(Jerusalén, Israel) - La pesadilla de Yoni Asher comenzó el sábado por la mañana temprano durante una llamada telefónica con su esposa, Doron Asher Katz.
Susurrando por la línea telefónica, Asher Katz, de 34 años, dijo que ella, su madre y sus dos hijas pequeñas estaban atrapadas en la habitación segura de su madre en un pueblo cercano a la frontera de Gaza.
“Me dijo: ‘Hay terroristas dentro de la casa’”, contó Asher en una entrevista.
Luego llegaron noticias peores: El compañero de la madre de Asher Katz, Gadi Moses, había salido de la habitación segura para razonar con los intrusos.
“Dijo que se habían ido y que se lo habían llevado con ellos”, dijo el Sr. Asher.
Asher, de 37 años, esperaba que su esposa y sus hijos estuvieran a salvo. Pero entonces las líneas telefónicas se cortaron.
Fue la última vez que el Sr. Asher supo de su esposa.
Rastreando su teléfono a distancia, vio que el aparato había sido llevado el sábado a Khan Younis, una ciudad del sur de Gaza, lo que sugería que ella también había sido secuestrada.
Entonces circuló por las redes sociales un vídeo en el que se veía a israelíes secuestrados siendo conducidos por el territorio, atados en la parte trasera de una camioneta. En el vídeo, un hombre armado intenta poner una especie de venda sobre la cabeza de una mujer.
El Sr. Asher reconoció a la mujer. Era Doron.
Dijo que sus hijas, Raz y Aviv, de 5 y 3 años, y su suegra, Efrat Katz, de 67, estaban aplastadas junto a ella.
Según las autoridades israelíes, se encuentran entre los 150 rehenes que se calcula que hay en Gaza, la mayoría de ellos capturados en pequeñas ciudades fronterizas israelíes el sábado por la mañana.
Su familia tenía previsto regresar a casa, en el centro de Israel, el sábado por la tarde, tras una breve visita al pueblo de su abuela. En cambio, no está claro cuándo volverá a verlos, o si lo hará.
“No puedo dormir, vivo fuera de mi cuerpo”, dijo Asher.
“Tengo dos bebés, dos niñas”, añadió. “Estos pequeños bebés no deberían ser retenidos o retenidas por terroristas”.
* Este artículo se publicó en The New York Times.-