(HealthDay News) - Los jóvenes tienen unos niveles altos de angustia emocional por el cambio climático, y un nuevo estudio plantea que su angustia podría ser clave para combatirlo.
“La crisis climática afecta a las personas de todas las edades. Pero los jóvenes, en particular, vivirán durante más tiempo los peligros en ciernes de la crisis climática que las generaciones anteriores”, comentó la investigadora Emma Lawrance, miembro de innovaciones en salud mental del Instituto de Innovación Global en Salud del Imperial College de Londres.
“Los niños que nacen hoy experimentarán siete veces más olas de calor que sus abuelos, por ejemplo”, anotó. “Al mismo tiempo, todavía no ocupan las posiciones tradicionales de poder para realizar los cambios que saben que se necesitan con urgencia para proteger su futuro”.
En la investigación, Lawrence y sus colegas encuestaron a 539 personas en Reino Unido, que tenían de 16 a 24 años. En total, el 64,3% presentaban niveles moderados o altos de angustia climática. Los que tenían diagnósticos de la salud mental fueron significativamente más propensos a estar en este grupo.
Los que eran más ricos tenían unas probabilidades significativamente más altas de experimentar una angustia climática moderada, en lugar de baja. Y fue menos probable que los chicos y los hombres tuvieran niveles altos de angustia climática.
“Si habla con muchas personas jóvenes hoy en día, con frecuencia dicen que les preocupa la idea de traer un bebé al mundo. ¿Por qué querríamos traer un bebé al mundo dado el estado del planeta?”, señaló el doctor Victor Fornari de Northwell Health en Glen Oaks, Nueva York, que revisó los hallazgos. Y es un psiquiatra infantil de Nueva York que escucha con frecuencia la alarma ambiental entre los jóvenes.
“Pienso que hay muchas preocupaciones sobre las que escuchamos a diario, sobre los impactos graves del cambio climático, ya sea los incendios en América del Norte, los incendios en Hawái, un huracán reciente en el sur de California, lo que no había ocurrido en casi 90 años, los problemas con las inundaciones, cuál será el nivel del mar, cuáles ciudades costeras están en el mayor riesgo”.
En la encuesta, la angustia climática se asoció con varios impactos sociales y psicológicos, como frustración por la falta de acción, la falta de control sentimientos de culpabilidad o vergüenza sobre las contribuciones propias hacia el cuidado del plenta.
Pero hay buenas noticias. Un 86 % de los comentarios de los participantes de la encuesta expresaban esperanzas sobre el futuro de las acciones contra el cambio climático. “Espero que los líderes mundiales se tomen el problema del cambio climático más en serio”, escribió un participante.
Los jóvenes encuestados que tenían unos niveles más altos de angustia climática fueron más propensos a ver puntos positivos si se toman medidas, en particular la mejora percibida en la salud y el bienestar al adoptar prácticas ecológicas, la obtención de un sentido de propósito e identidad a través de la acción climática, y poder ser un ejemplo para los demás.
Los autores afirmaron que esta esperanza puede promover la resiliencia personal, además de una manera de formar comunidad que podría, a su vez, ayudar a los participantes a gestionar mejor el estrés, vivir más tiempo y desear luchar contra el cambio climático.
Los investigadores también encontraron que los participantes con unos niveles más altos de angustia climática eran más propensos a implicarse en el activismo climático, sobre todo si eran emocionalmente extrovertidos en lugar de retraidos.
Las conductas proambientales incluían actividades como ir en bicicleta en lugar de conducir para ver a los amigos, reciclar o reducir los plásticos de uso único, y con menos frecuencia, la participación cívica o el activismo político.
Pero mientras los jóvenes todavía no tengan el poder, planteó Lawrance, los gobiernos y las corporaciones tienen que encargarse de estos asuntos.
“La principal medida que los legisladores deben tomar es eliminar los combustibles fósiles de forma gradual”, enfatizó. “Tomar unas medidas climáticas suficientes y visibles reducirá los impactos directos del cambio climático en la salud mental, al mismo tiempo que también reduce la ansiedad, que en gran parte proviene de ver una acción insuficiente ante unas amenazas conocidas y crecientes”.
Lawrance opina que también es esencial crear oportunidades para que las voces de los jóvenes se incluyan de forma significativa en la toma de decisiones climáticas. Afirmó que hacerlo no solo ayudará al planeta, sino también a disminuir el nivel de estrés de la próxima generación.
“Hay muchas oportunidades o beneficios conjuntos que son buenos para todos de tomar medidas climáticas para la salud mental y el bienestar de los niños”, enfatizó Lawrance.
“Al tomar las medidas necesarias para ralentizar el cambio climático y afrontar sus efectos, por ejemplo reducir la contaminación atmosférica, el acceso a los espacios verdes, fortalecer las conexiones sociales en las comunidades, reducir las desigualdades, aislar los edificios de forma adecuada y mejorar el transporte activo (unas mejores opciones para caminar e ir en bicicleta), los legisladores pueden crear condiciones que fomenten mejor una buena salud mental y que protejan de la enfermedad mental”.
El estudio se publicó en la edición del 23 de agosto de la revista PLOS Global Public Health.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com. Fuentes: Emma Lawrance, DPhil, MSc, faculty of medicine, Institute of Global Health Innovation, lead policy fellow for mental health, Imperial College London, U.K.; Victor Fornari, MD, child/adolescent psychiatry, Northwell Health, Glen Oaks, N.Y.; PLOS Global Public Health, Aug. 23, 2023
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