Ningún lugar del planeta ha escapado de la influencia del Homo sapiens, desde las selvas tropicales taladas para la agricultura hasta los océanos profundos repletos de microplásticos, pasando por tormentas alteradas por el clima. En noviembre de 2022, la población mundial alcanzó los 8000 millones de habitantes.
Pero por muy omnipresentes que seamos los humanos hoy en día, un equipo de científicos afirma ahora que nuestra especie estuvo muy cerca de no aparecer nunca.
Unos investigadores chinos han hallado pruebas que sugieren que hace 930.000 años los antepasados de los humanos modernos sufrieron un colapso demográfico masivo. Estos señalan como causa un cambio drástico en el clima que se produjo en esa época.
Nuestros antepasados se mantuvieron en números bajos —menos de 1280 individuos en edad reproductiva— durante un periodo conocido como cuello de botella. Duró más de 100.000 años antes de que la población se recuperara.
“Cerca del 98,7% de los ancestros humanos se perdieron al principio del cuello de botella, amenazando así a nuestros antepasados con la extinción”, escribieron los científicos. El estudio se publicó el jueves en la revista Science.
Si los fundamentos de la investigación son sólidos, esta tendrá implicaciones provocativas. La misma plantea la posibilidad de que un cuello de botella provocado por el clima ayudó a dividir a los primeros humanos en dos linajes evolutivos: uno que acabó por dar lugar a los neandertales y otro a los humanos modernos.
Sin embargo, algunos especialistas independientes se mostraron escépticos ante los novedosos métodos estadísticos empleados por los investigadores en el estudio. “Es un poco como deducir el tamaño de una piedra que cae en medio de un gran lago a partir de las ondas que llegan a la orilla unos minutos después”, dijo Stephan Schiffels, genetista de poblaciones del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania.
Desde hace décadas, los científicos reconstruyen la historia de nuestra especie analizando los genes de personas vivas. Todos los estudios hacen uso de los mismos hechos básicos de nuestra biología: cada bebé nace con docenas de mutaciones genéticas nuevas, y algunas de esas mutaciones pueden transmitirse a lo largo de miles o incluso millones de años.
Comparando las variaciones genéticas del ADN, los científicos pueden rastrear la ascendencia de las personas hasta poblaciones antiguas que vivieron en distintas partes del mundo, se desplazaron y se reprodujeron. Incluso pueden deducir el tamaño de esas poblaciones en distintos momentos de la historia.
Estos estudios se han vuelto más sofisticados a medida que la tecnología de secuenciación del ADN se ha hecho más avanzada. Hoy en día, los científicos pueden comparar los genomas completos de personas de distintas poblaciones.
Cada genoma humano contiene más de 3000 millones de letras genéticas de ADN, cada una de las cuales se ha transmitido durante miles o millones de años, creando un registro inmenso de nuestra historia. A fin de poder interpretar esa historia, los investigadores utilizan ahora computadoras cada vez más potentes que son capaces de realizar la gran cantidad de cálculos que se requieren para hacer modelos más realistas de la evolución humana.
Haipeng Li, investigador de genómica evolutiva de la Academia China de Ciencias de Shanghái, y sus colegas dedicaron más de una década a crear su propio método para reconstruir la evolución.
Los investigadores bautizaron el método como FitCoal (abreviatura en inglés de Fast Infinitesimal Time Coalescent). FitCoal permite a los científicos dividir la historia en pequeños fragmentos de tiempo, con lo que pueden crear un modelo de un millón de años de evolución dividido en periodos de meses.
“Es una herramienta que hemos creado para dilucidar la historia de distintos grupos de seres vivos, desde los humanos hasta las plantas”, explicó Li.
Al principio, él y sus colegas se centraron en animales como la mosca de la fruta. Pero una vez secuenciados suficientes datos genéticos de nuestra propia especie, se centraron en la historia de los humanos, comparando los genomas de 3154 personas de 50 poblaciones de todo el mundo.
Los investigadores exploraron varios modelos para encontrar el que mejor explicara la diversidad genética actual entre los humanos. El resultado fue un escenario en el que nuestros antepasados estuvieron a punto de extinguirse hace 930.000 años.
“Nos dimos cuenta de que habíamos descubierto algo grande sobre la historia humana”, afirmó Wangjie Hu, biólogo computacional de la Escuela Icahn de Medicina del Monte Sinaí de Nueva York y autor del estudio.
Antes del cuello de botella, concluyen los científicos, la población de nuestros antepasados contaba con unos 98.000 individuos en edad reproductiva. Después se redujo a menos de 1.280 y permaneció así durante 117.000 años. Luego, la población se recuperó.
Hu y sus colegas sostienen en su artículo que este cuello de botella concuerda con el registro fósil de nuestros antepasados humanos.
Nuestra rama del árbol evolutivo se separó de la de otros simios hace unos 7 millones de años en África. Hace aproximadamente un millón de años, nuestros antepasados evolucionaron en África para tener una estatura y un cerebro grandes. Después, algunos de esos primeros humanos se dispersaron por Europa y Asia y evolucionaron hasta convertirse en los neandertales y sus primos, los denisovanos.
Nuestro propio linaje siguió evolucionando en África y devino en los humanos modernos.
Tras décadas de estar buscando fósiles, el registro de antiguos parientes humanos sigue siendo relativamente escaso en África en el periodo comprendido entre hace 950.000 y 650.000 años. El estudio nuevo brinda una posible explicación: simplemente no había suficientes personas que dejaran muchos restos, dijo Hu.
Brenna Henn, genetista de la Universidad de California en Davis que no participó en el estudio nuevo, dijo que el cuello de botella era “una interpretación plausible”. Pero la diversidad genética actual podría haberse producido por una historia evolutiva distinta, añadió.
Por ejemplo, los humanos podrían haberse bifurcado en poblaciones distintas y luego unirse de nuevo. “Sería más convincente probar modelos alternativos”, dijo Henn.
Hu y sus colegas proponen que un cambio climático global produjo el colapso demográfico hace 930.000 años y apuntan a pruebas geológicas de que el planeta se volvió más frío y seco justo en la época del cuello de botella que proponen. Estas condiciones quizá dificultaron la búsqueda de alimentos a nuestros antepasados humanos.
Sin embargo, Nick Ashton, arqueólogo del Museo Británico, señaló que se han encontrado restos de antiguos parientes humanos de la época del cuello de botella fuera de África.
Si una catástrofe mundial provocó el colapso de la población humana en África, debería haber hecho que los parientes humanos fueran más raros en otras partes del mundo.
“El número de yacimientos en África y Eurasia que datan de este periodo sugiere que solo afectó a una población limitada, que tal vez fueran antepasados de los humanos modernos”, señaló.
© The New York Times 2023