Maksym, un niño de 13 años, necesita tener una vida estable y de rutinas, pero una guerra de casi dos años en Ucrania le ha dado todo menos eso.
Este chico, su hermano ya adulto y su madre huyeron de su ciudad natal, Mariúpol, que se encuentra bajo el ataque de los rusos. Su padre fue capturado como prisionero de guerra y Maksym ha tenido que vivir con el ruido de las explosiones y las sirenas de ataque aéreo en Kiev, donde viven ahora. El terapeuta que solía tratarlo en Mariúpol ahora también es un refugiado.
A Maksym, quien padece trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o TDAH, le ha sido difícil salir adelante y ha tenido ataques de ansiedad, comentó su madre, Maryna Honcharova. Le cuesta trabajo estudiar y a menudo se torna agresivo y no quiere levantarse en las mañanas, añadió ella.
“Grita y lanza cosas dentro de la casa”, afirmó. “Esto casi siempre sucede cuando quiere hacer algo como montar la bicicleta que dejó en Mariúpol”.
"Lo recuerda y comienza a gritar enojado de que los rusos le hayan quitado todo", comentó su madre. Esta lista incluye a su padre, de quien la familia no ha tenido noticias desde que fue tomado como prisionero por las fuerzas rusas hace más de un año.
La guerra trastornó la vida de millones de familias de toda Ucrania a quienes se les desmoronó el ritmo de sus rutinas cotidianas; y para muchos niños con TDAH, autismo, y otras necesidades de educación especial, el trauma de la guerra con frecuencia los perjudica de maneras muy particulares y provoca que sufran retrocesos en su desarrollo, aseveran sus familias y los especialistas.
"Todos los niños experimentaron al menos cierto retroceso en la manera en que se sienten o estudian, sobre todo los niños con necesidades especiales de educación", explicó Dmytro Vakulenko, un psicólogo y cofundador de Ayuda Mental 365, una fundación de beneficencia.
Vakulenko comentó que los niños con necesidades especiales “requieren estabilidad, pero la guerra impide esto, incluso cuando no están cerca del frente de batalla”.
Según el ministerio de Educación de Ucrania, casi medio millón de niños han solicitado ayuda de los psicólogos escolares en el tema específico de los problemas de aprendizaje agudizados por la guerra.
En su conjunto, la cantidad de niños que reciben ayuda psicológica en las escuelas se ha duplicado desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania en febrero del año pasado. En 2022, cinco millones de estudiantes buscaron ayuda de los psicólogos escolares, en comparación con 2,5 millones del año anterior, señaló el ministerio.
También las escuelas están funcionando con muchas restricciones. Por ley, solo las escuelas con refugios antibombas pueden tener clases completas en el lugar, lo cual significa que muchos estudiantes deben estudiar en línea, o medio tiempo en las aulas. Maksym solo puede asistir a la escuela cada dos semanas debido a que en el refugio antibombas de su escuela no caben todos los niños.
Ayuda Mental 365, la cual ofrece ayuda terapéutica gratuita, afirma que el 90 por ciento de los referidos que atiende son niños con necesidades especiales.
No obstante, según los especialistas, en la actualidad hay mucha escasez de terapeutas y psicólogos en el país. Esto se debe en parte a que muchos de ellos, al igual que millones de otros ucranianos, salieron del país como refugiados.
“La guerra provoca una tremenda tensión en los niños con necesidades especiales de educación”, señaló una viceministra de educación, Yevheniya Smirnova. “Hay estudios que demuestran que hasta el sonido de las sirenas afecta a los niños. Con todo esto, hay una gran falta de especialistas”, comentó.
Según Smirnova, ahora cada psicólogo escolar atiende a 600 niños y a sus padres.
Ayuda Mental 365 recibió financiamiento de la UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, y reunió a un equipo de especialistas para ofrecer apoyo psicológico a 1657 niños con necesidades especiales de todo el país. La fundación asegura que se requiere mucha más ayuda.
Los tiempos de espera para recibir tratamiento en centros de desarrollo privados calificados se pueden prolongar hasta medio año o más. Además, las sesiones son caras y casi siempre están fuera del alcance de la gente que se ha visto obligada a huir de sus hogares, lo cual implica que muchas familias tienen que acudir a organizaciones de beneficencia para recibir ayuda.
Eso disminuye la socialización que, según los especialistas, es importante para los niños con trastornos en el desarrollo neurológico, como el TDAH. Estar con otros niños les ayuda a desarrollar sus habilidades comunicativas, entre ellas aprender a hablar e interactuar con los demás.
Arina, una chica de 12 años de Zaporiyia con síndrome de Asperger y retraso en el lenguaje y habla, no puede ir a su escuela porque esta no cuenta con un refugio antibombas. "La educación en línea para los niños como mi hija no funciona para nada", comentó su madre, Victoria Porseva, de 41 años.
La familia tampoco puede llevar a su hija a una escuela privada debido a que estas se encuentran muy saturadas. "Le da tristeza que los niños no quieran ser sus amigos porque no le entienden", explicó Porseva. "La socialización es muy importante, pero la escuela está cerrada".
Roman, un niño de 13 años con autismo, también toma clases en línea únicamente. Él tampoco quiere estudiar, comentó su madre, Olena Deina, quien añadió que Roman desarrolló problemas del sueño después del primer bombardeo aéreo en la región de Járkov, al este, donde ahora vive la familia.
"Es un chico listo y solía estudiar como los demás antes de la guerra, pero ahora no tiene ninguna motivación y solo me dice 'No quiero hacerlo, mami'", comentó.
La primera vez que Maksym mostró señales de agresión fue después de que él y su familia fueron evacuados de Mariúpol, explicó su madre.
Honcharova señaló que en Mariúpol la familia tenía un terapeuta que lo ayudó mucho. Leía, escribía y tenía algunos amigos, lo que despertaba la esperanza de su familia sobre su desarrollo. "Pensamos que finalmente habíamos logrado superar este reto", comentó. Luego añadió: "Ahora, hemos perdido todo lo que habíamos logrado".
Ayuda Mental 365 le proporcionó quince sesiones gratuitas a Maksym, pero la familia no puede pagar lo que cobra un terapeuta común.
Antes de salir de Mariúpol, Maksym ya podía alistarse e irse solo a la escuela. "Pero ahora, ni siquiera lo puedo levantar de la cama", nos contó Honcharova.
(c) The New York Times