Kimberly Smith ya estaba harta. Era el mes de febrero de 2020 y estaba en duelo por el reciente fallecimiento de su esposo, que ocurrió en los inicios de los confinamientos por COVID-19. Estaba sola, sin acceso a su red de apoyo y “en plena menopausia”.
Con el tiempo, Smith, de 57 años, comenzó a usar antidepresivos debido a su pérdida. También llevaba una terapia hormonal para aminorar los bochornos y los molestos sudores nocturnos; sin embargo, cuando llegó a los 9 kilos de aumento de peso en el vientre, ya no “podía bajarlos tan fácilmente”.
Smith comentó que ese aumento de peso estaba relacionado con sus circunstancias: podía deberse a los antidepresivos o a los cambios en los niveles hormonales durante la menopausia, pero sentía que no podía controlar su vida ni su cuerpo. “Pierdes tu esencia”, dijo. “Te sientes un tanto desamparada”.
El pasado mes de abril, Smith empezó a tomar el medicamento Wegovy, un fármaco usado para bajar de peso que, junto con el medicamento Ozempic para la diabetes y otros similares, ha aumentado en popularidad. Desde entonces ha bajado 15 kilos.
Las mujeres que pasan por la menopausia empiezan a preocuparse por el peso y los cambios corporales tanto como por los bochornos y los sudores nocturnos, señaló Stephanie Faubion, directora médica de Menopause Society y directora del Centro para la Salud de la Mujer de la Clínica Mayo. “Vienen y, por lo general, están al borde del llanto por eso. No saben lo que está pasado”, dijo. Algunos cálculos sugieren que el 70 por ciento de las mujeres sube medio kilo al año durante la transición de la menopausia, que dura hasta una década.
Este aumento de peso afecta la autoestima de las mujeres y su calidad de vida, además de incrementar el riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud. El exceso de peso también está relacionado con más bochornos y sudores nocturnos; Menopause Society recomienda bajar de peso como tratamiento efectivo no hormonal para tratar esos síntomas.
En la actualidad, algunas mujeres que pasan por la menopausia buscan medicamentos como el Ozempic, a pesar de que su precio se ha elevado: sin un seguro médico que cubra su costo, este fármaco cuesta cerca de 1000 dólares al mes. “A diario tenemos solicitudes”, señaló Faubion.
Algunos médicos empiezan a ceder. Dada la prevalencia de la obesidad en Estados Unidos, “la mayoría de las mujeres en la mediana edad cumplen con los criterios para recibir estos medicamentos”, explicó Daniela Hurtado, profesora adjunta de medicina, endocrinóloga y especialista en medicina para la obesidad de la Clínica Mayo.
A los expertos les preocupa que estos medicamentos (que son relativamente nuevos y cuyos efectos a largo plazo siguen siendo objeto de estudio) exacerben la pérdida de masa muscular y densidad ósea que ya de por sí son comunes en las mujeres menopáusicas, lo cual podría ponerlas en un riesgo mayor de presentar facturas, caídas u osteoporosis.
“En definitiva, es algo que me preocupa”, comentó Scott Hagan, profesor adjunto de medicina en la Universidad de Washington, quien estudia la obesidad.
Un cálculo complicado Cualquier pérdida de peso suele conllevar una pérdida de masa muscular y, entre las mujeres menopáusicas y posmenopáusicas, perder una cantidad significativa de masa muscular aumenta el riesgo de fragilidad, señaló Hagan.
Según Hurtado, la pérdida de estrógenos durante la menopausia acelera la pérdida de masa ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas y osteoporosis, por lo que añadir semaglutida a la ecuación podría agravar el problema, ya que bajar mucho de peso y con gran rapidez también podría provocar una reducción de la densidad ósea. Los estudios han descubierto que la terapia hormonal ayuda a prevenir la pérdida ósea durante la menopausia, aunque no todas las mujeres quieren o pueden recurrir a esta opción. Es fundamental que las mujeres menopáusicas que toman medicamentos para bajar de peso hagan ejercicios de fuerza y coman mucha proteína, dijo Hurtado, a fin de que desarrollen músculo que contrarreste los efectos de la pérdida ósea.
“No quiero que se vuelvan tan frágiles que se caigan en invierno y se rompan la cadera”, comentó Hurtado, quien controla a sus pacientes menopáusicas que toman semaglutida para detectar cambios en la densidad ósea y la masa muscular.
También pueden producirse efectos secundarios, como náuseas, vómitos y estreñimiento, en pacientes de cualquier edad que tomen Ozempic y fármacos similares, sobre todo cuando se aumentan las dosis. En raras ocasiones, los fármacos provocan una inflamación del páncreas o suprimen tanto el apetito que el paciente consume una cantidad peligrosamente baja de nutrientes.
No obstante, muchas mujeres menopáusicas están dispuestas a arriesgarse y, para algunas, la parte más complicada de tomar los fármacos son las preguntas difíciles que se plantean sobre lo que están dispuestas a hacer para bajar de peso y por qué están tan convencidas de ello.
Cuando Johanna Winter-Harper subió casi 18 kilos durante la perimenopausia, intentó aceptar la idea de la neutralidad corporal. “Quería quererme tal como era”, afirmó Winter-Harper, de 51 años, una terapeuta que vive en Chicago. Pero le preocupaba que el peso añadido perjudicara su salud. Winter-Harper tiene antecedentes familiares de cardiopatías y diabetes, y se alarmó cuando su nivel de azúcar en sangre alcanzó el nivel de prediabetes.
Como no lograba bajar de peso después de hacer más ejercicio y ajustar su dieta (más proteínas, menos carbohidratos, mucha fruta y verdura), decidió probar Ozempic. En el último año ha bajado 15 kilos con el medicamento y sus niveles de colesterol y glucosa en sangre han bajado. Aun así, dijo, se sentía en conflicto. “Me acepté a mí misma hasta cierto punto, y entonces sí, hubo salud”, concluyó. “Pero, a decir verdad, yo también quería estar más delgada”.
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