“Tenía que probarle a este mundo de Washington que yo tenía seriedad”, dice Ocasio-Cortez de sus primeros días en el Congreso. (Shuran Huang/The New York Times)
La congresista Alexandria Ocasio-Cortez se prepara para una entrevista televisiva después del Discurso del Estado de la Unión de este año. (T.J. Kirkpatrick/The New York Times)
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La congresista de Nueva York dice que es distinta a cuando asumió el cargo. Pero aún no se considera una ‘insider’ de la política.
La representante Alexandria Ocasio-Cortez está acostumbrada a ser un imán. Desde que fue electa en 2018 ha atraído elogios y vilipendios de ambos partidos, a veces al mismo tiempo. No obstante, Ocasio-Cortez ya no es una novata recién llegada. Está en su tercer periodo y ocupa un cargo de alto rango en un poderoso comité de la Cámara Baja. Ha aprendido a manejarse en el Congreso, haciendo aliados en la izquierda y colaborando con sus adversarios políticos. Dice que eso tal vez levanta la “sospecha” del ala progresista de su partido, pero tener más influencia la hace sentir cómoda.
Hace poco conversamos sobre esta etapa de su carrera política, así como de la migración, las redes sociales y cómo se siente al hallar puntos de encuentro con sus colegas de derecha. Esta entrevista ha sido editada y condensada por claridad y extensión.
Entonces, ¿cómo se describiría a los 33 años?
Guau, qué pregunta. Creo que tal vez algunos de los términos que me describirían en este momento serían: evolucionando, aprendiendo, desafiándome a mí misma. Pero también arraigada y anclada en quién soy y por qué estoy aquí.
Para muchas personas, los 33 años es cuando ya están establecidos en una carrera y hacen planes para el futuro. Usted usa estas palabras —evolucionando pero arraigada— y como que se transmite esa tensión. Así que quisiera explorar eso. Está en su tercer periodo. Su trabajo no es nuevo. Desde que fue elegida por primera vez en 2018 muchas cosas han cambiado. ¿Qué es lo que más ha cambiado desde que asumió el cargo?
Creo que tengo una sensación de estabilidad y confianza en lo que estoy haciendo. Mi elección estuvo caracterizada por mucha agitación, tanto a nivel nacional como personal. Estábamos en una época de gran agitación política cuando el presidente Trump fue elegido. El Partido Demócrata estaba algo perdido de muchas maneras. Estábamos en una transición entre un partido viejo y otro más nuevo en materia de lo que queríamos decir ideológicamente.
Luego también yo. Estuve trabajando como mesera hasta, no sé, ¿marzo? Y gané mi primaria pocos meses después. E incluso venir a Washington, no solo averiguar cómo orientarme políticamente, ya que venía de una experiencia de acción directa y activismo pero también añadiendo toda la profesión de legislar a nivel federal.
Y luego también la dinámica de clase, la dinámica de género que proceden de ser una persona pobre o de clase trabajadora que ingresa a un ambiente de gran privilegio. Tenía años de aprendizaje por delante.
Cuando dice que las cosas han cambiado personalmente para usted…
Cuando recién llegué al cargo me faltaba demostrar de una forma muy distinta que muchas otras personas, ¿cierto? Hay mucha gente que es electa y tiene antecedentes de legislar. Y yo sentía que, al mismo tiempo, tenía que probar dos cosas que a menudo estaban en conflicto.
Tenía que probarle al pueblo que me eligió que estoy comprometida y muy anclada en todos los valores y los temas y las luchas, desde enfrentarme a un establishment partidista que puede estar muy anquilosado hasta seguir luchando por temas progresistas clave como Medicare para todos, así como cambios sustanciales a nuestro sistema de inmigración o la reforma de justicia penal.
Y lo segundo fue que tenía que probarle a este mundo de Washington que yo tenía seriedad y capacidad y que no solo estaba ahí para llegar a un titular, sino que estaba ahí para participar en este proceso de una forma hábil y sofisticada. Que había hecho la tarea, por decirlo así.
