Jann Wenner dominó el Salón de la Fama del Rock and Roll durante años, en los que consideró su presidencia de la fundación afiliada como una extensión del poder cultural que ejerció durante mucho tiempo como cofundador y editor de la revista Rolling Stone.
Wenner hablaba públicamente en nombre del salón, inauguraba todos los años sus ceremonias de incorporación y posaba en fotos con estrellas de la música. Entre bastidores, hacía alarde de su enorme influencia sobre cuáles de esos artistas entraban y cuáles no, y hablaba sin rodeos de que la institución estaba bajo su control.
Ese poder llegó a un final rápido y brutal el sábado por la tarde, cuando Wenner fue expulsado del patronato de la fundación, un día después de que se le citara con todo lujo de detalle en una entrevista con The New York Times en la que hizo comentarios que fueron ampliamente tachados de racistas y misóginos.
El sábado, John Sykes, ejecutivo de medios de comunicación que sustituyó a Wenner en la presidencia en 2020, envió un correo electrónico a los miembros del patronato convocando una reunión de emergencia a las cinco de la tarde, hora del este. El único tema en la agenda: una votación sobre la expulsión de Wenner.
Wenner respondió con una petición de clemencia de última hora. “Entiendo lo incendiarias que parecen esas palabras”, escribió en un correo electrónico, “pero no es así como lo siento en mi corazón ni como he actuado en todos mis años fundando y dirigiendo el Salón de la Fama del Rock and Roll”.
Pero en una votación por teleconferencia que duró apenas veinte minutos, la moción fue aprobada con solo dos votos en contra. Uno vino del propio Wenner, y el otro de Jon Landau, mánayer de Bruce Springsteen y antiguo crítico de Rolling Stone, que durante mucho tiempo desempeñó un papel fundamental en el salón como presidente del comité de nominaciones.
“Las declaraciones de Jann fueron indefendibles y contrarias a todo lo que representa el salón”, señaló Landau mediante un comunicado. “Estaba claro que el voto para expulsarlo del consejo sería abrumador de manera justificada y apropiada. Mi voto pretendía ser un gesto de reconocimiento por todo lo que había hecho para crear el salón”.
Fue una caída sorprendente para Wenner, quien, a través de su dominio tanto de Rolling Stone como del Salón de la Fama del Rock, ocupó durante mucho tiempo una posición doblemente poderosa en la industria musical, capaz de impulsar —o frenar— las carreras de los artistas en función de sus gustos o caprichos. Esos prejuicios chocaron con el empeño de la nueva dirección del salón en responder a las críticas de no haber incluido de manera adecuada a mujeres y minorías en su panteón.
En la entrevista con el Times, realizada por David Marchese, Wenner, de 77 años, explicó por qué su nuevo libro, “The Masters” —una recopilación de sus entrevistas a lo largo de los años con estrellas del rock como Bob Dylan, Mick Jagger y Springsteen, en su mayoría extraídas de las páginas de Rolling Stone— no incluía a ninguna mujer ni a ninguna persona de color. Dijo que ninguno era “tan elocuente a ese nivel intelectual” y que no los consideraba “filósofos del rock”.
“Ya sabes, solo por el bien de las relaciones públicas”, añadió, “tal vez debería haber salido a encontrar a un artista negro y una mujer que incluir aquí que no estuvieran a la altura de ese mismo estándar histórico, solo para evitar este tipo de críticas. Lo entiendo. Tuve la oportunidad de hacerlo. A lo mejor estoy chapado a la antigua y me importa un comino”.
Esos comentarios de inmediato fueron criticados en las redes sociales. Con la misma rapidez, empezaron a circular llamadas telefónicas y correos electrónicos alarmados entre los 31 miembros del patronato de la Fundación del Salón de la Fama del Rock and Roll, que incluye a ejecutivos de la música y los medios de comunicación, actores del mundo de las finanzas y artistas estelares como Pharrell Williams y LL Cool J. (La fundación, creada en 1983, elige a los artistas que se incorporan y está afiliada al museo en Cleveland).
“Tus palabras corren el riesgo de socavar la institución que ayudaste a construir al propagar una narrativa que no solo es estrecha de miras, sino también excluyente”, le comentó Troy Carter, exejecutivo de Spotify y asesor del patrimonio de Prince, a Wenner en un correo electrónico dirigido a los miembros del patronato que fue obtenido por el Times.
Entrevistas con cuatro personas con conocimiento directo de la votación del patronato, que hablaron de manera anónima porque las deliberaciones del panel son confidenciales, pintan un cuadro de urgencia y rabia dentro de la institución.
En la reunión del patronato, algunos miembros expresaron su consternación por los comentarios de Wenner, quien también intervino brevemente, aunque sus comentarios no lograron convencer a los directivos reunidos, entre los que se encontraban algunas de las figuras más poderosas de la música en los principales sellos discográficos, editoriales musicales y en el mundo de las giras.
La reunión concluyó en unos veinte minutos y el salón anunció la decisión con un breve comunicado. La decisión de destituir a Wenner entró en vigor de inmediato.
Representantes del salón se rehusaron a dar detalles sobre la votación, excepto que hubo un cuórum de al menos dieciséis personas en la teleconferencia, como exigen los estatutos de la organización.
Wenner no respondió a la solicitud para hacer comentarios. En un comunicado emitido el sábado por la noche, declaró, entre otras cosas: “En mi entrevista con The New York Times hice comentarios que menospreciaban las contribuciones, el genio y el impacto de los artistas negros y las mujeres, y pido disculpas de todo corazón por esos comentarios”.
Al momento de emitir su voto, los miembros del patronato quizá se concentraron únicamente en la entrevista reciente de Wenner. Pero varios han considerado durante mucho tiempo que el alcance de su influencia sobre el Salón de la Fama era un lastre para la institución.
En “Sticky Fingers: The Life and Times of Jann Wenner and Rolling Stone Magazine” (Sticky Fingers, la vida y la época de Jann Wenner y la revista Rolling Stone), una biografía de 2017 despiadadamente crítica, escrita por Joe Hagan, se citó a Wenner describiendo de manera abierta una especie de control autocrático sobre el salón. “En cierto sentido, es propiedad de Rolling Stone, pues es creación de Rolling Stone”, afirmó Wenner. “Algunas personas piensan que es injusto decirlo. Pero así es. Es algo mío”.
El Salón de la Fama del Rock lleva tiempo rebatiendo esa postura, ya que argumenta que sus procesos internos, aunque opacos, son debidamente democráticos y justos. Sin embargo, muchos artistas y sus representantes empresariales se han burlado de eso (al menos hasta que han sido admitidos).
Incluso cuando las quejas sobre la falta de diversidad en el salón comenzaron a hacerse más fuertes en la última década —según un estudio detallado en 2019, solo el 7,7 por ciento de las personas incluidas en el salón hasta ese momento eran mujeres—, Wenner desestimó la crítica.
En una entrevista con el Times ese año, cuando anunció su dimisión como presidente, declaró: “No creo que sea un problema real”. Y añadió: “Las personas son admitidas por sus logros. Los logros musicales tienen que ser neutrales en cuanto a raza y género a la hora de juzgarlos”.
Bajo la dirección de Sykes, el salón ha hecho una labor pública para diversificar sus filas directivas e incorporar a más artistas mujeres y de minorías.
Jann Wenner, cofundador de la revista Rolling Stone, en su casa de Montauk, Nueva York, el 22 de agosto de 2022. (Dana Scruggs/The New York Times).