 102 rehenes habían sido liberados de Gaza, la mayoría de ellos mujeres y niños, con edades comprendidas entre 4 y 85 años. Como parte del intercambio, 210 palestinos fueron liberados de prisiones israelíes, todos ellos mujeres y adolescentes.
El miércoles, Hamas dijo que el más joven de los rehenes capturados el 7 de octubre, Kfir Bibas, de 10 meses, murió junto con los demás miembros de su familia mientras estaban en cautiverio. El Ejército israelí dijo que estaba evaluando la exactitud de la declaración de Hamas, mientras que un alto líder dijo que las afirmaciones podrían ser parte de una “guerra psicológica”.
Quienes han sobrevivido a un secuestro dicen que el camino por delante puede ser largo para los liberados. Pero a corto plazo, algunos pueden sentir un alivio sencillo. “Las emociones iniciales después de ser rescatada son alegría y alivio”, dijo Elizabeth Smart, una activista por la seguridad infantil que fue secuestrada de su habitación en Salt Lake City en 2002, cuando tenía 14 años, y estuvo cautiva durante nueve meses, durante los cuales fue violada. “Es un milagro y es una respuesta a la oración”.
© The New York Times 2023