Estableció su marca como una recién llegada política pero ahora es integrante de alto rango del poderoso Comité de Supervisión de la Cámara, el segundo lugar para los demócratas en dicho comité. Así que claramente ha probado en algún momento que usted actúa con seriedad. ¿Se ve a sí misma más como una iniciada o insider ahora? No lo creo. Es decir, hasta cierto punto, una vez que estás comprometido como legislador ya estás adentro. Esa es la función del papel. Y eso me brinda o le brinda a cualquiera en una posición similar las herramientas para poder traducir esta energía de afuera en cambios internos. Tengo curiosidad por saber si, en 2018, cuando fue electa, comprendía que tener poder y relaciones sería crucial para desempeñarse en el partido Cuando recién llegué, llegué a un ambiente que percibí que nunca me daría una oportunidad y a un partido que era extremadamente hostil a mi presencia, extremadamente hostil a mi existencia. Esa es una de las razones por las cuales me atrincheré en mi trabajo. Creo que muchas mujeres y personas de color —en especial las mujeres de color— han escuchado una y otra vez “tienes que trabajar el doble de duro para llegar la mitad de lejos”. Y sentí que tenía que trabajar mucho mucho más duro para ni siquiera llegar tan lejos, ¿sabes? Sabía que las relaciones y la experiencia, por supuesto, importaban. Pero también sentí que en ese momento la puerta estaba cerrada para mí. Así que lo mejor que podía hacer era simplemente trabajar tan duro como pudiera para llegar a un punto en el que me hubiera ganado el beneficio de la duda. En una de mis primeras audiencias interrogué a Michael Cohen, y recuerdo que el comentario en ese momento fue: “Ella solo va a montar un espectáculo”. Y yo sabía que era capaz de hacer mucho más que eso. Creo que cualquiera que esté acostumbrado a ser subestimado puede identificarse con esa experiencia. Quiero leerle dos titulares recientes de New York Magazine. Se publicaron con una semana de diferencia. El primero dice “AOC ahora es un demócrata común y corriente” , y le acusa de comprometer sus ideales progresistas al trabajar dentro del sistema de partidos. Y luego se publicó la refutación, que se titulaba “La ‘izquierda AOC’ ha logrado mucho” , y que argumentaba que su ala ha inclinado el partido hacia la izquierda. ¿Por qué cree que los demócratas y la izquierda siguen interpretando así su rol? En parte eso se debe a que nunca habíamos tenido una presencia política como ésta en Estados Unidos. Creo que, a menudo, teníamos algún personaje infiltrado que era financiado por el dinero de las empresas y que promovía una agenda, francamente, muy neoliberal. Y esas eran las personas que estábamos acostumbrados a ver en el poder. Así que creo que, con el tiempo, ha habido una asociación inherente entre poder, ascenso y, entre comillas, venderse. A menudo, les digo a mis compañeros de base que la izquierda, durante mucho tiempo, no estuvo acostumbrada a tener poder en Estados Unidos. Y por eso, cuando estamos en el poder, tenemos mucho desconcierto. ¿Sospecha? Sospechamos de que en este país no hay forma de acumular ningún tipo de poder sin llegar a un compromiso fáustico. Quiero preguntarle sobre un improbable matrimonio político. En la primavera, usted se asoció con el republicano Matt Gaetz, de Florida, un congresista de derechas muy controvertido, para prohibirles a sus compañeros del Congreso que negociaran con acciones. ¿Ahora son amigos? Creo que esa es una caracterización muy generosa. También me gustaría añadir que el líder republicano en esa legislación es Brian Fitzpatrick, de Pensilvania, un republicano moderado. Y, sabes, creo que muchos hemos trabajado muy duro en esta legislación, y eso habla de una división secundaria o quizás de una tercera dimensión que existe en ambos partidos. Para ser elegido a la Cámara, se requiere una suma de dinero absolutamente ridícula y un acceso al capital que la mayoría de la gente no tiene. Y ese tema de prohibirles a los miembros del Congreso que comercien con acciones, creo que habla de las realidades de clase. Los miembros que se resisten a eso, así como los miembros que lo apoyan, eso habla de una diferencia de clase muy clara en el Congreso de EE. UU. y en realidad es un área de interés común entre republicanos y demócratas que tienen opiniones similares sobre ese tema. Supongo que lo que quiero preguntarle es si está dispuesta a trabajar con sus enemigos ideológicos cuando se trata de temas que considera que benefician al bien común. Por supuesto que sí. Y creo que el comité de supervisión ha trabajado mucho en eso. Hay actores de la derecha libertaria, o del Freedom Caucus, que se oponen al nivel de contratación de defensa en el presupuesto militar. Los derechos civiles y las violaciones de la privacidad son otra área en la que he descubierto algunos elementos de interés común. Son muy pocos, pero cuando los identificamos, creo que es importante profundizar en ellos y ver lo que podemos hacer. Quiero preguntarle por su forma de interactuar políticamente, porque