Amonestaciones de los legisladores al nuevo código de vestimenta del Senado

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(Congressional Memo)

WASHINGTON — El senador J.D. Vance de Ohio acusó al presidente Joe Biden de intentar inundar el centro del país con fentanilo para “castigar a quienes no votaron por él”. También ha propagado con gran empeño la falsedad de que el expresidente Donald Trump ganó las elecciones de 2020. Y hace poco, anunció que planea bloquear las nominaciones al Departamento de Justicia hasta que esa agencia les ponga un alto a ciertas acciones que califica de “persecución política” contra Trump.

Pero este 19 de septiembre, Vance abordó un tema totalmente distinto: la flexibilización de las normas aplicables a la vestimenta en el Senado. Expresó su opinión de que cambiar las normas degradaría a las instituciones gubernamentales de Estados Unidos.

“Mi abuelo, a quien nunca vi de traje y ni siquiera tenía uno, al menos que yo supiera, nunca se hubiera presentado a trabajar en el Senado de Estados Unidos sin la vestimenta adecuada”, afirmó Vance, quien creció en un ambiente de pobreza en los Apalaches y en la actualidad manda a hacer sus trajes a la medida con un sastre italiano que trabaja en Cincinnati. “Muchas personas de clase trabajadora de todo el país respetan este edificio. Se sienten frustrados con él, pero lo respetan, y me parece que el código de vestimenta debería reflejarlo”.

La decisión reciente del senador Chuck Schumer, demócrata de Nueva York y líder de la mayoría, de flexibilizar los lineamientos sobre el uso de vestimenta informal en el Senado y permitirles a sus miembros ingresar a la cámara en ropa casual o incluso deportiva ha generado una oleada de consternación y expresiones de abatimiento en la conservadora cámara alta. Muchos senadores, la mayoría republicanos, han hecho públicas inquietudes parecidas a las de Vance y en círculos privados han comentado que el cambio podría dañar la posición de Estados Unidos en la esfera internacional.

Incluso algunos demócratas dicen estar impactados. En el Capitolio, el senador Joe Manchin de Virginia Occidental indicó este 19 de septiembre que le había dicho al senador John Fetterman, demócrata de Pensilvania, cuyas sudaderas y shorts deportivos parecen haber propiciado el cambio, que esa decisión le parecía “equivocada”, por lo que haría todo lo posible para “intentar mantener el decoro” del Senado.

“El senador Schumer ha hecho todo lo que ha podido para destruir las tradiciones del Senado”, opinó el senador John Cornyn, republicano de Texas. “Es otra señal de que no respeta al Senado como institución”.

La senadora Cynthia Lummis, republicana de Wyoming, aseveró que las “personas desaliñadas que visten como guarros por lo regular piensan que pueden actuar como guarros”.

“De por sí ya tenemos mala reputación por falta de civismo y decoro, y esta situación sencillamente nos sume todavía más”, añadió.

La senadora Susan Collins, republicana de Maine que está a favor de los trajes recatados con falda para mujer hechos a la medida, dijo en broma que, a sus 70 años, como señal de protesta se presentaría a trabajar en bikini, una imagen tan incongruente que no tuvo que decir nada más.

Las nuevas reglas, que instruyen al sargento de armas pasar por alto el código de vestimenta de los miembros aplicado desde hace mucho tiempo, parecen haber cambiado principalmente para beneficiar a Fetterman. Desde que regresó al Senado tras su hospitalización por depresión, Fetterman se ha negado a enfundar su enorme cuerpo de más de 2 metros en un traje y, en cambio, ha deambulado por el Capitolio en ligeros shorts de baloncesto y sudaderas extra grandes. Ahora, el cambio en las reglas le permitirá ingresar a la sala, e incluso presidir la sesión, en su estado preferido de desarreglo, que además aprovecha para expresar sus orígenes de clase trabajadora, ajeno a la clase política.

“¡Por Dios!”, exclamó con sarcasmo Fetterman el 19 de septiembre con respecto a estas manifestaciones de angustia por el triste destino del Capitolio de la nación si llegara a presidir el Senado vistiendo una sudadera con capucha. “Creo que va a estar bien. Los republicanos creen que voy a cruzar la puerta en mis shorts y a dar giros de breakdance en el piso. No me parece que vaya a ser tanto problema”.

