Durante más de un siglo, la afición del mundo por los combustibles fósiles ha aumentado sin cesar, ya que, año tras año, los seres humanos han seguido quemando mayores cantidades de carbón, petróleo y gas natural para hacer funcionar sus hogares, autos y fábricas.
Pero es posible que pronto haya un cambio notable. Ahora, la agencia de energía más importante del mundo predice que la demanda mundial de petróleo, gas natural y carbón llegará a su punto máximo en 2030, en buena parte gracias a las políticas que los países ya han adoptado para promover tipos más limpios de energía y transporte.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) señaló en su Panorama Mundial de la Energía, un informe de 354 páginas acerca de las tendencias energéticas a nivel mundial publicado el martes, que un apogeo del uso de combustibles fósiles no será suficiente para detener el calentamiento global. Para lograrlo, las emisiones de carbón, petróleo y gas natural tendrían que descender casi a cero, pero ya está en marcha una transformación radical en materia de energía a nivel global.
Según el informe, para el año 2030 podría haber diez veces más vehículos eléctricos circulando en las calles de los que hay ahora. Las fuentes de energías renovables, como la solar, la eólica y la hidráulica podrían suministrar el 50 por ciento de la electricidad en el mundo, a diferencia del 30 por ciento de hoy en día. Las bombas de calor y otros sistemas de calefacción eléctricos podrían superar en ventas al gas y los hornos de petróleo. La inversión a nivel mundial en turbinas eólicas marítimas podría sobrepasar la de las plantas eléctricas de gas y carbón.
Si todo eso llegara a ocurrir, lo más probable es que la demanda de gas y petróleo se estabilizaría un poco más arriba de los niveles actuales durante las próximas tres décadas, crecería en países en desarrollo y disminuiría en las economías avanzadas. La demanda de carbón, el más sucio de los combustibles fósiles, empezaría a descender, aunque podría fluctuar de un año a otro si las plantas de carbón tuviesen que funcionar con mayor frecuencia durante las olas de calor o las sequías, por ejemplo.
"La transición a las energías limpias está ocurriendo en todo el mundo y es imparable", señaló Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía. "La pregunta no es 'si sucederá', más bien es solo una cuestión de 'qué tan pronto', y entre más pronto mejor para todos nosotros".
La predicción de la agencia respecto al apogeo de la demanda de combustibles fósiles para 2030 ha generado controversia. Después de que Birol sugirió esa posibilidad por primera vez en septiembre, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) advirtió que los pronósticos eran muy inciertos y podrían hacer que las empresas y los países no inviertan lo suficiente en extracción de gas y petróleo. Según esta organización, si la demanda de gas y petróleo no descendiera como se espera, la falta de suministro generaría un "caos energético".
La OPEP publicó su propio pronóstico el año pasado, en el cual proyectaba que la demanda mundial de petróleo y gas natural seguiría subiendo hasta 2045.
Las predicciones sobre las tendencias energéticas a nivel global son notablemente difíciles, y la AIE ya se equivocó en el pasado. En 2016, la agencia planteó que la demanda de carbón por parte de China había llegado a su punto máximo, pero posteriormente el uso del carbón aumentó a niveles nuevos. Por otro lado, la agencia ya subestimó antes el rápido crecimiento de las tecnologías limpias, como la energía solar.
El informe de este año señala que China tendrá una participación importantísima para determinar el futuro de la energía a nivel mundial. Este país es responsable de la mitad del uso de carbón a nivel mundial y ha impulsado dos terceras partes del crecimiento en la demanda global de petróleo durante la última década. Pero, según el informe, el interés de China por el acero y el hormigón podría estar equilibrándose, lo que afectaría la demanda de combustibles fósiles.
Los pronósticos de la agencia podrían cambiar si los países modifican sus políticas energéticas. En la actualidad, por ejemplo, se plantea que para 2030 los autos eléctricos constituirán el 50 por ciento de las ventas nuevas en Estados Unidos gracias a las exenciones fiscales de la Ley de Reducción de la Inflación, pero varios candidatos republicanos a la presidencia, entre ellos el expresidente Donald Trump, pretenden acabar con esos incentivos.
Una estabilización de la demanda global de gas y petróleo podría hacer que los precios se vuelvan más volátiles a corto plazo, señaló Jason Bordoff, director fundador del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia.
"Es evidente que la industria petrolera ha tenido periodos de auge y de crisis en el pasado, pero siempre se supo que la demanda seguiría aumentando a largo plazo", comentó Bordoff. "Ahora hay mucha más incertidumbre con respecto a lo que sucederá".
Aun si la demanda de combustibles fósiles llega a su apogeo en esta década, el mundo seguirá necesitando políticas climáticas mucho más estrictas para evitar que el calentamiento global supere los 1,5 grados Celsius, una meta que muchos dirigentes mundiales han ratificado para reducir el riesgo de que se presenten alteraciones climáticas desastrosas.
En un informe del mes pasado, la AIE planteó algunas posibilidades, entre ellas prohibiciones a los autos que funcionan con gasolina y mayores inversiones en redes eléctricas y tecnologías como la energía nuclear o el hidrógeno verde.
"Un apogeo de la demanda de combustibles fósiles sería muy importante, pero para cumplir con nuestros objetivos en materia climática se requiere un fuerte descenso en una escala y velocidad que todavía no hemos visto", afirmó Bordoff.
Central eléctrica de carbón Naughton, la cual está programada para ser desmantelada en 2025, en las afueras de Kemmerer, Wyoming, el 3 de mayo de 2023. (Kim Raff/The New York Times)
La transición energética está bajo amenaza a medida que el sur global se rezaga.