eso ha definido un cierto estilo. Usted es extremadamente eficaz en el uso de las redes sociales. Sin embargo, ahora estamos en un momento diferente a la época en la que se postuló por primera vez. Hay una verdadera reacción contra las redes sociales. ¿Ha cambiado su forma de pensar? Bueno, creo que nuestro entorno mediático, incluidas las redes sociales, ha cambiado radicalmente en los últimos cinco años. La llegada de Elon Musk a Twitter ha cambiado radicalmente el entorno de los medios de comunicación. Ha habido un éxodo masivo de la plataforma. En mi caso se ha vuelto mucho más difícil de usar. Y creo que eso se refleja en mi presencia en algunas de estas plataformas. ¿Qué la motivaría a dejar X, la red que antes era conocida como Twitter? Sabes, esa es una conversación que he tenido. Si uno monitorea mi uso de esa plataforma, ha caído precipitadamente. Creo que la posibilidad de una ruptura formal es algo que discutimos activamente: si requeriría un evento o si solo es algo que puede ocurrir algún día. Tiene 13 millones de seguidores, así que es una audiencia enorme. Es su mayor audiencia en las redes sociales. Por supuesto. Y por eso no es algo que se pueda tomar a la ligera. Algo que me intriga es que usted ha integrado mucho el uso de los medios sociales en su forma de relacionarse con la gente, y especialmente con los jóvenes, por lo que me pregunto cómo ve su participación en la plataforma X, y qué opina de cómo la ha estado utilizando Elon Musk. Parece antitético a lo que usted ha definido como sus convicciones. De alguna manera, se podría argumentar que su participación en la plataforma es un apoyo para esa plataforma. Es un punto válido. Es algo con lo que he luchado absolutamente. Ciertamente he reducido mi actividad en la plataforma debido a esas preocupaciones, y lucho con eso. Algo en lo que me he centrado mucho más es en crear audiencias en lugares alternativos. Pero, incluso ahora, cuando se producen acontecimientos extraordinarios, como las catástrofes naturales en el estado de Nueva York, creo que es importante poder acceder a una plataforma de mensajería en la que la gente pueda confiar. Pero también es incómodo. Hemos visto a los medios de comunicación adoptar diferentes enfoques al respecto: las diferencias entre NPR o The Washington Post o el medio que sea, son maneras de enfrentar esas cuestiones. Hace poco usted realizó un viaje a América Latina con otros colegas latinos progresistas. Fue a Chile, Brasil y Colombia, que son países dirigidos por líderes de izquierda recientemente elegidos. Y habló de lo importante que es tener en el Congreso un número creciente de latinos interesados en la región. Pero dijo algo que me llamó la atención, y que hizo que me preguntara sobre este momento de su carrera. Usted dijo: “Estamos aquí porque los movimientos fascistas son globales y, en consecuencia, los movimientos progresistas también tienen que ser globales si queremos estar a la altura de los retos de estos tiempos”. ¿Cree que esa es la progresión natural de su trabajo? ¿Mover sus ideas a escala internacional, aunque puedan entrar en conflicto con la política exterior del líder de su propio partido? Yo no calificaría necesariamente mis objetivos de política exterior como opuestos a los del presidente o a los de Estados Unidos. Soy miembro del Congreso. He prestado juramento a este país y me lo tomo muy en serio. Pero sí creo que esos objetivos progresistas de política exterior representan una ruptura con la inercia de nuestro pasado de Guerra Fría. Supongamos que perteneces a una parte del espectro político muy distinta a la mía y crees que debemos adoptar un enfoque de política realista muy firme, que debemos enfrentar a China de la forma más agresiva posible. Supongamos que crees todas esas cosas. Sigo pensando que aunque eso te motivara, llegaríamos a conclusiones similares, y es que debemos reconocer nuestro pasado intervencionista en América Latina porque ha creado un problema de confianza entre nuestros vecinos del hemisferio occidental. Cuando un país ha tenido un historial de intervencionismo, de apoyo a golpes de Estado, de espionaje a nuestros vecinos, ¿por qué deberíamos confiar en ese país? Así que, tanto si lo haces por razones morales como por razones de política realista, no solo se trata de que sea lo correcto. Creo que es una medida inteligente para restablecer la confianza y las relaciones con nuestros socios hemisféricos. En el debate republicano, Ron DeSantis dijo que tal vez sería necesario invadir a México para detener el tráfico de drogas . Esa sugerencia es tan temeraria que es difícil incluso captarla. Pero el incentivo político para que Ron DeSantis diga algo así habla de la falta de atención que, a nivel interno, le prestamos a nuestro papel como parte de este hemisferio. Parte de nuestro mayor compromiso en la región no solo se refiere a la imagen que tienen de nosotros en América Latina, sino también a nivel interno, a cómo entendemos a nuestros vecinos más cercanos. [ Lee la entrevista completa en inglés aquí ]