En línea, Fetterman se ha divertido señalando instancias en que los republicanos que lo critican por sus elecciones sartoriales no se han comportado con gran dignidad o decoro, con todo y sus pantalones de vestir o vestidos.

La representante Marjorie Taylor Greene, republicana de Georgia, calificó de “vergonzoso” que el Senado “bajara sus estándares” y cambiara las normas de etiqueta en el vestir.

“Por fortuna, la cámara baja de la nación tiene estándares de conducta más elevados: exhiben fotos tontas en una audiencia pública”, respondió Fetterman, en referencia a una audiencia reciente del comité de la Cámara de Representantes en que Greene mostró enormes fotografías del hijo del presidente, Hunter Biden, desnudo y realizando actos sexuales.

Por más que este drama sobre la vestimenta aceptable parezca intrascendente en esta semana en que el Congreso se dirige a paso lento pero firme a un cierre de la administración, sí causó verdadera conmoción en torno al significado de respetar el organismo en el que servimos, en especial ahora que los miembros de extrema derecha que sienten que han sido enviados a Washington para desmantelar el gobierno y perturbar sus instituciones sagradas están ejerciendo su influencia.

Para muchos, los shorts deportivos quizá sea una señal de falta de respeto. Pero la conducta de muchos de los miembros mejor vestidos del Congreso no siempre ha expresado respeto por las instituciones democráticas.

El representante Jeff Van Drew, antiguo demócrata de Nueva Jersey que cambió de partido en 2019 y le juró “apoyo eterno” a Trump, se presenta casi todos los días a trabajar con un pañuelo en el bolsillo del saco con cuatro pliegues perfectos. En 2021, votó a favor de anular los resultados de las elecciones presidenciales.

El representante George Santos, republicano de Nueva York acusado por fiscales federales de lavado de dinero, robo de fondos públicos, fraude electrónico y declaraciones falsas ante el Congreso, entre otros delitos, por lo regular tiene una apariencia impecable y luce elegante con sus característicos suéteres de cuello redondo sobre camisas blancas planchadas a la perfección. A pesar de sus atuendos emperifollados, la mayoría de sus colegas republicanos lo tratan como un paria que solo aporta mala fama por asociación.

Algunos miembros indicaron que lo que genera una actitud irrespetuosa por parte de los aliados extranjeros no es la forma en que visten, sino su incapacidad de abordar temas urgentes de importancia nacional.

La representante primeriza Jasmine Crockett, demócrata de Texas, afirmó que pasó gran parte de las vacaciones de verano en un viaje bipartidista del Congreso en el Sureste Asiático, donde los dirigentes con quienes se reunió en Tailandia, Filipinas e Indonesia estaban perplejos por la parálisis del Congreso. “Cuando preguntamos por qué ha bajado el número de estudiantes de intercambio en las universidades, mencionaron la violencia armada”, señaló, y advirtió que el Congreso no ha podido generar consenso bipartidista para promulgar normas adicionales de control de armas en respuesta a una epidemia de tiroteos masivos.

El senador Sherrod Brown de Ohio fue uno de los pocos senadores demócratas que expresaron descontento por el código de vestimenta y los problemas de respeto resultantes por distintos motivos.

“¿Yo puedo ir vestido como quiera, pero los trabajadores no?”, preguntó Brown, resaltando que el cambio no se aplicará al personal que trabaja en la cámara. “Si a nosotros se nos permite usar ropa casual, también ellos deberían poder hacerlo. En mi opinión, es un tema de dignidad del trabajo”.

El senador John Fetterman (demócrata de Pensilvania) con una sudadera marca Carhartt y shorts sueltos durante una conversación con periodistas previa a una votación del Senado en el Capitolio en Washington el 1.° de junio de 2023. (Haiyun Jiang/The New York Times)

El senador Ted Cruz (republicano de Texas) sale de la sala del Senado en ropa deportiva tras una votación en el Capitolio en Washington el 6 de agosto de 2022. (Tom Brenner/The New York Times)

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