NUEVA YORK-- La semana pasada, la bandera israelí ondeaba con una fuerte brisa detrás del banco de visitantes en el SUNY Maritime College en el Bronx. Era la primera vez este año que el estandarte blanquiazul de Israel acompañaba al equipo de fútbol masculino de la Universidad Yeshiva a un partido.
Pero esta era también la primera vez que los Macabeos jugaban desde el el 7 de octubre, el día del ataque terrorista de Hamás sobre Israel, y los jugadores, algunos de Israel, algunos con kipás en la cabeza, anhelaban demostrar su patriotismo y apoyo a Israel y al pueblo judío tras una semana de rabia, ansiedad y tristeza demoledora.
"Durante el día no puedo estudiar, no puedo pensar en nada más, solo puedo ver las noticias todo el día", afirmó Yonaton Reiter, defensa de último año del Sde Yitzhak en Israel. "Pero durante la práctica, son las dos mejores horas del día. Es importante hacer algo diferente, sonreír, al menos por unos minutos".
Como muchos grupos, instituciones y familias de todo tipo en la región de Nueva York, la Yeshiva, una universidad judía ortodoxa del alto Manhattan, fue sacudida por la guerra en Israel y Gaza. El equipo de fútbol masculino, con jugadores de cuatro continentes y siete países, pasó la primera semana del conflicto lidiando con sus deberes como estudiantes y atletas en medio de una llamarada de emociones intensificadas.
Cuando se supo la noticia de los ataques, los Macabeos, apodo escolar derivado de los líderes de un antiguo ejército rebelde judío, estaban en medio de una buena temporada. Cargados con jugadores talentosos de Argentina, Brasil, Francia, Italia, Sudáfrica, Nueva Jersey, Long Island e Israel, los Macabeos tenían un récord de 5-1-2 en la Skyline Conference, una liga de la División III formada por equipos de Nueva York. Tras perder en la final el año pasado, el equipo está decidido a ganar este año y a conseguir la primera invitación de la universidad al torneo de la NCAA.
Cuando se reunieron el 9 de octubre para practicar, Alan Weiss, su entrenador en jefe, en su primer año, quien también es judío, habló con los jugadores. Les preguntó cómo se sentían y trató de averiguar si todavía eran capaces de dividir su atención entre las preocupaciones por sus seres queridos y el fútbol.
El sentimiento predominante fue un deseo de seguir jugando.
"El ánimo en el ambiente era muy serio", dijo Weiss. "Se cierne sobre todos. Lo reconocemos, rezamos y luego nos ponemos a trabajar".
Las prácticas y los juegos han proporcionado sobre todo una distracción de la angustia. Algunos de los jugadores estuvieron en Israel la semana pasada para la festividad de Sucot, y uno de ellos no pudo conseguir un vuelo de regreso durante más de una semana. Incluso los jugadores del equipo de otros países, algunos de ellos ni siquiera judíos, sienten una fuerte conexión con Israel.
"Estos tipos me aceptaron como su hermano", afirmó Vinicius Giannacini, un estudiante de posgrado en análisis de datos de Sao Paulo. "Veo por lo que pasan y cómo se mantienen positivos. Me enorgullece ser parte de ellos".
Reiter, uno de los varios exsoldados israelíes del equipo, contó que ha estado en contacto regular con miembros de su familia, quienes tuvieron que buscar refugio el fin de semana pasado cuando cayeron cohetes sobre su aldea. Le cuentan lo que está sucediendo en Israel y él les cuenta cómo les está yendo a los Macabeos, que gozan de una modesta cantidad de aficionados en Israel. Reiter compró brazaletes negros para sus compañeros de equipo, con las palabras "Para siempre en nuestros corazones", y los jugadores se comprometieron a usarlos durante el resto de la temporada.
La asistencia a las prácticas y juegos ha sido sólida, pero la semana pasada dos jugadores estuvieron ausentes. Uno de ellos ayunó en solidaridad con los israelíes. El otro, Kfir Slonimski, del kibutz Kinneret de Israel, pidió un día libre para orar.
Slonimski, quien fue soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel de 2015 a 2018, dijo que había considerado regresar a casa. Por ahora, está comprometido con los Macabeos y su universidad.
"Siento que hago mucho desde aquí, representando a la universidad y al pueblo judío", dijo. "Pero es un golpe muy fuerte".
Después de la última práctica de la semana del 12 de octubre, Alejandro Saul, leal defensor y capitán de Argentina, reunió a los jugadores en un círculo. Pusieron sus brazos sobre los hombros de sus compañeros, con la cabeza inclinada y los ojos llorosos, mientras lamentaban la muerte y el sufrimiento. Dos jugadores mencionaron a personas que conocían que murieron en los ataques. Algunos jugadores lloraron. Otro lideró a la plantilla con los salmos apropiados.
Luego vino el juego, y los Macabeos viajaron en autobús a una cancha junto al puente Throgs Neck en un día fresco y soleado. Vestían sus uniformes azules y brazaletes negros y algunos llevaban trozos de tela, mostrando lemas escritos a mano en apoyo a Israel, que pretendían mostrar después de los goles.
Antes del partido, los jugadores se reunieron para orar más y el locutor del Maritime College, a petición de la Universidad Yeshiva, pidió un momento de silencio por aquellos que habían muerto en Israel. Luego, Josh Ziarno, un delantero de tercer año de Long Island y máximo goleador de los Macabeos, reunió al equipo para un emotivo discurso previo al partido.
"Jugamos por el pueblo de Israel", les gritó a sus compañeros. "Los honramos a ellos y a todas las personas buenas y decentes del mundo que se unen a nosotros".
Durante el partido, Reiter, que estaba suspendido tras recibir una tarjeta roja en el partido anterior, envió un mensaje de texto a sus familiares en Israel, quienes estaban viendo el juego desde sus computadoras.
Ziarno anotó el primer gol con un potente disparo de larga distancia, y al final Yeshiva ganó 3 a 0.
"Estoy orgulloso de ellos", dijo Weiss después del partido del viernes pasado. "Obviamente hay mucha adversidad. Chicos con familias, amigos y camaradas que les preocupan en Israel. Pero salieron determinados a concentrarse y jugar como un equipo muy unido, una familia".
Los jugadores estrecharon la mano de sus oponentes y luego comentaron alegremente el juego mientras se quitaban los tacos. Su entrenador los convocó a otro círculo y los felicitó. Instó a los jugadores a descansar y continuar con su juego fuerte, inspirado y orientado al equipo.
Luego les dijo: "Espero que todos puedan descansar y lograr algo de tranquilidad. Les deseo lo mejor a ustedes y a sus familias y, si Dios quiere, todos saldremos de esto más fuertes".
Yonatan Reiter, exsoldado israelí y capitán del equipo de fútbol masculino de la Universidad Yeshiva, en una práctica en Teaneck, Nueva Jersey, el 12 de octubre de 2023. (Jonah Markowitz/The New York Times)
El equipo de fútbol masculino de la Universidad Yeshiva juega como visitante en el Maritime College en Throgs Neck, Nueva York, el 13 de octubre de 2023. (Jonah Markowitz/The New York Times)